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« Previous Page Table of Contents Next Page »o cuentos callejeros, como en nuestros buenos tiempos, a fin de hacerle olvidar algo las penas
A él le gustan en ciertos momentos las conver– saciones de salsa y pimienta La mañana convidaba
01 esparcimiento¡ una mañana clara, satinado
Desde que puse los pies en el quicio de su cuarto, me vio Estaba despierto Elon las diez de la ma– ñana Sus pupilas, como siempre, se dilataban o
contraían en una constante oscilación misteriosa
-Buenos días, le dije
-¿Ya supiste la nueva?, me contestó -No sé nada
-Pues, señor, continuó -Sucede que a un tal Manuel Maldonodo, que es orador, y poeta, se le ha antojado no venir <1 verme, oye Ud? Puro antojo No ha venido ni a saludarme, ni a darme los gracias porque lo saqué de la prisión
-Sí, señor, continuó yo lo saqué de la prisión, y estaba en ella por conspirador Gestioné ante el Presidente Díaz y me concedió su libertad, porque yo quería verlo, nada más Pero sucede que el hombre
se ha encaprichado, y yo, al ver la descortesía, estoy
suifurándome también, y de momento puedo estallar y dar orden para que lo metan nuevamente a la cárcel, y si se me antoja, le mando dar palo, no ya por cons– pirador, sino por rebelde
Al punto pensé que aquella exaltación era obra de su enfermedad Viendo mi duda y quizá algún gesto irónico en mi semblante, sospechó lo que yo pensaba, pues me dijo al instante'
-No es coso de enfermedad Tengo firmes mis potencias, y si no viene hoy o mañana, cancelo mi fianza, hago que lo encierren de nuevo; y, si se mues– tra terco, le caerón los palos Tengo ahora las instin– tos de BOl ba Azul Conmigo nadie juega
Observando su nerviosidad creí oportuno seguir el humor de su musa bravía, y le dije
-Tienes razón No me explico ese olvido e in– diferencia del poeta, a quien has favorecido con tu fianza
-Pues yo si me ro explico. Se le ha metido ser Presidente de la RepLlblica, y ya le parece que lo es Por eso me ve así. Pero que se ande con cuidado, porque yo le bajo los humos presidenciales muy tem– prana, se los bajo
-Si quieres, le contesté, yo le pasaré alguna noticia
-No quiero nada de él, ni me importa su des– vío Tú puedes hacer lo que quíeras
Poco a poco se calmó su exaltación, y, al rato, me dijo
-Oye si le dices algo, que sea por tu cuenta, y que no sepa que hemos hablado. Sucede que le ten– go algún cariño y me desagrada su conducta
18 DE DICIEMBRE Llego a casa de Daría a las once
de la mañana
Manuel Maldonado espera en el corredor, que hace de antesdla Al fin ha llegado
Hace un sol hermoso Ni viento, ni brisa Ho– ra de silencio
,Mientras la esposa del poeta introduce a Moldo-
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nado, yo me entretengo en ver los rosales del jardín un jardinilio fragante, frente al cuarto del poeta ' A la puerta, pendiente del techo, se columpia un canario, amarillo oscuro, con coliar negro, en su jaula de ora Salta garbosamente y de momento esPonjo el buche, encumbra el pico y echa al aire su música
j Qué delicadeza de trinos! j Qué dulzura de notas; Todo un prí'ncipe de la melociía Tarda Maldonad~
con el poeta y yo no puedo esperar más tiempo por mis urgentes ocupaciones
Regreso 01 caer de lo tarde. Tiene el poeta gran fatigo y fiebre Una sábana blanquísimo cubre su cuerpo Su cabeza, como la de un dios olímpico se destoca sobre la almohada. El estómago hinch~do
ondulo cómo una ola. ' Su esposa me ofrece asiento Acerco una silleta a orillas del lecho y lo observo Tiene la barba crecido y las mejillas hundidas y rosadas De pronta despierta y me ve. Sus manos queman
-Ya vi a Maldonado, me dice. Es mi viejo amigo Yo gozo con los conocimientos de mi juven– tud Poco ha cambiado Ha estado preso, quiere ser Presidente de Nicaragua Me dice que tiene po– pularidad entre los obreros Yo le aconsejé que no se meta en política, pues los poetas deben tener la visto fija en los cielos y en la naturaleza, y ocordOlse poco de las pasiones humanos
El cansancio es fuerte y no puede continuar. Cierra los ojos y aparenta dormir Una de sus monos, mono blanca y fina, mano ducal, queda fuera de la sábana, como un pétalo pálido. Indudablemente, está muy grave Me retiro a las diez de la noche
19 DE DICIEMBRE Daría ha pasado mola noche
Ansiedad, retortijones, náuseas, hemorragia intestinal
Su estado es delicado Tres médicos de la loca– lidad están en consulta los doctores Emilio y Enrique Pallais y Jerónimo Ramírez
Lo han auscultado y entre otras cosas aconsejan inyecciones de emetina.
Después que se retiran me introduce fa esposa.
Lo encuentro en su catre
l
en ropas menores.
Bajo un mosquitero lila, aparece cama tras una niebla
Tiene 38 grados de temperatura
Los labios delgados, están rojos, la lengua roja No pierde la belleza de los manos, su orgullo físico,
aquellas IImanos ducales", siempre finas, aristocráti–
cos Tiene envuelto el estómago en franelas blancos y sobre ellas piyama c1este de seda
-He pasado mala noche, me dice, 'mala, pési– ma El estómago ha crecido un centímetro. Me aconsejan chologogue Creo que he sido víctima de los drogas.
Se exalta poco a poco
-Anoche, -dice- se quedó a velar el poeta José Olivares El sueño fue venciéndolo por minutos, no obstante su contrario propósito, hasta quedarse dormido. Entonces empezó a ranear. Como yo esto– ba insomne, me desesperó No hoy pena mayor poro
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