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y luego, la vida transcurrfa siempre al mismo transcurrir de las horas, pero riÓ sobre el convencional disco del reloj, sino sobré liI propio rostro del día y de lo noche Lo caSa iba iluminóndose y cobrando ac– ción y movimiento o medido que el sol iba lIenóndolo de luz y de color Y había un momento de "cese de actividades", de un sumergirse en el fondo del sopor, en lo siesta del mediodía, hecho generalmente al vai– vén de lo adormecedora y refrescante hamaca Hasta que las sombras de lo tarde iban poniendo en todo lo Cosa un tono de recog\miento y de silencio

Hay en esta vida una indiscutible nota de sen– sualidad, que pone en tensión a todos los sentidos para una compenetración gozosa con el mundo y con lo vida Un sensualismo sano y vital, optimista, que es precisamente el sensualismo característico de la poesia daríana Tal sensualismo no puede crearse mentalmente, porque es de por si una actitud frente a la vida, y sólo puede surgir del propio ser. En Ru– ben, su raíz estó aquí, en esta casa en donde el mes– tizaje indo-hispano dio ésto clase de vida.

En estas cosos, los noches de luna adquieren un encanto sin igual 01 abrir hacia arribo el patio 01 infini– to, y 01 deshacer hacia abajo lo blanco ~Iaridad en mil siluetas de tejados y de órboles Ruben evoco estos noches del patio de su coso

"V estábamos solos, a la luz de la luna argentina, Una bella luna de aquéllas del país do Nicaragua. •• La

pálida claridad celesle nos inundaba. El ambiente nos

nevaba perfumes tibios, que a mi se me inuginaban pro..

picios para los juegos amorosos" (18)

Siempre el mismo sensualismo, de profunda raíz telúrico Carnalismo, quizós mós propiamente Car– nalismo de plena y sentida realidad de lo humano, que no es brutal pasión ni exaltación del sexo, sino inte– gración total de carne y espíritu Carnalismo que se–

I Ó lo noto dominante de todo su creación estético y que yo estó reventando, con timidez y con ingenuidad de adolescente aún, ante lo prima Inés

"Cabellos áureos, ojos paradisiacos, labios encendi– dos y entreabiertos" (19).

Pero lo coso de Rubén tenía también, --como lo han tenido casi todos los viejos casos leonesas--, otros dos aspectos el de los noches oscuros y el de su de– corado interior

Así como el día y los noches de luna tenían ese tono agradable y sensual, los noches oscuras eran hasta cierto punto tenebrosos Hoy que imaginarse aquello sombra cerrado del patio, estremecido por el dóliente agitarse de los romos, y aquellos largos corre– dores en penumbra, sobre los que se proyectaba una filo silencioso e inmóvil de pilares, como detenido pro– cesión de frailes fantasmas; y aquellos grandes cuartos, que parecian hundirse hasta lo mós hondo de lo noche Entonces, cualquier leve ruido tiene acentos y resonan– cias de ultratumba, cualquier movimiento es el poso

(18) "Palomas blanca8 y gonas morenas"

(19) "Palomas blancas ,. GOuas morenas",

de un ánimo en pena. La noche es un misterio que espanto y aterroriza, un misterio que tiene su lengUaje en el aullido de un perro.

¿Quién, de mi generación todavía, no recuerdo estas noches?

"la casa era par~ rni tenebrosa por las no:hes, -dice

Rub¿n~. Anidaban lechuzas en los aleros" (20)

La coso iba recogiéndose poco a poco Sus ha-bitdntes se reunían en pequeños grupos, que por lb general eran tres el de los señores en lo sola, el de lás f./r"éZadoras ll en el cuarto de la viejita de la casa¡ y

él de' las sirvientos en lo cocina A este último se llegaban casi siempre los niños paro escuchar los cuen– tos de la cocinera Rubén los recuerda en su Auto– biografía

"Me contaban cuentos de ánimas O"

pena y apareci ..

dos, -nos revela-, tos dos únicos sirvientes: la Serapia

y el Inelio Goyo".

Mas ,en verdad, no sólo eran cuentos de esto clase Los cocineros y las "chinas ll tenían un reper– torio vastísimo de cuentos de príncipes y de princesas; de palacios encantados, de ríos, de mores y de mon– tañas, que excitaban grandemente la imaginación No es nodo raro, por lo fanto, que o lo luz del fogón de leña crepitante o del "candil" de gas hubiera em– pezado o iluminarse lo fantasía creadora del genio Rubén lo reconoce expre,omente cuando dice en su autobiografía

"En cuanto a mi imaginaci6n y mi sentiáo poético,

se encantaban ... con la cigarrera Manuela, que manipu–

lando sus tabacos, me contaba los cuentos dal Príncipe

Kamaralzaman y do la Princesa Badura, del Caballo Vo·

lanle, de los genios orientales, de las invenciones mara·

villosas de Las Mil y una Noches. Brillaba el fuego de

10$ tizones en la cocinD, so oía el ruido de las selvas que

sirven para desgranar las mazorcas de maíz. Un perro,

"Laberinto", estaba a mi lado con el hocico entre las pa–

tas. Vagueaba en el silencio la cálida noche. Yo escu· chaba alenlo las lindas fábulas".

Rubén, sin embargo, insiste en su autobiografía en ese tono de misterio y de miedo que adquiría su cosa por los noches, así como en el temo de los cuen– tos de "aparecidos", para encontrar allí la explicación de sus miedos y temores Incluso trae o su memo~io

de hombre a otro personaje de su cosa, que parece haber dejado profunda huella en su psiquiS

"Vivía aún, -nos revela-, la madre de mi tia ábue· la, una an,.cianita, toda blanca por los años, y atacada de un 'temblor continuo. Ella me infundía miedos; me ha7

biaba de un fraile sin cabeza, de una mano pachuda que

porseguía como araña. .. Oía cont"r la aparición deLdi·

funlo Obispo Garda al Obispo Viteri . .. De allí mi ho·

rror a las tinieblas nocturnas, y al tormento de ciertas

pesadilla. incurables ..."

(20) Autoblografla.

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