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iemblará suiilmenie una frágil corrienie

de suave luz, como U11 lejano día

QUISO QUE SUS DESPOJOS

FUERAN PARA SU PATRIA

Vuelve a desatarnos la ausencia nuestra doble fraternidad de co:azón.y de intele~o,

me dijo cierla noche, baJo el CIelo de I:spana, ·unto a un tren que se iba, iras un abrazo largo de triste despedida. y una lágrima me cegó las pupilas. Mas luego, una espe– ranza amanecía en lo más hondo de mi serl una esperanza que tiñóme de rosa mis nubla– dos, y me secó la lágrima. Volveremos a vernos!

y hoy. . . fui yo quien lo vio irse. . y las lágrimas que ciegan mis p~pilas y Il1e que: man los párpados no podran sonrosarse nI

secarse con el amanecer de una esperanza,

porque la SOIl1bra de ausencia postrera es la sombra infinita, de una infinita noche sin

aurora.

Permitidme que evoque la visión de un recuerdo, triste y dulce, C0Il10 la grata me– lancolía de las horas lTIurientes de un cre– púsculo.

Rubén yacía sobre un lecho de enfermo, en el rincón de una provincia francesa. Sen– líase Il1orir. En el cuario alquilado, la noche de una angustia flotaba sobre la soledad I

Era el silencio COlUO la tiniebla del sonido, y era la sombra C0Il10 el silencio de la luz.

y sintió el poeta, enfermo, que en la mente le dolía una idea y que en el corazón sangraba un sentiIl1iento. Era la idea de la Pairia, y el sentimiento de expirar lejos de ella. Era su Nicaragua, su tierra desgracia– da, abatida por la teIl1pestad y asolada por el inforlunio: la tierra en que él pensaba BieIl1pre, la que llevó entre sus ansias, la que no salió jamás de sus instintos, y que debía Ber por la airacción de los destinos, regazo para su agonía, Il10riaja para su cadáver y osario para sus huesos.

y esa idea y ese sentimiento fueron cre– ciendo en él C0Il10 una obsesión de Il1oribun– do. Y, cuando Il1ás no pudo, cogió el poeta a su enfermero de la Il1ano, y le rogó escribir lo que él dietara. Y lo que aquellos labios, al parecer indiferentes, dietaron, era como el poema de un desbordante amor de hijo, cris– lalizado en lágrÍIl1as.

"La ReJ?úblíca Argentina fue una tiena de gloria

para mí, dilO él. Háblase ya de conservar mi cadá– Ver. Lo agradezco. Pero quiero otra cosa: que mis despojos sean para Nicaragua. Ya que mi patria

no me guardó vivo, que me conserve muerío"

SANTIAGO ARGOELLO

A1JO,t:u!o, filósofo, prOreilor. ensl\)'lstn. nocta v n'rnrl .... Autor de numerOJR5 obnn como "Ocoso", "El Potma

de la 1'''''0'0'' "'" ~hJ\.\ ell mi", "EI VAquero del Corliju". "Mi memmJe A la Juuntud'" El Dl\'ino

Plnton". etc.

Y el dedo de Dios le señaló el camino. El vino lentamente, paso a paso, a reci– bir el beso con que sellaron su fuga de la vi– da los Il1isIl1oS labios que lo besaron al nacer

en la cuna.

El ya tiene el regazo de madre que que–

ría.

Y ella, la Patria, ya se vio converiida en tilla esplendorosa tumba de la gloria de su hijo.

Si sienies sed de aUura.

y del éxtasis la estrella ves que en tí, débil fulgura,

en tnísticos instantes, en la calma

de tu cansado ser, tienes empeilo de buscar solo á Dios, único dueño,

y en el lago hiperb6reo de tu altnB pasa la góndola del sueño, enila

La capilla

fe espera¡ y el coro

su regazo ie ofrece de sombras, cada vela brilla, tnieniras rezonga el rihno del órgano sonoro Parpadeando, cada vela brilla como invertida lágrima de 010

y sobre el raso virginal del manio de la

(Madre María,

y entre ese fulgor suave como de alpina cumbre,

y en un bajel, del cielo ribereño. :le vas á ver pasar sobre la lumbre, embarcando en la góndola del sueño.

El órgano sonando

Tú, rnedio hundido en tu cojín de incienso, sobra intangibles olas navegando .

y en el místico ardor de su delirio, cogerás la custodia enire sus manos,

y pegarás tus labios al martirio

que en la fonna se imprime, tus humanos labios ansiosos de blancura, nústicos labios, labios sabios, labios que buscan airos labios para arrancarles la amargura, labios que anhelan lo sagrado, labios sedienios de la hiel, labios que buscan el costado para sorber la sangre en él.

Y. al sordo son de una salmodia, pondrás sobre fu rostro la custodia

y esa custodia, con sus rayos rojos, te cubril á los ojos,

mientras la casía forma, la que :lu ahna invoca,

un albo sello te pondrá en la boca.

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