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PAGINAS

DE

"EL RETORNO"

DIEGO MANUEL SEQUEIRA

Jurl~con~utto. I'>iplontátlco. Investigador Daríano

Autor dé "Uubén DatÍo Criollo". "Rubén DAr(o Criollo, en el Salvador" y de otro libro en prepara-

ción eUYIl8 llon estas pá¡inos

La mayor parle de los pocos ejemplares de Azul y de Emelina que había traído Ru– bén Darío consigo de Chile la salvó de que

continuara regándose entre sus amigos, con

dedicatorias autógrafas su an±iguo amigo y compañero de colegio David Argüello. Se com– pró al contado pagando a Rubén dos pesos fuerles por cada ejemplar, para que pudie–

ra salir de sus ingentes apuros económicos.

David Argüello acababa de heredar la me– jor farmacia y droguería de León y para lla– mar la atención del 'público, exhibía en sus escaparates los ejemplares de Azul y de Eme– lina entre dos grandes decora±ivos frascos de vidrio llenos de aguas medicinales, de color rojo púrpura y de inf~nso color azul. Colores simbólicos en la nueva poesía.

Por primera ve:¡: en NicaragUa se daba aspecio comercial a la incipiente producción literaria, los autores nacionales de entonces escasamente lograban vender sus libros al público lecior. '

El éxito obtenido por la demanda de AlI\11 animaba a Rubén a la preparación de una segunda edición. Pero cómo enc:onirar en León una empresa editora con pr~nsa y canales de divulgación, capaces de esparcir la nueva docirina de Azul por los ámbitos de /urlérica y de España?

Los días de abundancia habían pasado para doña Bernarda con la muerle de su ma– ridO el General Ramíre:¡:: pocos eran sus re– at+rsos económicos, que apenas se acrecian con los alquileres que pagaban estudiantes universitarios por una pieza de su casa. Rubén carecía de rentas propias, no ±e–

nía oficio ni elnpleo que le asegurara sueldo fijo. Sus amigos influyenfes en el Gobierno trataban de conseguirle un puesto público, pero, desgraciadamente, el Presidenfe don Evarisfo Carazo, admirador del ±alenfo de Da– río, se enconfraba fuera de la capital, muy enfermo en Granada.

"El Diario Nicaragüense" de esa ciudad

de 11 de Abril de 1889, publicaba este suel~

to de gacefilla,

P

"Ayer corrió el rumor de que el Licenciado don edro González había sido nombrado Ministro de

t9menfo y Sub-Secretarío del mismo, el poeta Ru-

~n . Darío, pero hoy ha vuel!o a asegurarse que el

~mlstro de ese Departamento será don Ociaviapo

Cesar y Sub-Secretario, prohaPlemenfé don Francisco

B d

· ends;na, Profesor y Secretario del Instituio Nacional

e Oneme".

Rubén sonrió al leer aquella no±icia. Se

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cumplía la otra predicción que Eduardo de la Barra había estampado en el prólogo de Azul: "Nicaragua se encogerá de hombros, que na– die es profeta en su iierra .. "

No obstante, Rubén decidió trasladarse de León a Managua. En la capifal encontró algunos amigos del grupo infeleC±ual del "Barrio La±ino" que hacía ires años había de– jado en la dirección de los periódicos o en destacados puestos de la administración pú– blica, otros se habían ausentado del país.

El ambiente infeleciual capifalino no era muy propicio para los esparcimientos mentales de Rubén. En corlas frases pinta aquel ambien±e y su estado de ánimo en car– ±a que dirigió desde Managua a su amigo don José Francisco Aguilar residente en León,

"Mi querido amigo José Francisco,

desde que he llegado a la capital no he tenido punto de reposo, y por lo tanio, no he pedido escribitle. Reina como siempre la política, y esio está hoy como nunca. Es una gran agifaci6n sorda, de muahas fuerzas, más o menos póderosas, alrededor de un

punfo fijo. '

A aira cosa.

Ruégóle que me active mi asunto, que esto. concluya pronto, es mi mayor deseo. Que se arreglen todos los gastos, se le pague a la Sra. v. de Alvarado, y

que se nle remita lo poco resiante a Managua, CBsa

del Superintendente del Ferroaarril de' Oriente, Sr. Chamberlain, donde resido.. PónQame a los pies de su muy esfimable señora, saludes a Jerónimo y Cri–

santo, y 110 se olvide su am~go. - Rubén Darlo (1).

Si Rubén encontró en Managua con±a– dos amigos encontró en C:ambio fodavía sol– ±era y en el esplendor de su juvenil belleza a Rosario Emelina Murillo, su an±igua novia, la "garza morena" del cuento de Azul,

"Ah, mi adorable, mi bella, mi quelÍde garza m.orenal Tú tienes en los recuerdos que en mi alma fonnan lo más allo y sublime, una luz inmortal. Porque m.e revelaste el secreto de las delicias di~

vinas en el inefable primer instante de am.or".

Tres años anfes, al embarcarse para Chi– le, Rubén habia prome±ido a Rosario que

"volvería a realizar sus deseos":

"Rosario: Esta eS la ú1f..im.a carla que fe escribo. Pronfo tomaré elV'apor pata un país muy lejano de donde no sé si volveré Antes plieS de que nos s_e.

(1) El original de esla .arla antógrafá, lo eliContralllos en poder de don Tomás A. Barge Delgado.

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