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« Previous Page Table of Contents Next Page »quiere el matrimonio, sucedió lo que relata en su Autobiografía
"Un día dije a mis amigos' Me caso l,a carca– jada fue homél ica Tenía apenas catorce años cum– plidos Como mis buenos queredores viesen una resolución definitiva en mi voluntad, me juntaron unos cuantos pesos, me arreglaron un baúl y me con– dujeron al puerto de Corinto, donde estaba anclado un vapor que me llevó en seguida a la República de El Salvador"
En cuanto llega a puerto salvadoreño telegrafía al Presidente de la República Este, Rafael Zaldívar,
que está casado con dama nicaragüense
1
lo recibe en
palacio El presidente fue gentilísimo, y le habló de sus versos y le ofreció su pi otección mas cuando le preguntó qué era lo que deseaba, contestó con estas exactas e inolvidables palabras, que hicieron sonreír al vOlón de poder "Quiero tener uno buena posición
50ciol ll
Zaldívar le envía al mejor Hotel y le da quinientos pesos plata "Al dio siguiente por la mañana estaba rodeado de improbables poetas adolescentes, escrito– res en ciernes y aficionados a las musas Ejercía de nabab Los invitó a almorzar Macarroni (el Hotel ero de italiano) mascota espumante El esplendor
continuó hasta la tarde, y llegó la noche "
Naturalmente el estilo de vida de su protegido llegó a oídos del Presidente, quien lo envió interno a un colegio
En tal prisión estuvo largos meses, hasta que un dio, también por orden presidencial, fue sacado para algo que señaló en su vida uno fecha inolvidable el
estreno de su primet frac y su primera comunicación
can el público "El Presidente había resuelto que fuese él quien abriese oficialmente la velada que se dio en celebración del centenario de Salivar " Escribe una oda, la recita, es celebrodo por la prensa, elogiado por el Presidente Pero luego no re– cuerda él mismo lo que ocurrió, sólo que perdió el apoyo del Presidente, que anduvo a la diabla con ami. gas bohemios, y que lo embarcaron de retorno a NicOlagua
Desde los días en que retorna de su primer y cor. to viaje por El Salvador, hasta los días en que prepara
su viaje a Buenos Aires¡ transcUl re la época más de~
cisiva de la existencia de Dorio triunfos literorios
inesperados viajes¡ éxtasis amorosos, desengaños ínti~ mas y desoladores duelos Toda su vida poste liar es– taría ya para siempre influida par tan eufóricos y funestos dítls.
"LA MAYOR DE51LU510N"
Vuelto de El Salvador se finca en Managua con un empleo en la Secretaría Presidencial Reanuda sus amoríos con la adolescente de ojos verdes y cabellos castaños que más tarde llamaría "garza morena". El joven tímido, que no había conocido aún el filtro he– chizante de los pi imeros besos, está enloquecido nunca escribió tantos versos de amor como entonces; pero, desdichadamente, pronto sufrió "la mayor desi– lusión que pueda sentir un hombre enamorado". Su hondo desconsuelo lo cantaría más tarde, y en esta íntima tragedia, no la prosa ajena, sino los propios desahogos líricos pueden únicamente expresar la desolación de su pena.
En su libro Abrojos hoy varios poemas lacerantes en que describió con detalles, aquella "mayor desilu– sión". Escogemos tres, tal vez los más significativos y decidores'
I
Lloraba en mis brazos vestida de negro,
se oía el latido de su COrazón;
cubríanla el cuello los rizos castaños y toda temblaba de miedo y de amor.
¿Quién tuvo la culpa? La noche callada
Yo iba a despedirme. Cuando dije. "¡Adiós/" Ella, sollozando, se abrazó a mi pecho bajo aquel ramaje del almendro en flor. Velaron las nubes la pálida Il,1na ..
Después tristemente, lloramos los dos
:1
¿Que floras? Lo comprendo. Todo concluído está.
6
Pero no quiero verte,
alma mía florar'
Nuestro amor, siempre, siempre
Nuestras bodas ., jamás. ¿Quién es ese bandido que se vino a robar tu Cor ano florida
y tu velo nupcial? Mas no, me lo digas, no lo quiero escuchar
3
Yo era un joven de espíritu inocente. Un dio con amor le dije osi'
"Escucha el primer beso que yo he dado,
es aquel que te dí .. "
Ella, entonces, lioraba amargamente,
y yo dije "jEs amor!",
sin saber que aquel ángel desgraciado liar aba de verguenza y de dolor
Por ello -según sus palabras- "a causa de ro
mClYOI desilusión que pueda sentir un hombre enamO– rado", resolví salir de mi país ¿Para dónde? Para cualquier parte". Pero siguiendo los consejos del an– ciano poeta y general Salvddoreño Juan J. Cañds, par– tió pard Chile. Entre varios amigos le arreglaron el viaje Llevaba como única esperonza, dos cartas de Cañas partl amigos de Santiago
Despidiéndose de ella, le dice, entre otroS cosos. "Esta es la última carta que te escribo. Pronto toma-
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