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florece en un himno triunfal; más, encanta sobre todo por su indunlentaria artística. Ex– traña postura la de este monomaniaco ebrio–

fJO, que leme a Dios y ama a la Santa Madre María, que vive en la blasfemia y en el peca– do, para subir acto continuo al monte de la piedad.

a la Rose

Inmense dos purs venis de l'arnour

.: A la chas±e abeille qui se pose

Sur la seule fleur d'une innocence lni-clase

Es esia complexión de ángel y demonio, de iluminado y de incrédulo, lo que atrae 'l

pasma y hace fijar los lentes de examen en lan raro ejemplar de la insania dolorosa. Tras Verlaine, Mallarrné, el que recogió el rolo clarín épico del desventurado maeslro de Les Poémes 8aturniens, por unánime y

reflexiva voluntad del cenáculo intelectual

parisiense.

y así es como yo me explico el estudio de Daría sobre el mago de Les Fenétres: pá– ginas de asombrosa incoherencia con refle– jos de un conocimiento intuitivo de su obra sorprendente. "Las formas últimas del pen–

samiento europeo son perfectamente inlradu–

cibles al castellano, lengua de conquista o de

adoración pagana, en la que Se desvanecen

las penumbras". Tal para cual.

Insisto: ignoramos los modernos procedi~

mientos estéticos.

Ha de admirar por aquí, que la veta li–

ieraria suba hasta la especulación en las re–

giones macabras.

El satanismo, la magia, sirven de rico y

no exploiado filón a Huysmans y a JulE)s Bois para escribir libros admírables donde las lra– diciones antigua" y viejos ritos religiosos -un catolicismo romántico- aparecen dibu– jados por el lápiz de esoS artistas con- ionali– dades peligrosas para la Teología romana. Fuera de esto, ellos preSU1'(\en, trascienden el amor

~ su modo, y lo revelall e~ escenas abra–

cadabrantes _.. _.una llamarada roja de sensua– lismo atro:¡~-, escenas en que la cantárida provoca los espasmos infinitos en las mujeres c!oróticas y en los mozos imberbes consumi– dos por las fiebres de los deseos lúbricos. Además... creen en el ocuUislno, en la Mi– sa Negra, y el saba1.

¿Pueden darse lnayores y encantadoras ex1ravagancias?

¿Y el masoquismo, el sadismo y el feti– chismo?

Por el aIro lado, ¿y el vizconde de Vo– giié y Leon Bloy?

Necesitmnos -pues- regoClJarnos con esos estragos literarios en cerebros malsanos, para que na nos cieguen los fUgaces resplan– dores que de cuando en vez van cerieros a ,herirnos la retina.

Para mí, ahí está lo positivo del proble. ma, lo repito.

Me refiero a Nicaragua, aunque podría concreiarme a las Américas hispanas, excep~

ción sea hecha de México y ] a República del Plaia.

Va pasando el turbión, felizmente, por

eJ espon:iáneo y diíícil esfuerzo de un escaso aposiolado infelectual; pero, aun se piensa

en Nicaragua en el bárbaro absolutislno de la

gramática, en la m.é±rica encogida, en el ri–

garoso surco del léxico espaí'íol, ±iraje de 1884. Las reglas! Los neologislnos! Donosa salida para los improdudores en cuyo huerio

no canta el ruiseñor aladas arrrlonías!

Sucede que nuesiros aroables Arisl:arcos se asus1:an cnanclo oyen que el joven heraldo de la aristocracia ele las leiras, anuncia: in–

ventor novedad! Lucidos se quedarán los se– ñores profesores con su pendón arcaico.

Leo en un sesudo arlí.culo con que Da– ría abre la sección an1ericana de Vida Nueva,.

que el dador argentino Luciano Abeille pro–

voca una revolución en el lenguaje de su

paJs, revolución que acredila ciencia profun–

da y no común a11ura menial.

Sepamos de Abeile: el lenguaje se ase– rneja a una tabla de bronce en que cada ge– neración y cada ele111en±0 ha grabado algu– nas líneas: preiender reducir el argentino al

castellano, no sería sino querer horrar los ca–

radere,g y rasgos que le dan todo su precio. Es como si se redujera el español al latín, tentativa no sólo vana é ilógica, sino también conlraria a la hisioria y a la lingüística. Daría seguidamente escribe: el purismo es hoy ya planta rara en el Río de la Plata; en calnb10, en Tegucigalpa de Honduras o en León de Nicaragua, no faHa el licenciado fósil o dómine indígena que ande con la cer– batana o la flecha a caza de galicismos.

Pálrafos llenos de punzante iniencián:

apenas le cambiaría yo la frase León de Ni– caragua por Granada de Nicaragua. (Por la verdad y por la justicia) .

*

Llegarelnos, si, llegaremos larde o tem, prano, a la florescencia de un nuevo Sol que

disipe las brumosas "hinchazones re±aricis..

fas" de los apegados al tienepo viejo A la juveniud le corresponde el irabajo del pre–

sente para preparar la aurora del mañana.

Métodos nuevos, nuevas armaduras, or..

namentación característica: un ideal I un ideal!

Y para cerrar con llave de oro, las he!–

masas pa.labras de namiro Maez±u, valien!e" menIe exhibidas cerca de la ilusirísima Aca– demia Española, como si dijéramos, en el ri·

ñón del optimismo ideológico:

El espíriiu americano necesita otros mol– des; necesítalos también el espíri±u español,

que no es el andaluz, ni el bable, ni el ma– llorquín, ni el castellano, ni el vascong_ado,

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