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Así escribe

o bien

Pan can la armoniosa flauta,

lo dulce flauta de oro

PO/a cebo de la nínfa incouta, el sótiro lascivo en el bosCClje

sueno de Pan la melodiosa flauta

¡toda lo flauta! ¡toda la lira!

b,uma y tano menor

y aurora, hija del sol

En estos primeros años se esbozan también con

ptecisión, otros caracteles de su vida el ansia viaje~

ro, el don de proselitismo, que atrae incluso o los más altas personajes, y la penuria económico

y también ya vagan en sus versos: carbunclos, alabaStros, perlas, náyades, ninfas, sátiros, ditirambos, pámpanos, saturnales, al mismo tiempo que ensaya

las déc imas románticos de los canciones 01 ientales (ton musicales), anticipando desde entonces, y sin salir de lo Nicaragua natal, lo que había de ser su obra poé– tica

La fantasía suele con sus vagos

engendros, por Clear gentil belleza dO/ a luz monstruosa endriago

Caveza y carazón juntos en ablO

den una inteligencia sensitiva, que si extremado sentimiento sobra

y halla la fantasía mucho espacio

malos adamas descar! iodo cobro

Glacias a sus extensos lecturas y a su poderosa inteligencia asimiladora, sin salir de lo Biblioteca Na– cional de Managua, yo logra, desde adolescente, esbo– zar su obrél poética futura, sobre tado aquello que le daria fácil y mayor fama En poemas de lo adoles– cencia encontramos ya el tema de Pan, que tantas resonancias tendría luego de publicar Prosas Profanas A los diecisiete añas escribe

al XIX, que lo fIase es de bueno ley y del mejor linaje.

j Rico y seguro el udición para su edad!

El muchacho de largo cabellera, con ojeras, can sueños, tiene yo -o pesOl de ello- un cloro y firme concepto de la auténtico poesía, hijo de lo inteligencia disciplinado, frenadora de lo fantasía y del sentimien– to desbordados Yo en él apuntaba uno de los ca–

racterísticas del modernismo. "la poesía, la auténtica,

es difícil arte".

a SOñOl, a oír el chapoteo de las aguas del lago, a con– templOl los oros y los cmmesíes del CI epúsculo, y las húmedas y prodigiosas constelaciones Y volvia a la

ciudad cm godo de poemas y musicales prosas Así Managua, corno León, influyó en los dones de aquella

criatura de excepción, l/sentimental, sensible, sensiti–

va ll ,

Pe/ o también muy templanomente el

II

poeta–

niño" se dio cuenta de que no basta la sensibilidad, ni

la imaginación, ni el corazón dulce y tierno pOlo la

creación poética "Auy ternpranamcnte advirtió lo

necesidad de ronacer o fondo los secretos del divino oficio, la disciplina del arte, el estudio de los clásicos Así' no se contentó con la soledad buscada "para

mirar cosas en el cielo, en el marlll ni con la amorosa

contemplación de constelaciones y crepúsculos¡ ni con

el dulce e irrefrenable instinto amoroso de la odoles– cencia El jovenzuelo se encerró en la Biblioteca Nacional a devorar volumen tras volumen, de los clá– sicos españoles, de los clásicos extranjeros, y de los etel nos clásicos de Grecia y Roma Conoció el pulir y repulir de Boileau y el frenesí de perfección de Ho– racio, quien buscando el sustantivo único y el adjetivo insustituíble se roia las uñas hasta sangrarse

Por ello, a los quince años pudo escl ibir un largo poema, Lo Lengua Costelfana, en el que usa -con

pasmoso don imitativo- desde [os primeros e informes

vocablos del poema del Mío Cid hasta las pel fectas y elegantes dicciones de San Junn de ía Cruz o Góngora Imita -inimitablemente- a los quince años, al juglar

de la canción de gesta, a Berceo, a Juan de Mena, a

5antillana, a Manrique, a GOIcilaso, a Luis de León, a Henera, a Lope de Vega, a Góngora, a Quevedo, a Es– pinel, a Calderón de lo Barco. i Desde los quince años fue muy antiguo!

El niño que tuvo por plimel as lecturas o el Qui– jote, lo Biblia y los Mil y Una Noches, devora volúme– nes febl ilmente y puede esclibir, también o los quince

años, otro largo poema l/El Libro", de ochenta déci–

mas/ ochocientos versos, en el que cita sus anteriores lecturas, y baraja los nombles de Cormenín, GilOrdín ,

Moliere, Valtaire, Aimé Martín, Flammarión, Cervan– tes, Shakespeare, Saint-Pierre, Jorge Isaacs, Vilgilio, Homero, Víctor Hugo, Renán, Laurent, Pelletán, Mon– tolva, Núñez de Arce, Campoamor, Cicerán, Tlueba Así, cuando Ricardo Contreras escribe CI íticas o velSas de su niñez, puede contestarle en impecables

tercetos, en los que se espigan nobles versos, como

aquel "Altos recueldos de gloriosos días "

y cuando el gran crítico de la época, don Enrique Guzmán, pone en dudo el buen linaje de una frase

suya IIderramar simpatía H

, el mozalbete puede con–

testarle con largo y erudito artículo, mostrándole, con ejemplos de grandes escritOles, de desde el sigla XIV

PRIMERAS SALIDAS: MANAGUA. EL SALVADOR

Yo lo vimos vIajero desde antes de nacer, cami– nante cuando apenas ha dado los primeros pasos, luego adolescente, va de León a Managua, y más tarde o Son Salvadar, en un primer viaje

En Managua, no sólo la rodean los jóvenes, sino los hombres de pro Presidentes, diputados, senadores,

pelÍodistas, y aun los viejos poetas Pela, a pesar de tantas amistades, no logra nodo estable para su eco– nomía Cuando sale por primera vez paro El Salva– dor, el viaje es costeado por colecto amigo

Como estuviese perdidamente enamarado, y no tuviese cloro concepto de la base económica que re-

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