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« Previous Page Table of Contents Next Page »a lo mClnem f,anceso, sUlgió en Daría lo idea de la renovación litelaria, que debía ampliar y lealizar mós tarde" cama base indiscutible de la reformo que fue el Modernismo, según el glolÍoso Cantor nicaragüense dejó apuntado en lus nítidas páginas de su Autobio– glOfío
Tanto se ha escrito en todas portes y se dice y se dirá en todos los idiomas, mientras los poetas _Tor¡ es de Dios, rompeolas de la Eternidad, como los lIamOl a él- existan en la tierra Un admirable biógrafo de Rubén lo ha significado de una vez cuando ha afi' mo– do enfáticamente que "todo el que se desanalfabetiza en América es un nuevo lector de Dorio y el que nace con el don apolineo no puede evitar escribir su nombre más de alguna vez Daría es pOlte esencialísima del aire artístico que tiene que respirar el que nazca aquende del Atlántico Es un indispensable y un ine– vitable como sólo Bolívar lo es también en América El es, Rubén, el sacerdote de la belleza que ofició la misa blanca del amor de América con intención de paz y de concordia y para que florezca en ella siempre el lirio divino de la cultura El es Daría, el mesiánic"o lirida de la Patria colombina, cuyo pasado canta en ' 'T ute–
cotzimí", cuya norma de acción creadOlo dicta en la
"Sa/utoción del Optimista", y cuyo pOi veni. presiente
en lit a Voz de los Cisnes ll
, tan ilustres como Júpi~
ter
Cuda año que pasa son menos las que conocieron 01 poeta en su juventud, y los que siendo niños y niñas lo conocielon en la plenitud de su grandeza, de su glorio El día inexorable llegará cuando ya no aliente
nadie que lo viera en su vestidura mortol, pero siem~
p.e, a medida que el Ideal unionista de Rubén Daría se fortalezca y miento as estos pueblos perduren en su fe de CI isto y en su idioma de Castilla, él será presen– cía imborrable en nuestro medio Su inmortalidad se nutrirá de nuest'as vidas y la de nuestros hijos y la de los hijos de nuestros hijos, siempre fina y joven y sen– sible y vigoroso, siampre noble y leal
Siguen pasando los Ciñas desde la muerte del liri. do inmensurable que como hombre vivió en lo cotidiano
y que como poeta no claudicó nunca, pues siempre tendió a la eternidad, y hoyes más nítido y más glan– de y más luminoso el severo mármol donde Antonio Machado colocó pOI o siempre el nombre de Rubén Dorío, su flautCl y su Ih a, y hoy más que nunta es vale– dera la visión del fino poeta español novecentista de
"que nadie eso lira taña si no es el mismo Apolo, y
nadie esa flauta suene si no es el mismo Pan. "
Mientras tanto, continúa pasando el cortejo deba– jo de los 01 cos divinos de su Mar cha Triunfal
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RUBEN DARlO
¿ES UN POETA ACTUAL?
MARIANO l'ItlLLOS GIL
Exw~Iil\igtro de Educacló:l Pública. Ex-Redor :r.ragllí– flr<! de la Uni¡,eraldQ{l NaclonBl Poeta, Meritor. ju– risconsulto Dejó nI molir una estela laminolia en las
letras nacIonales'.
Nació como nosotros de una raza nueva que es un cocldail de razas; un enrevesado n,esíizaje de razas heferogéneas e incompren– sibles que aún no se han acomodado en el
luundo. Que no están conformes con nada,
porque no les cuadra ni la religi6n cristiana, ni el fatalisn,o mustlln1án, ni las leyes godas, ni el olimpo griego, Somos los americanos, más que los españoles, el producto de algo que iodavía no conoce su deslino.
Pues que aquí en nuesira sangre hay griegos y fenicios, árabes y vascongados, li–
gures, chinos, indios y africanos. Al fravés ele las gradas de las generaciones, han ve– nido fHtrándose I as creencias y los apetitos, hemos jugado a todos los dioses y con todos los olimpos, hemos sido irashumantes de to· das las filosofías y nos hemos cobijado en to– dos los cielos universales.
¿Quién ha dicho que nuestra raíz espiri– tual es únicamento cristiana o latina?
Aunque Rodó haya afirmado una. vez en el comeniario de "Prosas Profanas" que Rubén Darlo no era un poeta hispanoameri– cano, me atrevo a decir que no sé todavía lo que es un poeta hispanoamericano y que,
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Hace falta looalizar las cOl'dentes que
formaron esa
u rara avis" nacida en nuesfras
profundas noches equinocciales llenas de prejuicios y de supercherías, adentrarse en la intimidad de su vida, en su naturaleza in– genua y supersticiosa, en la tímida y pueril congoja de su espíritu, en el afán brico de
sus piedras preciosas, su lujo, su elegancia,
sus cisnes y sus versalles.
Hay que buscar cómo es que pudieron anidar cosas tan dispares y contradicíorias, como frailes y damiselas, perfumes paganos y olores de santidad, hechiceros y geníiles hombres, apeíencias panteístas y aflicciones católicas, bacanales con vinos sagrados, dio– nisios y cartujos, el pan de la eucaristía y el rico falerno de Horacio ...
Vosofros sabéis que fue melanc6lico co– rno un chontal vencido, evangélico y senci– llo como un buen hidalgo castellano, volup– fuoso como un cardenal del Henacimiento. Que era Un joven caballero del Imperio La– fino, un moro fantástico de la conquista, un polícromo pájaro de la selva tropical.
El dijo, "Soy un hijo de América, soy un nieto de España".
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