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que hán sido acep:l:adas ochen:l:a y pico de invitaciones, y corno es persona mor– daz á su modo y de muy regocijado in– genio, con vaguedad y cazurrería cam– pesinas quiere saber mi opinión avan± la leUre, acerca de la fies:l:a y sus prepara– ±ivos; has:l:a llegó á censurar á sus pai– sanos:

-aQué s·e habrá us:l:ed figurado, mi querido amigo, de 'la recomendación que respecto al :I:raje hice poner en las :I:ar– jetas'? ..

-Pues nada, que quizá esa será la práctica...

-No, no, no, qué práctica ni qué niño muerlo! Es que corno ha de asistil' una porción de funcionarios de categorías diversas y no iodos se hallan al cabo de tal exigencia...

La recomendación, en efecto, es inu– sitada. Dicen así las invitaciones:

"El infrascrito Minis±ro de Relacio– "nes Exteriores, tiene la honra de invitar "á usted para una comida que el Excmo. "señor General Presidente Don J. Santos "Zelaya obsequiará al Excmo. señor Don "Federico Gamboa, Encargado de Nego– "cios de México, ellO del presente mes, en el Gran Ho±el.

"Managua, 8 de Febrero de 1900. "Hora: 7 p. m." "Traje: frac."

"Se suplica con±es:l:ación".

De mí sé decir que me sumió en una rneditación honda...

11 DE FEBRERO

Lo justo, justo; el banquete de ano– che $alió redondo, y lo único relativamen– te censurable fué la bienin:l:encionada re– Gomeqdación del Ministro, tocante al tra– je, pues he confesar que, prestados ó pro– pios, los fracs que los invitados lucieron, no rnerecían reproche.

La fiesta, pues, resul:l:ó; hubo derro– che en :I:odo, hasta de buen gusro en ador– nos, rnesa, servicio, rnenú y caldos. Sí, érarnos los ochenta cornensales pronosti– cados: el Presidente de la República, su Gabinete, las primeras autoridades, los parficulares rnás prominentes, cónsules de diversos países europeos y el de los Estados Unidos de América, varios ex– tranjeros de suposición, diputados, perio– distas, munícipes, Iqué sé yo cuantos rnás!

En las afueras, la banda, el cielo es– trellado, la voluptuosa tibieza de estas noches incomparables...

Adentro, todo' género de atenciones y finezas para mí: luces, brindis sin pala– bras y á distancia, con sólo la copa en alto... A los postres, el Ministro de Rela– ciones pronunció el brindis oficial en que se me ofrecía la fiesta... Al levantarme yo coniestar, la galan:l:ería máxima, la de-

licadeza rnejor que me forzó á perma– necer silencioso por unos cuan:l:os instan– tes, esperando que en mi espíritu se di– luyera y pasara la emoción gra~ísima: la banda ejecutó irreprochablemente el him– no mío, el de mi México distante y ado– rado!...

Anoche presenfáron,me á distintos colombianos que quenan conocerme; emigrados políticos, des:l:errados, liberales, patriotas y prófugos. '.

ICuánto y con cuán:l:a cordialidad charlamos, aunque sin mencionar asun– :I:os políticos de parle ninguna, que debi– do á una complacencia de mi Gobierno en es:l:a jira in:l:ernacional y pacificadora, yo ando ,en ciedo rnodo ±ambién,. repre– sentando á Colombia. aCómo hubiara yo podido entonces dar oídos á las pro:l:es– tas y censuras de es:l:e puñado de valien– fes en éxodo, que han luchado en su tierra porque la liberlad se aclima:l:e del todo y por echar abajo al gobierno ac– tual por cuyos intereses tengo yo que preocuparme'?

11:!: DE FEBRERO

(Cori:~1±o). Desde an:l:eayer en este puerlo agiuardando el vapor que ha de devolverIlle á Gua:l:emala, acompañado de un represer¡.:I:an±e del Gobierno nicara– güense, d$l m·exicano D. Estanislao Casta– ño y del oficial chileno Mc Gill, este úl– timo nombrado definitivarnente ins:l:ruc– :I:or dél ejército de Nicaragua.

Víme forza.do . á declinar la amable invitación para un clia de campo en los alrededores managüenses. Ya tengo bas– tante de ~aíses nuevos y d~ fesfE1jos re– petidos, ansío mi "tienda" guama.leana, porque en ella espéranme :mi mujElr y mi hijo, lo único preciado que poseo y tne endulza la vida en mis desiierro~; oca– siones hay, en que frente á la fotogra– fía de :mi hijo, suelto la risa á solas, alu– cinado por esperanzas que tal vez nunca se realicen 6 por certidumbres de dicha, que son, sin duda, meramente sugesti– vas.

En Corinto, ninguna disiracción; por las noches, nos tumbamos sobre una por– ción de maderos apilados en los :muelles, y da:mos la cara á los astros; todos mu– dos por largas horas, viviendo todos la reconcentrada vida sin palabras de las re– miniscencias y de los anhelos.

15 DE FEBRERO

A pordo del ,"Acapulco", mi vieja y conocida barcaza, tripulada pc;>r amigos.

Poco después de medio día nos dí– mos á la :mar, pero los cañones que tan regocijada:mente saludaron mi arribo, no :me dijeron adiós con sus redondas bocas bos±ezan:l:es... aNo hubiera sido preferible suprimir aquel expresivo saludo de

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