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res, de que mienlras no tuviese mis recreden– ciales, se me considerarí.a como Ministro de

Nicaragua, de Inodo que pude asisfir al ban– quete dellSanfo del Rey, en ese arlo; -y una

posición por fin, insostenible, hasta el mo–

mento en que llegó el nuevo Minislro Dr. Cas– frillo,- y fueron remitidas direciaInente al Ministerio de Eslado, mis carias de Reiiro. Hasla esta fecha, se Ine debían 45.000

francos (peselas); y ello puede COInprobarse

en las cuentas de Relaciones Exteriores, en

Managu<,-, y con las de don Crisanto Medina,

nuestro Ministro en París, que era quien me

pagaba.

No le quielo quitar Inás tiempo. Le he explicado hasta donde he podido, cOInpri– miendo los daios y las palabras. No se Ine ocu11a que el Gobierno carece ahora de dine– ro. Pero yo no pido -y allí están su efica–

cia y su gentileza- sino que Se me vaya pa– gando, a pocos, que para mi serán oportul1i– simas

y el Gobierno tendrá un reconocido, y Ud. un agradecido y sincero aInigo en

RUBEN DARlO

No necesitamos agregarle ningún co– mentario a esta caria que sobre el Inérito de estar escrita de puño y letra de Rubén Darío, líene el de da111 os, con daios y palabras

cOH"lprin'lidaEl, un sucinto rela!o de 'su vida

pública, expresada con ingenua franqueza en el pecho de un amigo que le Inostró desde 1.111

principio buena voluntad, como se 10 probó,

con hechos, recomendando su caso ante el Gobierno de Diaz, que apreciaba su valor.

(le",,,,,, lLug" V Da.,,,

Al tralar de las relacio-nes que el poeta tuvo con la Sultana del Gran Lago, no podeInos dejar de Inentar a don Genaro Lugo, que, des– de los propios comienzos del poetq-niño, tu–

vo para él cariños de comprensivo padre, que deseaba abrirle las puertas del éxito.

El doctor don Pedro ,J. Chamoh'o, en su libro inédito "Enrique Guzmán y su tiempo", libro que ya debiera andar por esos Inundas deshaciendo entuelios y dominando endria–

gQS que tanto pervierlen con sus crímenes

nuesh'" historia, (11 Se l"efiere a estas relacio– nes iniciales entre Rubén y don Genaro Lugo. No podeInos prescindir del título '¡don" tra– tándose de este gran admilador de Da;ío, a

qui.eu conocí y traté muy de cerca, ya viejo,

siempre amigo de las letras y del progreso palrio, cuando siendo yo Subsecretario de Instrncción Pública, era él Bibliolecario y r,:,uy aclivo por cierto, de la Biblioteca Na– CIOnal A él, ya octogenario, se le ocurrió -bella ocurrencia- poner. el retrato de nuestro poeta en el Salón de los Retratos de la Biblioteca Nacional, y me tocó a mí, en mi carácter oficial, por impedimento del Minis-

(1) Publicado en Revista Conservadora N' 47.

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tro Dr. Leonardo Argüello, pronunciar un dis– curso sobre este magno poeta considerado en su faz de intérprete cristiano de la sociedad moderna, de que había sido vocero en toda su expresión. (Este discurso lo incluimos en esta pequeña obra, en su lugar!.

Con esle apoteósico de Rubén Daría, con el que se puso, sin haber ejercido nUnca el Inando Inaterial enlre Jos Jefes de Estado, como verdadero príncipe de nuestras letras y pensares, y por lo Inismo, de Inás dil;,\iada influencia que la de los pequeños jefes que pasaron sin más derecho que el de tener en esa galería su retrato insignificante, ya que

no evocan, sino muy pocos entre ellos, nin–

guna emoción de bien ni grandeza, no hizo

más don Genaro que coronar al que en cier–

ta Inanera había puesto a andar en buena dirección por los caminos del Ade, con la

cara hacia la gloria. Esa iniciación cabal–

Inente es la que nos recl.lerda el Dr. Chama– rra en su inédita obl"a. Dice:

"En enero de aquel mjslno año f 1882) llegó

pOl prhnera vez a Granada Rubén Darí.e, y visila a

Guzmán He aquí como consigna este en su "Dia– rio Intimo" la impresión que le causa el joven bar– do, que selÍa después consagrado como el genio de

la poesía latinoamericana: "Con una carla de Gena– 10 Lugo y acompañado de un joven Salinas, se me plesenfa el novel vafe Rubén Daría, a quien llaman

el "poeta-niño" Parece fener de quince a diez y

seis años: es en realidad un niño Me parece sim· páiico: at'\u no 118 podido juzgar de su inteligencia" "Pocos meseS después ya puede juzgar del ta– lento del poeta, y así escribe al mismo Lugo: "Feli– cifa en mi nombre a Rl.lbén Daría por sus versos pu– blicados en el 11 úmel o seis del "Eco de la J u venfud".

Hasta aquí el Dr. Chamorro, pero de lo

dicho sacamos en claro el interés vivo que

Lugo seniía por el naciente b.ardo N~cara­

glíense, desde luego que Guzmán, tan parco

en elogiar versos de principianfes, escoge a

Lugo para elogiar los que Rubén escr~biera

en el "Eco de la Juventud". . Cuando me tocó, con honda satisfé¡cción de mi parle, acceder al deseo de Don Genaro de pl"onunciar un discurso en el solemn", acto de desvelizar el Retrato de Rubén Darío en la Biblioteca Nacional, no conocía esla liga paternal que unía al ya viejo y achacoso gra– nadino con el poeta, y francamente, si lo hu– biera sabido le habría dado quizás, y sin qui–

zás, aira orientación a mis ideas, arrasfrada

por la el110ción de entusiasmo que habría senlido mi espíritu, en presencia del viejo de– crépito de cuerpo ya, pero joven de intelecto, orientador de glorias, que dolorido por la muede prematura del hijo mental, se conso– laba glorificándolo en el lienzo, haciendo que la república le rindiese el merecido ho–

rnenBie a su gloria, de que en esa ocasión

tuve la honra de ser intérprete, como Subse– cretario de Insh ucción Pública, en la signifi– cativa coincidencia de unirse dos granadi– nos, Don Genaro y yo, en la glorificación del insigne leonés.

PEDRO J. CUADRA CH.

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