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Nicaragua. Deja e~±~ rincón rezagado, :-ill–
cón de rencillas poh±1cas locales y de ardlen– les y disparaiadas polémicas religiosas. Lle– ga a Chile, país por entonces ordenado y se– vero, en donde las liberlades, la cultura y el progreso no se antojan enemigos de la Igle– sia Católica. Encuenlra una juven'rud que desdeña la politica parlidisia y en completa– menle indiferente a la cueslión .-eligi.osa Ju– ventud que se enhega de lleno al cul:tivo del arle y al goce de la vida. .Juventud, si que– ráis indiferente, pero por culta, más cercana
él nuestras actuales juventudes. Allí Daría se
olvida de sus rencores librescos y de sus ideas
librescas en±ireligiosas. Eu sus libros ele eu–
tonces, en los poemas escritos en esa época,
no se encuentra el rastro de una preocupa– ción sectaria. Ya no ataca a los Dog1't\8s ni al Papa, ni se entusiasma arlificialmellle en debates filosóficos versificados en décimas.
Un egoísmo juvenil, una gran despreocu– pación pagana, un deleite exclusiITo de los
goces terrenos, ci.rculan en la sangre íntima
de sus poemas. Canta desengaflos amorosoS
dé los que pronto se cUIará, laG bellas COSBS
terrenales: las sedas, los perfumes, las flores,
lilas bocas hÚlnedas y tibias", "las noches cá–
liCas". La cumbre de su ideal es la tUujel', concreción de todas las bellezas de la tierra.
"Mujer, eterno estío, prhnavera inn\orial", ex–
clama en el pequeño gran libro Azul, con el que inicia el gl'an movimiento que tomó el nombre de lnodernisJa.
Perdido en el ancho campo del goce sen–
snal y sensolial se alejará luás Daría del SG–
no de la Iglesia Católica:;'
Dios liene ocullos designios y ah ae a los hombres por caminos insospechados. Nos
aCerCalTIOS al rnomenlo en que Dios y su Igle–
sia atraen a Darío por el camino de la helle– za de las criaturas.
Darío, ya célebre y en plena juventud -alrededor de los veinticinco años- hace otros viajes. Llega a Europa, y sierupre es– tudioso y laborioso, se asimila la esellcia de
lss más variadas culturas; su espírifu se aci–
cala, su alma estremecida se empapa en una más alta y noble jerarquía de senthnientos, emociones y pensarníentos, y por el camino de lo bello emocional y sentimental cOn,– prende, admira y canta lo bello emocional y sentimental de la Iglesia Católica, El Í1't1pú– ber que denostó a la 19lesia por lo que él llamaba "lujo eclesiástico". se acerca a los umbrales de la verdad religiosa atraído por la belleza externa, por los ritos misteriosos '{ magníficos de la Desposada de Cristo.
En Prosas Profanas usa palahras de ecle– siástica belleza para saludar al lirio,
Lirio real y lírico
qtle naces con la alburu de las hostias sublimes,
de las cándidas perlas .
y del Jino sin n1.ácula de las sobrepelhces
El poeta niño que en incorrectos y m,;– diocres versos apostrofó al Papado y al Vah– cano, ya joven glorioso y culio cant~ así al sucesor de San Ped,'o, el Papa San Silveslre:
San Silveshe bajo el palio de un zodiaco de virtudes del celeste Vaticano se detiene en los umbrales rrt;eniras hinlnos y ntoietes cania un COlO de laúdes
inrnorfales
Reza el sanio y ponfifict:l1 y al mirar que viene el
barco donde en triunfo llega Enero.
ante Dios bendice al tl\'undo, y su brazo abraza el el cuco y el Arquero.
Qué lejos estamos ya del "malhadado soneío" como él mismo llama en su autobio– grafía a su soneío con1ra el Papa!
En el Canto a la Sangre, aunque con frialdad parnasiana, cania el misterio de la
eucaristía :.
Sangre del el isio El órgano SOlloro
La viña celeste da 01 celeste vino,
y en el labio sacro del cáliz de oro
los almas se abrevan del divino vino
La contemplación de un dorado campo de trigales lo lleva nuevamenle a la Encaris tía, hacia los recuerdos del Sanio Sacrificio:
Pues en la paz del campo la faz de Dios asoma,
de las floridas tunas místico incienso arOlua
el vasto 811ar en donde triunfa la azul sonlisa.
AúJ.1. velde está y cubierlo de fIoles el madero,
bajo sus ramas llenas de amor pace el cordero
y en la espiga de 010 y luz duerme la misa.
Es sólo la belleza exterior de las cosas eclesiásticas 10 que atrae al poeta en Prosas Profanas? Tal pudiera decirse. Pero hay un bello poelna que parece desn~entirlo. Hablo de El Reino Inlerior. El pagano comienza a ser' cristiano. La necesidad de elegir entre el vicio y la virtud se insinúa en su espíritu, Co– mienza a apoderarse de él la gran agonía
cristiana, Dice:
tI/ti 8h1\a flágil se 850\\1.8 a la ventana oscura
de la forre terrible en que ha treinia años sueña
El poeta afirma que ha vivido treinta allOs soñando en una torre terrible y oscura, la terrible y oscura ignorancia del pecado y de la virtud. Su aln~a se asoma a la reali– dad en la forma de una gentil infanla. Y ve pasar sieie doncellas, "adorables visiones en su blancura de palomas y de estrellas". Son "las cándidas virtudes teologales".
y ve pasar siele mancebos "bellamente infernales". Llenan el aire de hechiceros maleficios esos siete n1ancebos. Y son los
siete vicios, los sie±€ poderosos pecados capi~
!ales".
Y prosigue:
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