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« Previous Page Table of Contents Next Page »Ayer lunes se confesó el poeta con el sacerdote don Félix Pereira Después de todo, es un creyente que sigue la fe de sus mayores.
Mi sendero elijo
I mis ansias riio
Por el crucifijo,
Hoy le suministró el santo Viótico el Excelentí– simo señor Arzobispo don Simeón PereilO y Castellón
Va revestido el Arzobispo con los ornamentos de su elevado ministerio y asistido de los sacerdotes con sus capas pluviales Bajo un hermoso palio rojo con flecos dorados, lleva el Sacramento
Marchan dellós los cinco canónigas de la Santa Iglesia Catedral y dos canónigos honorarios Todos con roquetes y mucetas moradas A continuación, el alto clero y como 16 sacerdotes más Cierran éstos el corteja ritual.
Después, el numeroso cue. po de seminaristas y los educandos seglares del Colegio Seminario de San Ramón, can uniforme de gala, y llevando el pabellón nacional Por último, gran número de distinguidas damas y caballeros, y gente del pueblo
Todo un cuadro solemne, majestuoso, como cuando lope de Vega o Calderón de la Barca
Como piar de aves, se oye el sonoro tintinear de las campanillas. Por donde pasa el Viático cae la gente de rodillas.
Callaron aquéllas una cuadra antes de llegar la procesión a la casa del enfermo. En la puerta se de– tuvo la concurrencia.
Ciento veinte alumnos del Colegio Seminario ha– cían valla desde él lech6 de aquél hasta la calle. En medio marchó el Arzobispo acompañado de los canó–
nigos
En la pared occídental del cuarto se orzaba un altor cubierto de flores y de luces y con lo imagen de un Cristo de oro. Y allí ofició Su Señorfa.
Está muy pálida el poeta, conmovida. Tiene los mejillas hundidas, los ojos entornados, los labios sin sangre. Está sentado en el lecho en medio de los almohadones La fatigo lo atormento Olor'o ro– sos, incienso y mirra se respiro en el ambiente. Al lodo su esposa rezo de rodillas.
le hace Su Señoría las preguntas rituales. El poeta, en pleno lucidez, responde con voz firme' -Sí
creo
Un brillo de fe fulge en sus ojos Se le ve unción 01 recibir lo hostia blanco.
El poeta, el gron poeta de Améríca, va a morir En más de algunos pechos, ingenuos y nobles, se oye el eco de un sollozo.
Dorio, con su voz débil, da las graCias
-Monseñor, besa la mana ¡Muchas gracias' Tened lo bondad de darlos o todos en mi nombre! Se le ve tranquila.
Después que se retira la concurrencia, se anima Dice a su esposa'
-Me felicito de haber recibido el pan de los fuertes.
2 DE FEBRERO la fiebre de Daría es alta Después
de lo operación tuvo un colapso Se deprime demasiado su organismo de atleta
Permanece en continuo sopor Habla poco El alimento que se le da es liquido Se le ha recrudecido su afección hemorroidal, hace cámaras de sangre, abundantes, sangre negro
Los médicos hocen al pOI ecer coso omiso de este detalle Siguen en su firme diagnóstico' el hlgodo Hoy momentos en que deliro Durante e1l09,
tíene visiones de personas muel tos
En ocasiones obre los ojos y dice o su esposo -P.ocuro que no vuelvo a entrar en mi cuorto el viejo que acabo de salir.
-¿Que viejo es ése? Yo no he visto o ninguno -El viejo oitodo y calvo, de ojos brillantes que ha estado sentado o lo orillo de mi como Me agra–
via, me daiia su gesto
En otros momentos exclamo
-Acabo de ver o una hermosa persona, opuesta y noble Qué semblante, qllé dulzura del alma
Vino a visitarme. Entró con precoyción poro que yo no despertOlo. Es tío Bernordo, lo que he .econo– cido por madre, gentil y buena Qué suavidad inefa– ble viene de ello. Y agrego en francés -Bien, tres bien! mo chére.
Algunas horas después se despiertcj asustado' -Echo afuera o esa vieja de ojos torvos y dorara· sos Tiene andar de alimaña y se goz<:, en mi amar– guro Me es conocido su semblante, pero he olvidado su nomb. e Que no vuelvo o entrar pile 01 portero que no se lo permita. Es brujo o Euménide. Duele
su mirado como la de los satanoses del Dante ¡Ho– rrible mujer! Une moudite, peut etre! Al irse, me miraba siempl e Qué mirados! Une maudite
2 DE FEBRERO Daría ha mejorado Su enfel medad
sube y baja como los oras. Reacciona brevemente su naturaleza hasta quedor lo temperatura en dos quintos. El poeta hoée proyectos. Ya no sufre delirios. .
y las médicos Debayle y Lar!l resuelven efectuar una nueva operación. Siempre han creído que lo en– fermedad radico en el hígado Suponen que tiene pus
Oyen el parecer de otros dos médicos los docto– •es Juan Bautista Sacasa y José Godoy
Después de un examen minucioso, estos últimos opinan que no hoy pus
A pesar de eso opinión, Debayle determina ope· rario con Lora.
Se niego el poeta; pero le hocen reflexionar. Se opone también la esposa, pero le dicen que eso va a mejorarlo y que si no le hocen esa operación no res· ponden de su vida.
-Mi enfermedad, dice Daría, no está en el hígado Mi enfermedad es mi antiguo colitis Siento en el boja vientre como uno placa de fuego.
y Con el dedo señala el sitio del dolor
-·-Ataquen ustedes el desorden hemorroidal Y
estaré bueno, no lo descuiden En lo sangre que arro' jo se va lo vida Mi hígado está sano. No me duele; Nodo tengo en él.
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