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Critica Judicial CrUica interprefa!;"..

mente la reflexi6n, el cotejo inevilable entre la labor directa del pensamiento poético, creador de belleza en la obra de arte impe. recedera, y el defec10 apuntado, que resulta a veces lunar que amerita como sombra al cuadro para darle relieve.

Para esclarecer el caso de Guzmán frente a Dado a quien parece no haber comprendido, como lo interpretara al leer AZUL Valera, hay que tener en cuenta que existen dos clases de críticas: una judicial, que se basa en cánones conocidos y preconcebidos para la apreciación de la belleza artística, fue– ra de los cuales no se concibe buena ejecución de obra de arte; y oira más moderna que Se puede llamar interpretaiiva o proceso de in– terpretación que no reconoce en sus aprecia–

ciones cánones previos ni preconcebidos, sino

que la obra Se aprecia desde el punto de vista del artista, interpretando su sensibilidad y

sus propios conceptos de belleza, y una vez establecida esa visión, resulta la crítica inter– pretativa de la obra de arte apreciada con sus propios cánones, a su debida luz solar. Para esta labor de alia crítica toda obra de arte tiene luz propia como el sol. La otra es como la luna, ilumina con luz de precepios retóricos ajenos, reflejados en ella.

Tiquismisquis Gramalic..l No necesitamos decir

que la crítica de don Enrique Guzmán perteneció a la primera clase, bajando hasta la ínfima categoría del tiquismiquis gramatical, red que no podía

aprisionar a un genio innovador corno apun–

taba ser Daría; y en ese caso, eS ley literaria inevitable que sien'lpre sale vencedor el ge– nio creador por encima de la crítica judicial, que sólo trabas suele poner, trabas que no hacen más que manifestar la sangre del po– tro que las salva sin caer, de un hermoso sal– to. Tal Daría, triunfó y se manifestó genio, por encima de las críticas de Guzmán, las que no hicieron más que volverlo más brio– so y brillante, pudiéramos decir más pulido

y correcto cada vez. El efecio de la crítica judicial es igual al de la lija sobre la made– ra: la pule y afina, pero gasiándose e inuti– lizándose. Por eso el escritor que emplea su ingenio en sólo encontrar gazapos, gra– maticales o retóricos en las creaciones de ar– te del poeta o artista literario, puede encon– trarlos indiscutiblemente, pero con su acumu– lamiento no hace obra perdurable, sino efí–

mera y pasa.jera, sin sustancia ni consisten–

cia. Las críticas de don Enrique valen poco

por eso, y si como escritor cas±izo mereCe

puesto importante en nuestra literatura es por sus aportes de valía literaria indiscutible, aun dentro del campo gramatical y no por sus criUcas que no le mermaron un ápice de su gloria al gran poeta.

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Dado Crítico Nos vemos obligados a segui!'

considerando la actitud del poe_ ta frente a la crítica, pues antes de irse de Nicaragua tocaba con granadinos al ser obje_ to de ella. Con este motivo nos ha contado don Mariano Zelaya B., en su juventud muy amigo de Daría, un episodio que pinta al vi– vo la irritabilidad del poeta como un "pri– mum movens", y la hidalguía posterior, al reflexionar y reaccionar ante la crítica, sana y justa.

Había escrito Daría un poema sobre Víc_ tor Hugo, con motivo de su muerte en 1885

y Se lo llevó a don Mariano con la solicitud de que obtuviera un juicio del Lic. don Ri– cardo Contreras, noble mexicano que ejercía profunda influencia literaria en la juventud de ese tiempo corno maestro y literato por to– dos justamente apreciado. Don Mariano le escribió a Contreras pidiéndole la crítica del poema, y Contreras se negó de primas a pri– meras, manifestándole que de hacerla no sa– caría más que el enojo de Daría. Mas como

esle insistiera con don Mariano en conocer

el juicio del sabio y magnífico señor Contre– ras, volvió don Mariano a pedirle la crítica, y ella vino, no empero como la esperaba el poeta que, a semejanza de Dios, al ver la Creación, había dicho al contemplar sus ver– sos sobre Hugo: "vale bona" todos magnífi– cos. En su vanidad de poeta adolescente, había pretendido el elogio y no una sincera crítica del poema.

Pero aunque es de suponerse que don Ricardo Contreras tué sincero en su juicio, te– memos que no haya sido la suya más que crítica judicial, de código preconcebido, y el poeta ha de haber tenido en su propia satis– facción más razón que el crítico, a no dudar– lo.

Al recibir, pues, Daría la crítica de Con– treras, se puso furioso y pocos días después le llevó a enseñar a don Mariano unos ver– sos trell'lendos de injuriosos contra el viejo Zoilo, enell'ligo de la juventud, etc. etc. Don Mariano lo recriminó fuertemente contra esa ll'lala pasada que le hacía, y le dijo: "Por tí;

a tu reiierado ruego, le pedí a Contreras la, crítica que no quería darme, porque ie co– nocía, y ahora me sales con que Contreras tenía razón. Si publicas esos versos, no te vuelvas a meter conmigo. Daría, dice don J\1ariano, me volvió a ver con ojos profundos, n'le dió la razón y rompió incontinente en mi presencia los tremebundos versos y poco des– pués publicaba otros, honrando cual cum– plía al sabio maestro, versos que andan pu– blicados en el número de sus prin'leras pro– ducciones.

Esta impresión favorable a Contreras, a pesar de este incidente que, como ligera nu– becilla ofuscó su vista por un minuto, la pu– blicamos por haber intervenido en ella un granadino amigo de juventud de Rubén; Y acabamos de ver que le duró siempre al vatel pues estando en Chile, en 18l;l8, escribiendo

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