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« Previous Page Table of Contents Next Page »(5) Se trata del viaje definitivo que hizo la madre de Htib6n al fugarse hasta San Marcos de Colón con Soriano y en el cual Se 11e"ó consigo
Q, eu hijo, lIaato. alIé, fUe nuevnmanw el Coronel RamlrCl; a tra.erlo.
Don Oetavio Vul1c es quien nfirma f!('t' el ojo derecho Cl} que le falta· ba n duña Bernarda, en una serie de articulull que bajo el titulo de,: "La casa de Doiía Bernarrln' y con el llE-ud611imo de "Un Vecino
e9tU\O publicando ~n 1l;J,. RQvista "Para Todo!'!" que editó aqui en León don Rafael Castru Santiago (Mayo - 1956)
Según el maestro doctor Juan de D¡os Vancgas, doña Bernarda p:r. dló el ojo, cuando, Blendo niña, jugaba con un hermano 8UYO AnJ 0'
cavaban un hoyo en el patIo y al levantal' el hl!rmano la barra le dio en el ojo vacit\nd~el0.
Autobiografía, pÚg3 8, 9 y 10
Autobiografía, págs 21 y 22
AflemÍl¡¡ del mae3tro Doctor Juan de DilJ3 Vanú)fll.S debcmoo la dCllcrlP– ción que aquí l)tesentall1(lJ de doña Bernarda a la acñorita Bcrthá lluitrngo y a las señoritas ariiBa y Soledlld Somartiba El (l,bm!lo de
c~tas última~, don Juan Antonio Somarriba lo. conodó desde joven
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(G) Autobiografin -El! dtadll.- pág 35
(7)
(8)
lO)
I'No sé por qué siempre tuve un desapego, una vaga
inquielud separadora con mi 110 Manuel", (7)
"¡Adorable la viejecita, con sus trajes a grandes flo, res, y sus cabellos crespos y recogidos, como una vieja marquesa de Boucher",
Doña Bernarda era una gran lectora. Sentado
Para Rubén, pues, sus auténticos padres serían siempre el Coronel Ramirez y Doña Bernarda Sar–
miento.
Era el Coronel Ramírez, -descrito por el propio
Oarío-, l/hombre alto, buen jinete, algo moreno, de
barbas muy negras" y a quien "llamaban el bocón
seguramente por su gran boca Militar bravo y patriota, de los unionistas de Centro América, Con el famoso caudillo General Móxímo Jerez" (8) Su es– posa, doña Bernarda gozó desde muy joven, de gran fama como mujer inteligente, y amena conversadora, así Coma de hermosa y atractiva Quienes la cono–
cieron ya casada, -coma el maestro doctor Juan de Dios Vanegas (9)-, la recuerdan de mediana estatu– ra, morena, cara redonda y falta del ojo derecho por haberlo perdido en un accidente cuando era niño (lO),
nariz recta, pequeña y algo abombadita, boca media– na, cuerpo lleno sin poder llamarse gorda; pelo negro ondulado, peinado con partida en medio, levantado hacia adelante y recogido hacia atrás en dos largas trenzas a las que anudaba con las clásicas cintas ne– gras Su figura cobraba una gran prestancia a través de su ancha falda de vuelos y su camisa esclavina con mangas de buche, tal como era la usanza de entonces para las señoras Rubén la evoca emocionado en su cuento autobiográfico "Palomas blancas y garzas mo–
renas"
Estaba allí una señora vestida de negro, que me abra_ zó y me besó llorando, sin decirme una sola palabra La vecina me dijo Esta es tu verdadera madre, se llama Rosa y ha venido a verte desde muy lejos. No comprendí de pronto, como tampoco me dí exacta cuenta de las mil palabras de ternura y consejo que me prodigara en la despedida, que oía de aquella dama
polO mí extraña Me dejó unos dulces, unos regali– tos Fue para mí rara visión. Desapareció de nuevo No debía volver a verla hasta veinte años después (ó) Y, en cuanto a don Manuel García, "figuraba como mi tío Manuel", revela amargamente el poeta, para agre–
gar con mayor tristeza
La!! Segovi:H formaban ha!\tn hace poco una 8011], unidad regional con Le6n A e~to. ciurllld venlan loo heg'ovían03 (e8pecialmente Illntngal– flas y eatillano¡¡) a p\,ovcerse de todos 8U3 artículos y o. vender BUS productos, manteniéndose un activo trálico de carretas l'lntre Le6n y Matagalpp. a travé/, de Sébaco De e3U! ma,lo era muy frecuente {Jue familias lcon~a'3 se trasladaron a La Trinidad, Metapn, Sébaco, etc con ne~odo.'l de ropa y de viverc.'! o a establecer comiderla\! y fondos )lara atender a lo\! vill.jeI
