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« Previous Page Table of Contents Next Page »Del cual, Rubén recuerda apenas en su Autabia–
glofío la estrofa de "Murió tu padre, es verdad",
etc Y declara que "ellos serían ruborizantes si no
los acompañase la intención de la inocencia ll
Nuestra saciedad tiene, ademós, alga muy espe– cial y propio en tocios estos interesantes aspectos de manifestación colectiva, que es el de las procesiones de
Semana Santa Ciertamente, en ellas se exp. esa y se afirma con lada amplitud y esplendor el alma de nues– tro pueblo La gente exprime sus mós vivos senti– mientos de fe y de devoción para panel 1m a media
colle en los mós variados y expresivos simbolismos,
brotando osí espontáneo y magníficamente el canto, la marcha fLlnebre, la composición de I'altares" y de
"pasos", el pel fume de las flores y el verso en todas los lonas y en todos las motivos del dolor de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
Cada día de la "Semana Mayor" toca al senti–
miento de manero particular, según la conmemoración
que se haga, y en cada uno el pueblo vibra con pro– funda intensidad en ese sentimiento, desde el verdor de palmos y el aleg.e repicar de campanas del Domin– go de Ramos hasta la grave solemnidad de la matraca
y el eco doliente de marchas fúnebres y los rostros de ios nazarenos heridos por el ardiente sol de mediodía del Jueves y Viernes Santo Todo, todo, en verdad, predispone el ónimo para el recogimiento y la medita– ción, osi como por el deleite místico y el goce estético
El olmo nueva de Rubén afloro en medio de este ambiente que hiere en forma di.ecta su fina sensibili– dad poética y hace que el verso se produzca en ella, tierna y delicaciamente, con la delicadeza y la ternUla del niño Alli, en esas procesiones, nació el poeta en Rubén El mismo lo dejará confesado, cuando yo hombre trate de recordar sus primeros versos. "A qué escribí las primeros versós?", se pregunta en su Auto– biOQ' afio para responderse o sí mismo
"No IQ recue,do precisamento. Pero ello fue harto temprano. Por l. puel to de cosa, ~en la5 Cuatro Es·
quinas-, pasaban las procesiones tic Semana Santa, una
Semana S;¡nta famosa: Sem~n¿¡ S~nta en león y Corpus en Guatemala; y las calles se adornaban con arcos de ramas verdes; palmas de cocotero, flores de corozo, m{¡tas de
plátanos o bananos, disecadas aves dG colores, püpel de
China picado con mucha labor; y sob.e el suelo se dibu–
jaban alfombras que se coloreaban expresamente con aserrín d'e roio bré!.sil o cedro o amarillo mora; con trigo reventado, con hoi~s, con flores, con desgt anada flor del coyoJ. Del centro de uno de IO!i arcos, en la esquina de mi casa, ,?endía una granada dorada. Cuando pasaba la procesión del Señol' clel Triunfo el Domingo de Ramos, la granada se abría y caía una lluvia de versos. Yo ora el
autor de ellos. No he podido recordar ninguno.. pero
si né quo 8Hm vorsos, valSos blofados :instintivamente".
La poesía, puede decirse que asedio en todo al pequeño Rubén, en aquel León de la segundo mitad del siglo diecinueve Un pueblo inquieto y abierta por entero a lo culturo es, en definitiva, el que provoca tal
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as~dio, un pueblo integrado en todas sus clases socia– les en perfecta unidad de vida y completa comunión de
id~ales Un pueblo consciente de su responsabilidad histórica y social en el que el espíritu de superación, el deseo de aprender, el gusto IiterOl io no son patri–
monio de determinados grupos, sino estilo o manera
común de ser de todos los leoneses
"La ciudad en que vive, León, -nos obsel'va con su autorizado criterio don Edelberto Torres-, es el foco in– telectual dol país, como que es asiento de la Universidad
colonial, de la cual han salido todas las que en ella asten–
tan lo!! títuos de licenciado y doctor Las discusiones so–
bre autores, sistemas, religión y sobre todo política, son
el ejercicio habitual de los ciudadanos leoneses" (31)
Mas sobre toda esta clase de actividades está lo que podríamos llamar "el mal de la poesia"
"Hacer versos en León, -nos continúa indicando don Edelberto-, es una labor intelectual muy común no sólo entre la gente letrada, sino 'tlmbién enh e los que no
han hollado el suelo de la Universidad" (32)
Por eso la foma del "poeta-niño" se crea de
inmediato, ante el gusl0 y el interés de todos por escu– char sus versos Rubencilo es el pequeño héroe de su pueblo, el pequeño héroe de un mundo de color y de ensueño en el que viven y participan por igual licen– ciados y dulce. as, estudiantes y muchachas, señores y artesanos, clérigos y analfabetos, artistas y refresque– ros
"IGlué humild.d, qué ingenuidad, q~é intuición elel
oenio, -comenta emociof1ado nuestro ilustre amigo, Doctor Antonio Oliver-, las de aquellas personas mayo–
I es que peregrinabal' por un verso, por una frase, Ip.or
una redondilla, por una cuarteta, por una décima, hasta
la casa del pequeño Rubénl Estos fueron sus primeros
criticas o mejor, sus verdaderos ~ríticos. Un pueblo que peres,·in. así en busca efe la fuente clara tle l. poesía es un pueblo de fe y cor.z6n, pueblo dulce, inocente y cán. dido, merecedor de toclas las dichas" (33).
Rubén así, lo sintió y así lo comprendió siempre En "El retorno a la tierra notal" lo declara con la pa– labro más llena de gratitud y de reconocimiento para este pueblo y paro esta ciudad que supieron encender en su camino la estrella del triunfo y de la gloria Oigámosle en un p.ofundo estallido de emoción y de .ecuerdo
"En el lugar on donde tuve la luz y el bien,
¿qué otra cosa podría si no besar el !nanfo
1I mi Roma, mi Afenas o mi Jerusalén?"
Exprimidos de idea, y de orgullo y ca. hio,
de esencia de recuerdos, de arte de corax6n,
conCl eto ahora todos mis ensueños de niño
sobre la clin anciana de mi am~do león".
(31) Oh eH p5.rr 14
(32) Ob dt pác 18 (33) Ob tU pág. 22
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