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« Previous Page Table of Contents Next Page »Por eso en "Dinamita" escribió:
Getsemaní, y que el vulgo aplaude a Barra– bás mientras condena al Galileo.
"El anarquismo asoma su faz en todas parles. Se trata sencillamente de aniquilar al enemigo. Pa– ra Caín, el labrador, el enerrtigo es Abe!, el estan_ ciero El enemigo es el propietario, que tiene casa, el Juez que tiene autoridad, el creyente que fiene a Dios Engels había dicho en Alemanial "Tiempo vendrá en que no habrá más religión que el socia– lismo"
Venid a mí, exclamó Crisio, iodos los que estais frabajados y cmgados, que yo es haré descansar A los cual se le contestó con Bakunine: El Cristianis"–
lnO ha sido ian funesto a las naciones accideniales como el opio a los chinos La religión que se ha de seguir es la que sa±isfaga a la bestia siscada de bulimia Hay que ser ricos a ioda cosia, y puesto que no podemos serlo, destruyamos la propiedad ajena, igualemos a fuego y sangre las cabezas de la
hum,anid~d, que más allá no hay nada.
No, Daría no fue político de campana– rio, y si se aprovechó a veces, de esta clase de políticos fue impelido por urgencias fisio– lógicas, pero salvó los baches sin salpicadu– ras denigrantes que mancillaran su ya con– quisrado nombre de poeta de la Raza. Su al– ma sensible supo agradecer la valiosa o men– guada ayuda que le dieron algunos Presiden– tes de América considerados como tiranos o dictadores. Lo cierlo es que semejante ayu– da favoreció los vuelos del genio, y por con– siguiente, la más amplia divulgación de la Armonía y de la Belleza.
IDios me libre de que yo esfé en COl1tra del do~
lor, de que roaque O esca.tnezca a la miseria! Tam– poco he de ponerme del lado del rico avaro, de los que dejan morir de hambre a sus obreros. Mas he de esiar siempre contra la avenida cenagosa, con– ira la oscura onda en que hierven iodas las espumas
d~l.populacho, contra el odiQ de abajo, c~nfra la en~
v~dIa de lo negro a lo blanco, de lo turbIO a lo bri–
llante. de lo basio a lo fino, de la fealdad a la her– mosura, de la vulgaridad a la distinción Más que la mo.ral es la es;tética 19 que :me impulsa a combatir lei. rabia anárquica Para los anarquisfas y comu– nisias la moral no existe, las clases no exisien, la
propiedad no exiete, la justicia no existe, Dios no
exi~te·'.
y ha levantado en lal cónciencia pública cos– tras de desconfianza y de irritación, difíciles de limar.
El sufragio, desacreditado en la práctica de nuestra historia, no es la médula sino la
Ináscara de la democracia" flor sin aroma,
agotada por periódicas violaciones de los di– rigenres políticos. Pero lo peor en esta cues– tión es lo que Darío llama falta de sinceridad de los candidatos, porque significa la falta de respeto a la ciudadanía, falta de ética o moral política, imprescindible para el desa– rrollo pacífico y eficiente de las naciones. El concepio de que el niéjor político es aquel que más engaña, es arcaico y está desacredi– tado, aunque los tiranos lo usen y temporal– menre triunfen con él. Maquiavelo aconse– jó a César que oprimiera a sus vasallos me– diante el temor, la perfidia y el desprecio, para que afirmara su poder. Fue el genio del mal de la tiranía. Pero una fuerza vieja
COIllO la humanidad, aunque nueva en su
despertar, va ensanchando su dominio en to– dos los países, el pueblo despierla y siente que tiene un destino que cumplir, comienza
a ±ener conciencia de su fuerza; de Inanara
que la perfidia florentina provoca violentas y peligrosas reacciones. La polític;:a nueva pi– de las carlas sobre la mesa, la verdad y ~a
sinceridad como sus mejores postulados. Cuando Churchill pidió a los ingleses sacrifi– cios, sudores y sangre para salvar el imperio, fue sincero y fue polente, escribiendo con ello la página inmortal de la victoria en la llama· da segunda guerra mundial.
No obstanle el convencimiento de que las masas afloraban en el escenario mundial con fuerza creciente y temible, Daría sintió siempre aversión por la tosquedad e igno– rancia de ese naciente poder, tanto más temi– ble cuanto más irresponsable aparece en el tinglado donde se representan los dramas de la historia.
Alma delicada, se bañaba de claridad y de gozo íntimo en presencia de una testa co– ronada o de un iítulo nobiliario, pero se eri– zaba de temor y enfermaba de pena y asco ante las turbas malolientes, mal vestidas y mal habladas. Aristócrata del pensamiento, lo era iambién del buen vivir. Nunca pudo comprender la farsa de los policastros que se confunden con la plebe y halagan sus bajos instintos igualándose a ella, en busca de sus votos que, en realidad, no necesitan para el logro de su ambición.
Pero si repudió las fanfarrias y garrule– rías de la politiquería criolla, si huyó asquea– do de las montoneras, condenó indignado el cuartelazo, la traición, el latrocinio, tres la– cras inseparables del parlidarismo político, se emocionó hasta el éxiasis ante una acción patriótica, ante un gesto heróico. Su pala– bra no bordó estrofas ni combinó períodos esplendorosos en la celebración de nuesira independencia, porque ella no dió lugar a páginas broncíneas, y mayor resonancia fu"
Como buen pensador conoció y temió el vieron los brotes liberlarios de dos lusiros criterio cambiante de la muchedumbre, la antes en El Salvador y Nicaragua. Sin em– historia le había enseñado terribles lecciones bargo, la Guerra Nacional desatada en este de ascensos y caídas, de fulgores y tinieblas, país por la iniransigencia política y por la supo que cerca del Capitolio queda la roca megalomanía del filibustero Walker, fue es– Tarpeya, que el Tabor no está muy lejos de cenario de episodios de patriofismo supremo.
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