Page 6 - RC_1966_02_N65

This is a SEO version of RC_1966_02_N65. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

Manuel Oarro figuraba como mi tío Y mi verdadero padre, para mí, tal como se me habra enseñado, era el otro, el que me había criado desde los primeros años, el que había muerto, el Coronel Ramírez No sé por qué siempre tuve un desapego, una vaga in· quietud separadora con mi "tío Manuel" La voz de la sangre ¡qllé flácida patraña romántica!"

y en otra página "Desde luego, aunque se mantuvo cariñoso, (don Manuel) Iloda me daba a en· tender que fuese mi padre Lo verdad es que no vine a saber sino mucho más tarde que yo era hijo suyo" Pero tampoco de sus padres adoptivos guardaba hondos recuerdos filiales De la "mama Bernarda" apenas hace ligeras menciones, y del Coronel Ramílez dice estas COI tos frases deliciosas "Le recuerdo hombre alto, buen jinete, algo moreno, de barbas muy negras Le llamaban el Bocán, segul amente por su gran boca. Por él aprendí a andar a caballo, conocí el híelo, los cuentos pintados para niños, las manzanas

de California y el champaña de !'roncia Dios le haya dado un buen sitio en alguno de sus paraísos",

Ni padre, ni madre Luego, el padre adoptivo

muerto temprano, y sin dejar ni siquiera vagos recuer~

dos de su muerte Desapacible orfandad que lo hace escribir más tarde "Yo supe de dolor desde mi infon. cia" Y que también le hace temblor más tarde ante el destino de su tiel no hijo Phocás, llegado al mundo sin un segundo hogar

Torda en venir o este dolor a donde vienes,

a este mundo terrible en duelos y en espantos, duerme bajo los ángeles, sueña bajo los santos,

que ya tendrás la vida para que te envenenes

Sueña, hijo mío, todavía, y cuando crezcas,

perdóname el fatal don de darte la vida que yo hubiese querido de azur y rosas frescas

VERSOS Y LECTURAS INICIALES

Daría, de haber vivido en Metopa, su casual villorrio natal, o de haber permanecido en San Marcos de Colón, quizá no hubiese madurado para los sueños y el cántico Su iniciación poética nació al influjo de la antigua ciudad coloníal Sus casas, de anchos zaguanes, de largos corredores sombríos, de patios y traspatios, los numerosos templos y convenIos que llenan el aire de hondas melancolías en los ángeles

vespertinos y matutinos, l/las suaves campanas entre

la madrugada", "la dulzura del ángelus matinal y di·

vino que diluyen ingenuas campanas provinciales",

los cuentos y leyendas de muertos y aparíciones del diablo; todo influyó tempranamente en despertar su

inclinación poética

Su casa solariega, la de su mama BernOl da "ero

uno viejo construcción, o lo manera colonial' cuartos

seguidos, un largo conedor, un patio con un pozo, ár~

boles . " Era para él temerosa por las noches Anidaban lechuzas en los aleros Le contaban cuen– tos de ánimas en pena le hablaban de un fraile sin

cabeza, de una mano peluda, que perseguía, como una araña Se le mostraba, no lejos de su casa,

lo ventana por donde a la Juana Catina, mujer muy pecadora, se la habían llevado los demonios. y así se le nutría el espíritu con otras cuantos tradiciones y consejos y sucedidos semejantes De allí su horror a las tinieblas nocturnas, y "el tormento de ciertas pe· sadillas inenarrables",

A las leyendas narradas por la sirvienta a la luz

lojiza de los candiles, se unieron las precoces lecturas,

y qué lecturas Los primeros libros que leyó, encono trados en un víejo armario, fueron la Biblia, el Quijote

y Las Mil y Uno Noches, lo suficiente pOlo encender la imaginación de cualquier pequeño burgués, y para incendiar la suyo, naturalmente hiperestésíca

Hizo --como todos los muchachos de su época– los alegres viajes al mar, en carretas entoldadas, y vi· víó, como todos, aquellas noches de verano en las costos, donde las familias se juntan "bajo cíelos pro· fundas, llenos de estrellas prodigiosas", o jugar pren· dos.

4

Pero el soñador meditabundo que ya ha nacido en él, se fugaba de los alegres gi upos se apartaba frecuentemente de los regocijos, y se íba, solitario

con su carácter ya triste desde entonces, "a mira; cosas, en el cielo, en el mar "

Luego, llegado la adolescencia con sus perturbo.

doras transformaciones, sentía como una invisible

mano que la empujaba a lo desconocido, y así surgió el poeta, y "fuí un muchacho de largo cabellera, con ojeras, con sueños, y que se íba a confesar todos los

sábados",

Quizá, como Lope de Vega, había compuesto desde antes de saber escribir El mismo no recorda– ba la época en que comenzó, pero los primeros versos, publicados en El Termómetro -periódica de Rivas– fueron de 1880, cuando tenía trece años Desde su

inicio llamó lo atención, pues sus poemas eran ya me–

jores que aquellos de los viejos poetas, yo que Nicaro· gua había sido hasta entonces muy parca en hombres líricos, al extremo de que un escritor extranjero ha– bíala llamado un poco raramente "la Noruego del Trópico" Después de El Termómetro, todos los otros

periódicos se disputaban al "poeta niño"- como

dieron en lIamarle-- y por entonces surgían y desapa– recían publicaciones como El Centroamericano, El Re· publicano, El Verdadero Estandarte, El Porvenir de Nicaragua, El Ferrocarril, La Tribuna, El Cable Su fama leonesa llegó a ser nacíonal y luego ceno

troamericana

Por entonces, sus amigos lo indujeron a que fuese o la capital y en Managua enconhó el ojerosa y mele– nudo muchacho más anchos campos para el ensueño Cayó gravemente enamorado de "una adolescente de ojos verdes, de cabello castaño, de tez levemente oca· nelada, con esa suave palidez que tienen las mujeres

del Oriente y de los trópicos". "Ero alegre, risueña,

llena de frescura y delíciosamente pdrlera, y cantaba

con una voz encantadora"

Encendido de amor jamás escríbió tantos versos como entonces, Por las tardes, o por las noches, se iba al muelle de madera, se tendía en él, simplemente

Page 6 - RC_1966_02_N65

This is a SEO version of RC_1966_02_N65. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »