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PENSAMIENTO VIVO
No puedo hocer oquí, por folto de espocio, el estudio integrol que yo quisiera Quedaré sotisfecho si aquí pongo las bases y si esas bases son declaradas buenas para sostener cualquier libro futuro Así" no por humildod, sino por verdad, he querido titular mi ensayo "Introducción al Pensamiento Vivo de Rubén
Darío",
Indudablemente este título puede 0101 mar, y con lo'zón o mis lectores Mas todavío si entre ellos hay poetas l/Pensamiento de un poeta?", dirán Es que se va o cometer con Rubén el socrilegio de ten– derlo sobre la mesa de operaciones paro una disección dialéctica, lógica e ideológica? Cualquiera supone que un impenitente profesor va a ejercitarse en la poemofagia, y a devorar la belleza del poeta, para presentar en bagazo su pensamiento, para delivar de sus versos y prosas su sistemo filosófica o sus tenden– cias ideológicas iEn el mejor de los cosos exprimirá el jugo del fruto y dirá sin poesía lo mismo que el poe-ta dijo Con poesía' Y agregará Unamuno. "Si la poesl. no nos libert. de l. lógico, maldito p.,.
l0. qye sirve ll
•
'Peio, borrad lo Impresión Lo libertad, que e~
p6esío es' amor, tiene su tacto y 01 decir penso– mient6 vivo destruyo todo sospecha de autopsia Va– mós al encuentro del hombre Y ese hombre es el pensamiento vivo de América
Poio r\1u,clios ql!e todavíp pern:,,;mecen 01 borde ele Rl!bén Daría, el hombre na se encuentro en el poe– ta Yo mismo cuando comencé en mi patria --<:on otras jóvenes poetos nicaragüenses- 'el movimiento lírico de revolución y reacCión ont¡·modernista, disparé irreverencias contra el amado enemigo (así le decía– mos), porque no encontraba al hombre, al nicaragüen– se, al hispanoamericano en su espesa colección de disfraces
Buscábamos lógica Queríamos que Rubén fue-ra americanista y él era América fiel espejo, exacto
compendio, vivo resumen de América! Exigíamos al
poeta, no sólo que fuera nativo, sino nativista Y cuando se nos escopoba o Francia corgábamos sobre sus hombros el pecado de fuga y deserción, sin recor– dór gue la poesía se iba con él hombre, y que el hom– bre americano navegaba entonces en tina viva y
caudalosacoriiénte ámeiicana hacia París. Lo ata– camos -parodiando a Heine- de ser 'un sens!>ntle nicaragüense que :hq~ía su nido en la harba de Víctor Huga
oc', Aun' recuerdo la hermb~á injusticia dé Frañ– cisco Méndez; joven poeto de Guatemala en su "Trozo
PABLO ANTONIO CUADRA
Podo Escritor de renombre Conferencista Su obr.
hn frnsptl:'lado nunlraa frontera!! y ha llldo reconocida
(!n Amélicn y España
de Jode a Daría", voz y voto de nuestro inconforme juventud.
liNo era del barro nuestro.
El maíz -oro vegelal- que difunde su sol
en nuestra carne indrgena, no fermentó su sangre;
nunca zubió a su corazón a gritar como toro
la voz de la montaña Indio. o. Pelo era indio?
Anclaba entre nosotros perdido y extrañado, como caído de la luna. Por los lÍos,
por los desfiladeros
lo buscaba un afán de otras edades;
cazador de los bosques que aroman la leyenda, Su cer~8bana fué clarín melodioso
que se perdió hecho p¿jaros • lo I.rgo del mundo.
Nuestios campos lo saludaron como un Dios de otra estirpe
ton el sombrero de un rancho en la mano.
No era del borro nuestro.
No era su carne, CDrne de monolHos, ni toriilla caliente. .
No lo molcleoron los declos cálidos y duros
de esta Arilérica que camina en medio da lo~ mares.
No se .ol,e hacio d6ncle,
con el cuerpo· ta!uado de m~nfaña;;
y el, ciÍma' o de! sol on la ,.beza".
Por much9 t[empo per dimos 01 hombre. Había encornado tanto la cOl1trodicción de' Amé'rica, había sido tan exactó en e?<presar nuestra heterogeneidad que lo. creímos un farsante Contábamos sus másca– ras y aunque amábamos su palacio, volvíomos de él o nuestros aldeas, desilusionodos de no haber podio do reconocer, bajo lo careto, al ilustre Emperador
IIYú que dijiste tantas veces IIEcce
Horno" frente al 6speio
y no sabías cuál de los dos era
el verdadero, si ataso ela alguno" •..
contó José Coronel Urtecho, en lo dolorosa ironía de su
"Odo a Rubén"
Pero estábamos errados
Rubén era moc;!ernista pOlque ese ero el modo, o la modo en su tiempo; de ,ser moderno Per!> luego nos enc~nlramos con él en otr6s tiempos Antiguo sin ancianidad err nuestros siglos c1á~icos Sensible Y
sensitivo entre los románticas. Musical y fugaz o lo sombro del de~adentismp Anlll1cíador' y, prafétíco _,'-escrito.r de avan~cido~ entre' nosotros. Eterno:
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