GH Una de éiltas fue doña JO.'lefa Sarmiento de quien dice Ruhén en IlU
Autoblvg.l'llfía que "era medio tocada" La desvinculación entro León
y los pu~blos del norte de la República es muy }('eicnte, trutnmlo al)e~
nas de hace· uno.'!" t¡einfa años cuando I$C llbri6 la earretelll. directa de Managua y el gran comercio de la República se e.ltnblcdó definitiva~
mente en la callítal Sin embargo, los leoneses nos scntímoll sicmp1"lJ vinculado.'! con 105 scgovianos (ma,tagalpll.3, jinotegM, e.'!tilinnos, ma~
drlcenses) y n03 plac~ compartir con Metapa la gloria de Rubén pue:¡. cOllsideramoo que BU nacimiento en esta villa equivalía eJltoncCll tanto como haber nacido en la dudad de León; sob~ todo, cuando fue lle–
vado 1l.11i pOl su propia {nmiJio. de r~eón
El hecho de haberse veriCiclldo el (l,l\lmbl amlentq de dona Ro~a en casa de Cornella Mondozll ha dado lugar a una seríe de leyendRl:l como In de Que ~tn humilde señora encontró a 10. joven y dc3venturndll. madre sola y trilltc a la orilla óel río sin !hallar a dunde \l, po!' lo que, o.pill_ duda de ellll., se la llevó a su caslj.; pero fácil es COMtatar lo invOlosí_
mil de tal cuento, puesto reoJultii' impoBible que doña Hosu haya to_ mado Boft\. y cn las coudiciones en que se encontraba un camino tan acddent1ldo Lo ciertQ es lo Que :dicen el Dr, Juan de DioB Vanc~~as y don Edelberto Torres, o sea: que ella fue llevada por áU tia al valle
de OlominaPIl, llasta el qUe no ilUdo Ilegal' por IlU mismo estado. Que– dándose en Metalla en la cana de la Beñora M{mdoza y a BU personal cuidMo do Dartera o "comadrona"
(3) Autobiografía -Caso. Editorial Maucci, llarcelona- !'úgs 21 Y 22
(4)
figuras del Coronel Félix Ramírez Madregil y de su esposa, doña Bernarda Sarmienta de Ramírez, verda– deras padres del poeta, ya que como él mismo dice "la paternidad única es la costumbre del cuidado y del cariño". (3)
Bien sabida es de qué modo el matrimonio cele– brado entre don Manuel Gorcía (Daría) y doña Rosa Sarmiento, sin haber obedecido nunca al supremo im– perativo del amor, no podía mantener la verdadera unión entre los dos, y la separacíón tenía que llegar muy pronto Y tan pronto se llegó, que ni aún los dulces anuncios de un hijo ya próximo, lograron dar el menor tono de azul y rosa en aquel delo oscurecido para siempre por la incomprensión y los resentimien– tos Con Jo que no resulta nada extraño que, en una mañanita de Diciembre, la futura madre acongojada marcha con su tía Josefa, por el viejo camino de las Segovias, hacia el valle de Olominapa (adelante del pueblo de Metopa o de Chocoyos), en donde la men– cionada tía había establecido un pequeño negocio, en busca de la tan deseada tranquilidad Los indesci– frables designios del destino convertían así a ese hu– milde rincón de la montaña segoviana en la cuna del genio, que abrió sus ojos al mundo en la pobre vivien– da de la Cornelia Mendoza, en el pueblo de Metopa, hasta donde el estado de gravidez de la madre y lo accidentado del camino no le permitió avanzor (4) Sin embargo, apenas transcurrido el tiempo Indispen– sable para que la madre y el hijo pudieran soportar las durezas del viaje, el Coronel Ramírez Madregil va por ellos a Metopa; recibiendo el recién nacido las aguas bautismales en la Catedral de León el día 3 de Marzo de 1867, o sea, a los cuarenta y cuatra días de exis– tencia Desde entonces, -y después de la segunda traída de San Marcos de Colón (5)-, el pequeño Félix Rubén pertenece definitivamente al hogar Ramí– rez-Sarmiento De su verdadera madre no le quedan en su infancia más que vagos recuerdos "Un día, -cuenta él mismo--, una vecina me llamó a su casa
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