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Pasa a MEXICO

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Cuando se treía de infundir ánimo, de inyectar coraje, de encender la sangre para el combate, él, que ama la paz y la compa–

ñía egregia de sus cisnes, hace Sonar la trom–

pa épica que enalteció Tirteol y compone un "Himno de Guerra", en el cual pide que

Ruda suene la frOlnpa guau era,

cada libre que sea un leon:

¡NicElIEtgUa seilala allanera.

ese blanco y azul pabellón I

Sin embargo, lo heroico no es su elemen– to, y así lo vernos batir palmes porque "la hidra feroz de la guerra no rnora ya en Ni– caragua", sino que "el martillo de la fragua se escucha aquí en esta tiena".

Es por la voz excelsa de Darío que Nica– ragua se hace oír ante la Tumba del Padre Hugo, y el Momorombo exclama,

Soy el viejo coloso que bajo el cielo brama en el centro de Arnét'ica, atalaya avizor,

Victor Rugo ha cantado mi alto nomhre y TIli fam.a y aquí estoy con lni fiara de sOlnbras y de llama aintiendo en mis emrañas de la lava el he¡ ver Est¡;t, la hermosa liena del viejo Nicl3T80,

Gon sus lagos do sutca por el vapor la nao.

eDIl sus bosques do extiende su copa el guayacán ..

"Soneio Cívico", "El Organillo", "Brin– dis" al señor Ministro Lainfiesta y al dador don Rafael Zaldívar, "En un colegio de ni–

ñas", "Musa sa1írica", "Tríptico a Nicaragua

y tantos orros poemas dicen de la inquietud patriótica del Bardo Rey, la que llega hasla el fondo de lo popular, de 10 anecdótico, hur– gando en la tradición, en la leyenda nativa, corno 10 comprueba entre airas tantos traba– jos, su Cuadro Dramático "La Cegua". Al en– contrarse lejos de la Parria, se acuerda de ella frecuentemente para expresarle su devo–

ción evocando el buey que vio en su niñez

"echando vaho un día bajo el nicaragüense sol de encendidos oros". Y vuelve a cantar al Momotombo, poniendo ante el ojo extasia· do el panorama idílico

que se duplica en el annonioso espejo

de un agua pe'lla, esmeralda, col

Agua de un vatío verde y de un gris tan combufiente, que discernh no deja su ópalo y su diamante, a la vas1a llama fropical

Momoiomho se alzaba. lirico y soberano,

yo fenía quince años: una esirella en la luallO

y era en mi Nicaragua nafal.

Termino este capítulo, dejando consran– cía de Ini falta de competencia para agotar el rema apenas esbozado en el presente tra– bajo. con la esperanza de que sea completa– do y mejorado por otro que, respecio a mi, tenga mayor talento y cultura rubendaria–

na, poniendo, corno digno remate, los versos

díamaniínos y elocuentes de su augural y sentido "ReiOl-no",

A través de las páginas fatales de la Historia,

nuesba tierra esiá hecha de vigor y de gloria,

lluesb a. tierra está hecha para la Humanidad.

Pueblo llib18nie, fue:de, apasiona.do, aUivo,

pueblo que liene la conciencia de ser vívo, y que rel..ll1iendo sus energías en un haz portentoso. a la Paida vigoroso demuestra

que puede bravs'!n.enie presentar en su diestra

el acero de guena o el olivo de paz

Si Rodó negó a Hubén Darío el título de poera de Amélica, aquién se atrevería a dis– putárselo ahora<', pregunta Francisco Con– treras, glosando el libro "Canios de Vida y Esperanza", al que califica de la obra más trascendenral de Daría. Estoy muy de acuer– do con la opinión doblemente autorizada del gran escritor chileno

I auiorizada pOl' ser la de un amígo y compañero de Daría por lar–

gos años, y autorizada por ser Coníreras exi–

rnio miembro de la aristocracia del talento y profundo conocedol de la obra sublime del Padre y Maesiro mágico del Modernistno.

Tras de Conit"eras lenemos al argentino Ezequiel Malfínez Estrada, quien en su "Pa–

nOlarna de las Literaiuras" reconoce en Da–

rio que su espíritu americano fue "otro de sus rasgos dignos de respeto"

I a Albedo Gi– raldo, también argentino, sabedor de que "el alma de América ha repercutido en el mun– do a los sones podentosas de la lira de esie admirable poeia" / y a Vargas Vila, a cuyo

conocirnienio no se escapó que "Daría creía

asislir a la aurora de una literatura america. na, y se elnpeñaba en revelarla a la Europa". aY por qué ignorar el reconocimienro gene– ral de "la alegría de fados los triunfos y de

una gloda unán;lue, como hasia entonces

jamás había saludado el advenimiento de un poeta de Antérica", de que nos habla Arn1an– do Donoso'?

Veamos ahora su ob,-a poética. De Nor–

te a Sur, el poela de América viene derra–

mando sus versos sobre el vasto panorama

del Continente de Colón. Después de escri·· bir su "Medallón a Wali Whiiman", "sacel– dore que alienta soplo divino", apostrofa a Rooseveli;

BSTADOS UNIDOS

Mas la Al'uética nuestra, que tenía poetas desde los viejos tiempos de Nefzahualcoyotl, que ha guardado las huellas de los pies del gran

{Baco,

que el alfabeto páníco en un tiempo aplendió¡ que consulió los ash os, que conoció la Atlántida. cuyo nom.bre nos llega lesonando en Platón, que desde los remotos u\omenios de su vida viva de luz, de fuego. de perfume. de amor la AméJ:ica del grande Mocfezuma, del Inc~,

la América h agante de Cristóbal Colón,

la Atnérica católica. la An\érica española, la América en que dijo el noble Guafemocl "Yo no estoy en un lecho de losas", esa AInérica

que tiembla de huracanes y que vive de amor

homb~es de ojos sajones y alma bárbara, vive'

y suena. Y ama, y vibra, y es la hija del Sol.

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