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des" tengan su .fuente en los textos clásicos originales

ni siquiera en las traducciones conocidos en ese enton~

ces, la mayoría se origina en la poesía neoclásica es–

pañola, modelo jesuítico por excelencia Es de notarse que todas estas referencias son muy conCl etas o muy

vagas, mitológicas, históricas o locuciones latinas de

fácil acceso, que una memoria bien dotada como la del

"poeta niño/l puede repetir airosamente con precisión

O simples lugares comunes, estilizaciones literarias del mundo griego o latino que no tienen obligado origen en sus obras clásicas Ni un bondadoso examen de

estas referencias en su contexto respectivo autoriza a

pensar que el joven Daría gozara por esos años de una

formación humanista mayor que lo que muestra la

índole puramente imitativa de estas referencíos Lo corriente humanistica que atraviesa toda la obl a de Daría, atestiguada no sálo por motivos mitolágicos O

históricos como en sus primelos años, sino afirmada

por la constante lectura y asimilación de los clásicos griegos y latinos, se va ensanchando a medida que el poeta se acerca a la madurez Pero su predilección

por lo clásico, no tomada muy en serio por los críticos,

que solamente han querido ver en ello afanes 01 na– mentales, es en él muy temprana estuvo bien afirma– da en su espíritu desde los años de su primera forma– ción y quehacer literarios

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Dos acontecimientos fomentan esta predilección en los años siguientes 0883-1886), los inmediatamen. te anteriOles y el mismo del viaje a Chile. la publica– ción de la Biblioteca Clósica de Madrid y el ingreso de Daría en la Biblioteca Nacional de Managua, al lado de Modesto BalO ios y Antonino Aragón Daría debió de conocer los tomos de la Biblioteca Clósica publica– dos hasta el año de 1884, el último que al parecer

conoce, antes de su viaje, es el de los Poetas líricos

griegos, que apareció ese año Hasta entonces la

Biblioteca lleva publicados los siguientes autores Ho– mero (La lIiado), Herodoto (Los nueve libros de la his– toria), Plutarco (Las vidas paralelas), Aristófanes (Tea–

tro completo), los Poetas bucólicos griegos (Teócrito, Bión y Mosco), Píndaro (Odas), Esquilo (Teatro comple– to) Xenofonte (Histo/ia de la entrada de Cyro el Menor en Asia y La Cyropedia o Historia de Cy/o el Mayor), Luciano (Obras completas), Arriano (Expedi–

ciones de Alejandro), los Poetas /ilicos griegos (Ana– creonte, Arquíloco, Meleagro, Safo, Erina de Lesbos, etcétera) Polibio (Historia Universal!, Virgili6 (La Enei– da, Las geórgicas y Las églogas), Cicerón (Tratados

didácticos de la elocuencia y Tratados filosóficos),

Tácito (Los anales y Las historias), Salustio (Conjura– ción de Catilina, Guerra de Jugurta y Fragmentos de la Grande Historia), Julio César (Los comentarios),

Suetonio (Vidas de los doce césares), Séneca (Episto/as morales y Tratados filosóficos), Ovidio (Las heroidas)

Mas no se crea que sólo la Biblioteca Clásica del editor Luis Navarro debió de ayudar a DOIlo en sus

empeños humanísticos, otros autores y obras no tra·

ducidos y. publicados por ella son mencionados pOf

Darío con referencias exactas en sus escritos o.vidio

(Fastos y Ars amandO y quizó Manilio, intervienen en sus frecuentes alusiones al est deus in nobis, Horacia

eri :el texto latino y la traducción de Burgos. :"Don

francisco Javier. de .Burgos, el excelente traductor d Horacio", escribe Daría en su estudio sobre Calde . e

de lo Barco (27 de Septiembre de 1884), los Epi9ro~~~

y Fragmentos de Menandro y Marcial, una imitación de Anacreonte de D Hermógenes de Irisarri no s ñolada por D Federico B~ráibar en los Poet~s líric~~

gnegos de la BIMoteco Closlca, y en primer lugar la traducciones y epígrafes de las Odas, epistolas y' tro~

9,edias, d~ D Marcelina Menéndez Pelayo, (6) que Do–

no mencIona en sus pnmeros escntos chilenos pero

que ya había imitado en Nicaragua en sus Epístolas y

poemas, 1885

A su regreso de El Salvador y tras breve perma. nencia en León y Granada, Daría se traslada a Mana_ g"a llamado por su amigo Modesto Barrios, Director de la Biblioteca Nacional "Vivía yo -dice Darío_ en casa del licenciado Modesto Barrías" (Lo vida de

Rubén Daría escrita por él mismo, XI), "mis frecuen_ lociones en la capital de mi patria eran Con gente de intelecto, de saber y de experiencia y por ellos consegui que se me diese un empleo en la Biblioteca Nacional AIII pasé largos meses leyendo todo lo posible" IIdem

X) "Poco, muy poco ha estudiado Daría -escrib~

el propio Modesto Barrios-. Cuántas veces el que esto escribe y a quien él aprecia, le ha reñido por su indolencia, cleo que hasta hace pocos meses ha em– pezado a sacudirse del marasmo del medio en que ha vivido Ojalá que persevere" (El Ferrocarril, Mana– gua, 20 de Junio de 1884) Es por entonces cuando lee Daría "todas las introducciones de la Biblioteca de Autor es Españoles de Rivadeneyrq, y las principales obras de casi todos los clósicos de nuestra lengua" (Lo vida ,X) Un año más tarde fue nombrado suce. SOr de Barrios en la Biblioteca Nacional el poeta D.

Antonino Aragón (Mayo de 1885) quien, como su ano tecesor, continuó dirigiendo las lecturas del poeta, de

acuerdo, seguramente, con sus propias y personales

aficiones Daría lo recordó siempre con simpatía y

gratitud "Hubo un poeta de gran cultura, a quien ya

conocí anciano, y que murió siendo Director qe la

Biblioteca NaCional de Managua Antonino Aragón"

(El viaje a Nicaragua, 1909) "Don Antonino Aragó~

ela un varón excelente, nutrido de letras universales,

sobre todo de c1ósicos griegos y latinos Me enseñó mucho" (La vida .. , X)

Coinciden los rápidos progresos humanísticos de Daría con los meses (un poca más de un año) que pasó 01 lado del nuevo director No lo olvidará durante su residencia en Chile y aun sostendrá correspondencia con él Don Antonino le pedía noticias lit~rarias;

Daría le dirigió por lo menos una Carta al señor don A Aragón, Director de la Biblioteca Nacional c!e Nica– ragua en Centro América (La Epoca, Santiago, 16 d~

Noviembre de 1888), donde lo informa de las nove– dades culturales de Chile "a propósito de un nuevo libro", las Nuevas siluetas de Pedro Nolasca Prénde·f.,

recién aparecido En esa carta, precisat11ente, Dan~

hace gala de erudición helenística al comentar fas composiciones El verso griego, En la apoteqsis de las héroes y Sócrates, de Préndez Celel;¡ra los aciertos en el tono de confianza que facilita el estilo epist~lar,

J

no pierde la oportunidad de la cita latino (Horacro, A

(\ugustUl;n, lib. 11, ep. 1, vers 13-14) como quien qUIere

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