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Entonces el médico entregó el cerebro a la viuda Estaba muy desagradado, pálido, y dijo

-Este cerebro nos pertenece a nosotros, los leo· neses y puesto que ya ha intervenido la policía, es bueno que lo lleven a la Dirección de la Policía para que la autoridad resuelva Murillo

-El cerebro es de la viuda, mi hermana, es una reliquia de la familia Debayle

-Lo veremos Que la autoridad decida Emocionado Debayle, casi no podía hablar. Era una situación incómoda y violenta.

La viuda en un gesto P' imo e~tregó el cerebro a su hermano don Andrés, para que lo llevara a la Direc– ción de Policía

El Di, ector consultó entonces el caso por teléfono con el Presidente de la República, y el alto funcionario ordenó que lo entregara a la viuda Cuando hacía la consulta, la viudo dirigió al Director de Policía la es– quelita siguiente

"Sr Director' es un escándalo y profanación que el cerebro de Rtjbén esté en las oficinas públicas, escándalo y profanación Suplícole devolvérmelo in–

mediatamente -Rosario"

y otro billetito a su hermano decía

"Andrés Trae inmediatamente el cerebro No

me conviene que esté allí -Rosario"

A Debayle lo guiaba un propósito científico, un espíritu de investigación poro estudiar lo áurea célula del poeta

Todo extraño lo que sucedió en la muerte de D"río

Cayó casi de modo trágico Sol del arte, sol intelectual, armonizaba con el sol de la naturaleza. Asi se explica que en los momentos en que éste eclip. sara, algunos días antes, y cuando el eclipse lIeg6 al máximum, el poeta expel imentara un terrible paroxis– mo Se estiró en el catre cuan larga era y quedóse rígida, como muerta.

Innecesario es conocer estos pormenores, desde el tl'\fi.'no hasla el supremo Punible sería ocultarlas de lo I'\oticia universal

Cuando se troncha una encina en la selva, los árboles secundarios se doblan, se quiebran los paró–

sitos muelen, los lianas se rompen, los pájmos tiem–

blan La caída es una catástrofe; lIénase de pavor la hondonada, retiembla la tierra

Si Rubén Daría hubiera sido un simple mortal, no hubiera sacudido tanto coraZÓn como sacudió en su caída

Cuando se dijo que se repudiaba mi nombra– miento de orador de la Municipalidad de Managua, a

causa de mis artículos, encontré tal determinación

ajustada a los términos de la catáztrofe.

Sufría mi amor propio de hombre, pero triunfaba

mi íntimo criterio de escritor

y cuando más tarde supe que algunos corifeos azuzaban al pueblo contra mí, se afirmaba mi filoso–

fía, enraizaba mi convicción, y, augusta y qr9matiza–

da, con perfiles de leyenda, surgía de su catafalco la visión del sublime esteta, revolucionario en el mundo, revolucionaria en la tumba.

Su paroxismo a la hora que ecilpsaba el sol, la operación, la autopsia, la extracción del cerebro, el sabio que lo lleva, la policía que lo quita, las peripecias de la agonía, la voz de las pasiones vibrando como Un

mar, todo esto, inusitado, extraño, nuevo, grande, ar.

monizaba con el poniente del genio cuya muerte ha dejado mucho fría en el corazón de la raza y un gran dolor en el mundo

AUTOGRAFA DEL DR, DEBAVlE

De su puño y letl a, el eminente médico hace relación de la escena que se verificó en la cámara mortuorio del poeta, después de extraerle el cerebro La autógrafa está escrita con lápiz, y dice

"La señOla de Daría autorizó al Dr Debayle a conservar el corazón y el cerebro mas el día de la aulopsia sólo se le extrajo el corazón dejando el cereo bro

Al siguiente, Andrés Murillo, deseoso de conser– var el corazón lo pidió olOr quien aceptó dorio si se quedaba con el cerebro, con el fin laudable de hacer un estudio de esta víscera, como Antomarchi lo hizo con la de Napoleón Convenidos, Deboyle pracedió en la noche siguiente, cuando disminuyó la muche. dumbl e de los asistentes que velaba en capilla ardiente

en la casa mortuoria

"Por una hábil y muy fina intervención, pudo Debayle, acompañado de Lora, de sus hijos Enrique y Roberto, de los pi acticantes Luis Hurtado y Sérbulo González y de don Francisco Castro, al rayar el alba, extrae,- el cerebro del poeta, sin dejar señal alguna en el I'ostro, ni en el cuero cabelludo, sin deformación alguna, en la f, ente espaciosa y alta del genio, sin siquiera manchar su impecable traje negro, pudo, re· petimos, extraer la masa encefólica con todo y el ce– rebelo y parte del bulbo, recibiendo apenas en los lóbulos ¡,ontales Una Iigercl hendidura de sierra, finí– sima y especial, que ca' tó el cráneo (Esta sierra y los demás inst, umentos da la autopsia los conserva Debay– le en su museo patológico como reliquiasl.

"En cuanto Debayle sacó el cerebro, hizo un rápi– do análisis de su peso, morfología, meninges, etc, y

resultó como extraordinaria característico, la diferen~

Lia entre la telcelo circunvolución de Broco y la ho~

mólogo del lado derecho Los profesores y don Fran– cisco Castro tuvieron un diálogo acerca de la forma insólita y el desarrollo marcadísimo de esta circunvo– lución

"La hendidura, ciel tas lesiones especiales, de la

meninges, (a las cuales nadie ha hecho alusión) y un alfile, especial colocado entre los dos hemisferios, son

seguras revelaciones de los médicos, las señales más

características, para identificar en todo tiempo la pre–

ciosa reriquia

"Cuando los profesores Debayle y Lora colocaron en el líquido conservador el cerebro y lo enviaban o

sus Laboratorios, con la confianza de un convenio

anterior, Murillo se interpuso diciendo primero que más tarde lo remitiría; después, no queriendo dejarlo llevar. La escena se hada violenta y Debayle ind.ig– nado tomó el recipíente y la entrgó a un policíd, qUIen

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