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« Previous Page Table of Contents Next Page »EL SENTIMIENTO RELIGIOSO
EN SU POESIA
LUis ALBERTO CABRALES
Escritor, Iloda e historiador Autor de vartos libros
de rccopjlncion. 'Iécnieo en educación
de mantener a todo trance un catolicismo in– tegral.
Por otra parte, una gran Inayoría de los intelectuales de América y Europa llevan también a sus libros un fervor y uh pensa– miento hostil a la Iglesia y al Papado. Esos libros, devorados por nuestro poeta, que ape– nas entra a la adolescencia, influyen gran– deIneníe en su formación. Sus poemas de eníonces no son más que ecos ae esa produc– ción de que hablo, y un eco del pensamien– to filosófico, si así puede llamarse, de los es-critores locales.
El pequeño adolescente contempla a los hombres de fama mundial y a los de faIna local íributando homenaje grandilocuente a la Razón, la Ciencia, el Progreso, la Libertad, íodas ellas, con mayúsculas; y combatiendo a la Iglesia, al Clero, corno enemigos de la Luz, corno encarnizados partidarios de la Sombra y el Oscuraníismo¡ ±amhién con ma– yúsculas. Los intelectuales están deslumbra– dos 'por ciertos inveníos que hoy nos parecen pueriles, y sobre esos in'iTenIoS, puramente materiales, a.sien.tan hases. int",h"c.tu",les, con– fundiendo la filosofía con la física.' Los sa– bios son considerados tomo 'rebeldes que so– cavan el poderío dE! Dios. ·El hombre está en trance de libertarse de ±od¡;¡s las tilanías, y los principales· tiranos· son· el-Dios personal y trino del catoliciSmo y el PontífiCe Roma– no. Se han inventado y descubierto el va– por, el telégrafo, la electricidad y el pararra– yos. Los ferrocarriles apárecen no corno transportadores de pasajéros y de carga, si– no COInO transportadores de la Libertad, del Ideal y de la Ciencia. Los rieles y los dur– mientes se alzan como s1,lpremos€l.rgumen– íos en contra de la Filosofía Escolástica. Es el siglo XIX que celebra ampulosamente sus conquistas Orgánicamente ese siglo co:mien– za en las últimas décadas del XVIII). Siglo de adolescencia presumida que para perpe– tuar el descubrinúento de un alambre con punta que atra.e las descargas eléctricas, re– firiéndose al descubridor Benjanún Franldin, acuña esta frase hiperbólica "Arrebató él ra– yo €l.- Dios y el cetro a los tiranos". Siglo q'tte– se llama asimismo el "Siglo de -las luces", y
considera a todas las demás edades cornQ edades de Tinieblas. Siglo actualmente cas– tigado en su fat~dad con él sobrenombre de Estúpid(): El Estúpido Siglo XIX.
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Luego, muy luego, recibirá otra influen– cia, ésta de carácter inteleclual. Nicaragua tiene por entonces una élite pensadora, en general adversa a los dogmas de la Iglesia. Algunos de esa élite son francos y demagó– gicos adversarios del catolicismo; otros quie– ren Un catolicismo sin dero, o al menos con ,:,n ~lero pasivo, sin influencia social. Les ¡esUltas son expulsados por un Presidente conservador. Maestros extranjeros y españo– les enseñan en los principales institutos e in– fluencian a la juventud en un sentido adver– So al catolicismo. "La Gaceta Oficial" de Ni– c!'lragua, que es uno de los principales pe–
n~dicos de la época, marcha también por el l'nismo camino, hasta el extremo de aplaudir el asesinato delg1'l;l.n hombre y gran presi– dente que fuá GÉliCía Mor~~o, caíd? bajo el machete estudiantil y masónico por el crimen
"Me he llenado de congoja -dice- cuando he examinado el fondo de mis creencias y no he en·
contrado suficie,n±ernente maciza y fundamentada mi
fé cuando el conflicto de mis ideas me ha hecho
v~ci1ar y me he sentido sin un constante y seguro
apoyo".
Nace Darío en 1867. Recibe, corno to– dos los niños nicaragüenses, como todos los niños de la Hispanidad, el bautismo y la con– firmación, luego se acerca por primera vez a la sagrada mesa. En tE;lmprana .edad frecuen– ta los sacramenIos en los retiros espirituales dé ·10$ Jesuitas, entonces establecidos en León. Recibe, además, la influencia del amo,
b~ente familiar y solariego, pero ese ambien– te está saturado de un calolicismo puramen. te emocional y sentimental. Su potencia afecliva y S1.1 imaginación reciben así la se– milla.católlca, pero su ardiente y genial i n -·
telecro queda fuera de loda impregnación católica.
Me propongo en estas rápidas y breves líneas exponer la evolución del sentimiento religioso de Rubén Darío, evolución investi– gada dentro de sus propios verSOS. No po–
dríamos, e11. manera alguna, creo, referirnos
al pensamiento religioso de Darío, porque, desgraciadamente, no tuvo nuestro poeta una
instrucción religiosa escolar, ni después, en
su vida agitada y laboriosa, tuvo tiempo y retiro suficientes pé!ra proporcionársela a sí mismo. Gran deficiencia que él núsmo la– mentará más tarde.
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