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« Previous Page Table of Contents Next Page »Pasada ya la época dorada de la juven– iud, en el otoño de la vida, .la cerleza y la presencia de la Muer±e adquIeren en la poe– sía de Rubén un valor demasiado real para no ser predominante.
En su priIner JlNociurno" que es la in–
iroducción a su nueva poesía hace para el recuerdo una especie de inventario de lo que fué temática de su poesía de juventud y que ya no volverá a cantar con el verso azul y la canción profana, para decirnos su propó– sHo de expresar ahora su angustia, la aboli– ción de los ensueños juveniles, la desolación de su vida
"y el horror de sentirse pasajero, el horror de ir a Hentas en iniennifenies espantos hacia 10 inevitable desconocido y la pesadilla brutal de este dormir de llanios
de la cual no hay más que Ella que nos despadará"
La Muerle se enseñorea así de su poesía. Es Ella, la que antes encarnara en la bella y casta Diana, pero que ahora ha perdido su amable envoltura pagana para pIeseniarse
más inmaterial, corno sombra innominada,
pero al mismo tiempo más cercana y más real. Es Ella, acaso la misma Ella que los
"Heraldos" no pudieron anunciar:
"Helena
La anuncia el blancor de un Cisne" .
.'
anúnciala una paloma" ......... . ....
"Ella
(No la anuncian. No llega aún)"
En el tercer "NoC±urno" la llegada de es– ia amada última es ya esperanza'y presenti– miento. Tendido en su lecho, insomne en medio de la noche, el poeia espera con±an– do las horas y los minutos con la impacien– cia del amanie en celo:
"Se ha cerrado una pueda Ha pasado un transeúnte Ha dado el reloj trece horas
Si será Ella".
Es en este iercer "NoC±urno" donde des– cubre Rubén la perfecta imagen del alba pa– ra simbolizar la muerte cristiana, la muerle
como con1.ienzo de un nuevo día, de una nue–
va vida:
"y me digo: ¿B qué hora vendrá el alba'?"
Ya en Rubén se ha operado la conver– si6n religiosa, mejor dicho el retorno de su alma al camino de Dios. En su poenla "La
EL PAISAJE NICARAGüENSE EN SU PROSA
Hace ya Hempo qUé venimos de vuelta
Car±uja" anhela una muerte dichosa como la de los monjes:
"¡Ah! fuera yo de esíos que Dios quería y que Dios quiere cuando así le place. dichosos anie el íelneroso día de losa flÍa y requiescaf in pace",
En "Spes" invoca a IIJesús, incomparable
perdonador de injurias", Y obsedido por el temor a la muerle clal'na:
"Dime que esíe espantoso horror de la agonía que me obsede es no más de mi culpa nefanda.
que al m.orir hallaré la luz de U11 nuevo día y que enfonces oiré mi "Levántate y anda",
y en los hondos Y sublimes versos a Francisca Sánchez dice a la compañera senci– lla e incomparable:
"Seguramente Dios fe ha conducido para regar el árbol de mi Ié Hacia la fueníe de noche y olvido Francisca Sánchez acompañaros".
Es±o es en 1914, y ya la Pálida, la Reina invencible, Diana la Cazadora, sigue de cer– ca los pasos del poeta.
Enfermo y abatido emprende el verda– dero Y ±rascendelllal retorno a la tierra natal, el que ha de traerlo a descansar definitiva– mente en su fecundo Y maiernal regazo.
* * *
No en la moniaña de Pan sino en la augusia catedral, bajo un horrible león de cemento, confundida con la tierra natal, yace la escoria del poeta que rindió su bandera a la muerte.
Pero bajo los cielos abierfos de Nicara– gua, de America, del mundo, en alas de sus versos inmortales, su espírilu flota sobre los espíritus, Y por virlud de la palabra poética broia de miles Y millones de labios Y renace cada día en millares de millares de corazo– lles.
Para elevarnos sobre las ruindades Y fracasos de la hora, hagamos de nuestro co– razón l.m iemplo a la gloria de Rubén Darío que es la auténtica gloria de la Patria, y en esta noche consagrada al Poeta inmorlal le– van±enlOs su hermoso eslandar±e de optimis– mo,
"yen la caja pandórica de que fantas desglBcias
(surgieron, encontremos de súbüo, ±alismánica, pura, ríenie, cual pudiera decirla en sus versos Virgilio divino, la divina reina da luz, la celes:1e Esperanza"
de aquel concepio liierario de un Rubén apá– irida Y exoiisia. Se había tachado de "exo– tismo" snob lo que no era f).lndamenialmen– te sino sentido de universalidad por heren– cia de Historia Y geografía. Se había califi" cado de "ex±ranjerism.o" lo que no era otra
cosa que nuesfro fípico "exodisrrlo"
I
usando
la palabra inventada por nuestros poetas de Vanguardia para nombrar ese ímpeiu de
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