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« Previous Page Table of Contents Next Page »grandeza, de magnificencia los un pueblo que llora al hijo querido, que se arrodilla como la herolna de la
Biblia a refrescar ,a ungir, a santificar su cuerpo con
sus lógrimas Recordamos la historia de los funerales de Lope de Vega, de Calderón de la Barca, de Víctor Hugo, de Zonilla, de Castelar, grandiosos son reful–
gencias de apoteosis, c1m inadas de gloria, epinicios
olímpicos
Dar lo es conducido por 15 per sanas
Colocado el cadóver en el salón de honor, le ha– cen la guardia los miembros del Municipio, del cual es jefe el doctor David Argüello
A las nueve de la noche se verifica una solemne
sesión Municipal, en honor al poeta Es tan numero–
sa la concurrencia que el local resultó eshecho y se
quedaron centenares de personas en el Parque Jerez
Durante el acto fue colocado el retrato del roeta en el mlón pr incipal y leyó un elocuente discurso, en representación de la Comunidad, el doctor Manuel Tijerino, fino poeta y abogado
lloros después de haber sido trosladado el cadó– ver cir culó el ocuerdo municipal declarando de duelo la ciudad y ordenando crespones en el Palacio de
Ayuntamiento y en las casas porticulores
Lo ciudad conesronde inmediatamente En to-das las calles se ve enlutada la bandera nacional
También se agitan las de países extranjeros que se
asocian al dolor pLlblico Poderoso desfile de pel sa– nos, de todo sexo y rango, llegan a la casa de la Co–
mUllO, en demostl ación de duelo Pero veamos lo
que había sucedido la noche del siete
LA NOCHE DH smm
Yo en capillo ardiente el poeta en la casa mor– tuoricl, resolvió el Dr Luis H Debayle extraerle el
cerebro, que no se le tocó cuando se hizo la autopsia
y embalsamamiento
Lo operación la practicó acompañado del Dr Es– colóstico Lora, en lo noche del 7 de Feblelo Mejor dicho, en la madrugada del ocho
Cuando la hicieron, doña RosO! io, la viuda¡ se
eneantl aba dar mido Fatigada por tantas noches de desvelos, quebrantado su espíritu por la pena, ,eposa–
ba en el cuarto vecino
De la familia sólo estuvo presente el cuñado del poeta, don Andrés Murillo
El Dr Debayle llegó con su colega y tres o cuatro ayudantes, a las cuatro de la mañana Y empezó el trabajo
Médicos y ayudantes se visten los delantales blancos, la copucha, y toman las precauciones profi– lácticas y pI aceden
Majestuoso, solemne¡ parecía el poeta en su tari–
ma blanca un mistel ioso sacel dote de los antiguos ritos, un dormido fellah orientol, cuando no un faquir
a quien sorprendiera el éxtasis eterno
Su cuerpo grande, pólido, vestido de negro, se destacaba en el fondo de la sala pequeña en donde murió Corría una bl isa helado Por el oriente em– pezaba a manifestarse una rosada claridad
Colocado el cadáver sobre la mesa, brilla el bisturí
alrededOl del cróneo, y el médico (Debayle) recoge y dobla la piel cobelluda Después la menuda sierra muerde el hueso con tenacidad, y 01 cabo de algún
tiempo queda al descubierto el cerebro, un celebro
hermoso, de células amplias, muy desarrollados los signos temporales indicadores de la energia del pensa– miento (Circunvalación de Broca)
-Aquí estó el depósito saglado Aquí estó, dice el cirujano
y lo tomó con respeto
Lorgo rato estuvieron todos contemplando la ma– sa gris en donde incubara el genio sus portentos Se agitaban las 1I0mas pólidas de los blandones y enviaban una luz vacilante sobre aquel cuadro de dolor
Después el Dr Debayle colocó el cel ebro en un depósito con formalina y lo entlegó al señor Murillo Desinfectado, preporodo el cróneo, fue cen oda, y el cadóver colocado nuevamente en la tar ima blanca Ya ela de día
y empezó una escena íntima
I-lacia rato que el D, Debayle observaba al tro-vés de sus espejuelos al señor Murillo Por último, le dijo, subrayando las palabros
-No sé qué intenciones te adivino Mur illo le pregunta,
-¿POI qué me haces esa observación? Y ogl ego
Mis intenciones son buenos Quiero observar el cerebro, guar darlo, y evitar pOI ahora penosas exhi–
biciones Es un sagrado recuerdo pOla mi hermana
Al oir la contestación, el médico quedóse viendo con fijeza a Murillo Tras los quevedos brillaban in– tensamente sus pupilas
Llaman de momento a Murilla del interior de la cosa, y, tan pronto se ousenta de la sala, Debayle to–
ma con rapidez el vaso que contiene el cel ebro y sale
o la calle Viste todavía el delantal y lo gorra con que opelObo Camina por la acera a poso lápida En aquellos instantes vuelve Mur illo a la sala, y 01 dorse cuenta de la desaparición del depósito y del doctor Debayle, corre o despetlar a su hermana y le
jnfOl ma
Se dil ige después al cuel po de poli,i.ales que guorda la casa, reclama su ouxilio y sale a escape un pelotón tI as el doctor que iba ya como a cincuenta va– ras de distancio
Le dan alcance, lo rodean y lo obligon a volver
(1 la casa
En tan críticos momentos, se presenta en la puer–
to doña Rosal io, a quien habían despertado las voces alteradas, y plegunta -¿Qué es el escóndalo? Mientras tanto Murillo decía -No se lo lleva Ud Debayle contestaba -Sí me lo llevo
Al darse cuenta de todo doña Rosario, dijo al pelotón de policiales que hacían lo guardia y que el Gobierno habla puesto bajo sus órdenes
-Prendan, capturen a ese homble, lefiriéndose al Dr Debayle
Y los policiales procedieron.
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