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« Previous Page Table of Contents Next Page »de la ley, en aquellos Hempos en que la 1'11– ternabilidad era realidad política viviente, se ha de haber hallado sin los emolurnentos que le pJ;"()porcionaba su empleo. "Mi tra– bajo en la secretaría del Presidente, bajo la
dirección, dice, de un ínfimo amigo escritor,
que tuvo después un trágico fin en Costa Ri– ca -Pedro Ortiz- me daba lo suficiente pa–
ra vivir con cierra comodidad".
Fal±a sin duda de ese trabajo, con el
advenimiento de Cárdenas, aceptó la oferta sui géneris de Vargas y se vino a Granada a ser empleado de comercio. Instálase en el Hotel de los Leones, convertido nuestro gran poeta, por la gracia de un joven pudiente con hábilos de :t>,J[ecenas, en empleado de comer– cio. Los gastos de! poeta en el hotel corrían todos por cuenta del espléndido señor Var– gasl Y Daría repitió, en los pocos días que le duró el empleo en Granada, la vida que hi–
ciera en San Salvador, cuando recién llegado
a Cusca±lán, le obsequió el Presidente Zal–
dívar, según cuenta, para sus gastos de per–
manencia en sus dOTIl.inios, con unos qui–
nientos pesos plata. "A los pocos días, re–
cuerda el poeta, 105 quinientos pesos se ha– bían esfumado", y en consecuencia, fué iUN
ternado de profesor en un Colegio, sin permi–
so de salida de DIclen superior sin réplica, donde quien manda, manda. Lo nlisrno que en el Colegio, le pasó de "dependiente de
comercio". No ha de haber servido para na–
da en esos menesteres n"lercan:liles, es claro.
EgA'C!1ia. b1t~aiñVl~Hl Los poelas, más que los an-
tiguos crisfianos son sereS
lato::::, "infructuosi in nego±iis", infrucfuosos
en los negocios, corno los motejaban los
paganos sórdidos e incomp:tensh~9S y si a
esa su egregia inutilidad de soñador em– pedernido se agrega su crecienle cuenta en el hotel, al favor de la carfa blanca, ya pue– de sacarSe la consecuencia de que no le du– raría gran cosa el empleo. Todo el mundo 8e reía de la peregrina ocurrencia de Vargas de hacer de un poeta empleado de comercio. Curioso sería encontrar el delalle de la cuen– fa que Mr. Downing presentó enronces al se– ñor Vargas, responsable de los gasfos de su genial enepleado, al cabo de una o dos sema– nas de regalarle el pico opiparamenfe a tan egregio huésped! El Sr. Vargas Se fué de es– paldas. Ha de haber habido hasta chaIfr pán, el licor favorito del poeta desde joven! Aquello no podía seguir así, y el Sr. Vargas hizo comprender al poefa que no esfaba bue– no para el comercio, y lo despidió a buenas con sobra de raz6n. El poera se fué de Gra– nada, sin dejar la neenor-huella de su estada,
breve corno nube de verano, o como rápida
exhalación en noche serena, apenas recorda– da por alguno que oho de los viejos granadi– nos que lo conocieron de fijo V sabían que aquel joven empleado de comercio era el
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Poe1a-Niño, el mimado de León que quiso Un
día dedicarse a la vida prádica en Granada.
Este fué el segundo contado del gran Poeta con la Sultana del Gran Lago, que le ofreció albergue en dos ocasiones sin éxito, por mutua incomprensión. En la primera, porque el poefa no quiso aprovechar el cau– dal de su cultura acumulada en el Colegio
de San Francisco, corno en áurea mina viva.
En la segunda porque el Poeta hizo el con· tacto fuera de su vocación, y la corona del éxito comercial no cupo a la medida de aque– lla cabeza llamada a ser coronada por los laureles sempiternos de la gloria.
l\jJ",,¡o l! ia oc:"i!I;." Hemos visto dos contados
de Rubén Daría con Grana– da. Forzosamente, en el período de la ini– ciación del poeta en la vida pública, tenía
que topar con granadinos que fenían en esa
época la hegemonía política con cU,atro su–
cesivos Presidentes, GuzITlán, Ouadra, Cha–
morro y Zavala. Con Cárdenas, que fué cuando vino a Granada el poefa a ensa– yar vida mercantil, cesó la hegemonía gra– nadina absolufa, conservándose orienfal siempre. Con la política granadina, no le fué mal al poeta, debemos reconocerlo con satisfacción, pues bajo Zavala ocupó puesto en la Biblioteca Pública, su verdadera Uni– versidad. Allí {ué donde se empapó de los clásicos y leyó las principales obras de la li– teratura universal y con Zavala también ocu– p6 al lado de Pedro Ortiz puesto en la Se· cretaría del Presidente, con que lo pasaba có· ll,odmnente.
Pero Granada no tenía s610 la hegemo– nía política. Hasta cierto punto ejeróa tam– bién predorninio en el pensamiento nacional desde la cátedra del periodismo. No dejan de tener concomitancias la política V la crHi– ca: aquella dirige hombres vesta enjuicia ideas y formas del pensamiento; V en esé Hempo ejercía verdadera soberanía crítica en el país don Enrique Gllzrnán, que enfren– tándose a Darío, joven incipiente, le hizo pa–
sar muy malos rafos, que años después re~
cordaba sin agriura, corno lo dernostró Enri– que Guzmán hijo, citando una dedicatoria del poeta a su padre.
Ha habido una especie de contienda in– telectual sobre la influencia de cultura que Guzmán ejerció en Darío, acepfada por uno, e! Dr. Salvador Castrillo, y negada con rotun– da negación por otro, Gustavo Alemán Bola–
ños. NOGoiros creernos que la crífica ejerce
siempre fecunda influencia educadora, no pOlO acción direda V orientadora de la crítica, si–
no por vía indirecta de reflexión del sujeto
censurado o criticado. Así le pasaba a Daría con don Enrique Guzmán, cuya crítica, algu– na vez pasada de tono, V desacertada mu– chas, hería en lo vivo al poeta por aquello de que los vates son irritables, pero pasado el escozor del momento, sobreviene forzosa·
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