Page 116 - RC_1966_02_N65

This is a SEO version of RC_1966_02_N65. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

aventura o vocación Vl!'lJera del nicaragüen– se que ya señalaba el propio J1l.ubén en su VIAJE A NICARAGUA, comparándose con aquel anónimo trotamundos de Ma±agalpa, cuyas úHimas palabras de moribundo cuen– ±a Ganive± que recogió en un lejano hospital de Bélgica.

El estudio permanente de la entera obra de Darío nos descubre nuevas facetas de su ser nicaragüense, no sólo en lo que Pablo Antonio Cuadra llama su "pensamiento vivo", sino también en su poesía misma corno tal y

en su prosa, en su temática y en su expresión literarias.

La tendencia "fusionista" de la poesía corno integradora de todas las Ar±es que se desarrolla en Francia con los románticos, in– fluye direC±amen±e en Rubén a través de los parnasianos y del "padre y maestro mági– co" Verlaine. Así como hay en Daría un musicalismo esencial, que tan profundamen– ±e traía en su obra Erika Lorenz (1), hay también en él un paisajismo piC±órico como elemento y componente imaginativo de gran paríe de su poesía. Ar±uro Marasso ha es– ludiado en un conocido libro, como fuentes de inspiración rubeniana, una serie de pin– ±uras famosas esparcidas en los museos y pi– naco±ecas que el poeta visitara en sus pere– grinaciones europeas. El ejemplo más claro de este paisajismo dEl inspiración plástico lo encon±ramos en el poema El Reino In±erior:

"Una selva sunfuosa

en. el azul celeste su rudo perfil calca.

Un camino. La tierra es de color de rosa, cllal la que pinta fra Doménico Cavalca

en suS Vidas de Santos. "

Aquí la referencia piC±órica está dada ex– presamen±e por el propio Rubén. Marasso indica además corno fuente de inspiración de este poerna los cuadros de Boticelli y de los prerrafaelistas y los antiguos tapices y libros iluminados.

A estos paisajes de muchos de los poe– mas de Rubén los llama Pedro Salinas "pai– sajeSJ cuHurales", ya que "hasta sus mismos componentes de Naturaleza están pasados, casi siempre, a través de una ajena expe– riencia ar±ística" (21.

Pero parte de estos paisajes que son fru–

fa de una experiencia de culfura, exisien en

la obra de Daría los paisajes naturales, los auténticos paisajes vividos por el poela, na– cidos direC±a e inmediatamente de su expe– riencia vilal. Y he aquí que estos paisajes naturales de Rubén son en toda su obra, un solo y ~nico paisaje: el paisaje de Nicaragua, el paisaje mágico, vibrante, integralmente sensUE\I, del trópico cen±roamerj.cano.

Poeta peregrino, viajero incansable que no dió reposo a su planta ni paz a sus senti-

(1) Elika LOlértz - "Rubéll Dalia, bajo el divino impelio de la musica".

(2) Pédro Salinas - "La poesía de Rubén Daríó".

dos, no deja Rubén, sin embargo, en todas sus crónicas de viaje por América, Africa y

Europa, en toda su poesía y literatura narra_ tiva y descriptiva escrita en los más diversos lugares de ambos continentes, ninguna des– cripción direC±a del paisaje que no sea la pintura viva y apasionada de la prodigiosa naturaleza del país natal.

En algunos de sus cuentos encontramos ciertamente breves pinceladas descriptivas del ambiente, como esa "línea frazada con un lápiz azul que separa las aguas de los cie– los" y ese sol que se va "hundiendo con sus

polvos de oro", (3) o "ese suave oro crepus–

cular, esa rosa de ala de flamenco fundido en tan compasivo azul", (4) o "un suelo lí– vido y no lejos una vegetación de árboles flacos desolados, tendiendo hacia un cielo implacable, silencioso y raro, sus ramas su– plican±es, en la vaga expresión de un mudo lamen±o" (5). Descripciones éstas relativa_ mente escasas, pinturas imprecisas y esque–

lTIáficas de escenarios lTLás o menos conven–

cionales que sirven casi siempre para fijar la hora y el lugar del cuento o del relato pero que no Se identifican con ninguna comarca de la tierra y pudieran referirse a cualquier región del planeta y más concretamente aca– so a un país imaginario.

El paisaje que Rubén pinta direC±amen– ±e con su rica paleta de poeta, el paisaje que lleva en sus pupilas y en su alma, el que le presta sus colores y al que evoca en sus mo– men±os de inspiración, el paisaje en que su plul:\1a se solaza, se regocija y se enfusias– ma, es el paisaje tropical de su tierra nica–

ragüense.

Ni la dulce campiña francesa, ni la adus– ±a meseta castellana, ni la deleiíosa costa mallorquina, ni la pampa inconmensurable, ni la imponente cordillera andina, a pesar de que el poefa vivió y amó y soñó en iodos eS– íos lugares, despertaron su honda emoci6n sensorial ni pudieron apagar en su imagina– ción "el nicaragüense sol de encendidos oros" ni borrar de su inspiración y su recuerdo la visión de los "es±andaríes de la farde y de la

aurora" alzados sobre "la cúpula sonora" del

Momolombo.

No son pocos los paisajes de su obra en que Daría celebra la fiesta de colores de nues– iras selvas, lagos y montañas, de nuestras auroras y de nuestros afardeceres. Ya des– de en AZUL, al referirSe a la naturaleza de nuestra tierra en la descripción de lo senfido y de lo vivido auténticamente la prosa de Flubén adquiere una ciería densidad telúrica en sus imágenes y adjetivos, diferente de la eiérea vibración con que vuelan las palabras al amor de su fantasía en el resio del libro. .En "Palomas blancas Y garzas morenas" las aves "imprin1ían en el suelo oscuro la estr~­

lla acarminada de sus patas", y bajo el viejO

(8) El tardo. - (4) Cuento pala Jeanette. _ (M La pe–

sadilla de Hónorio.

114

Page 116 - RC_1966_02_N65

This is a SEO version of RC_1966_02_N65. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »