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El poeta cree en el destino hist6rico de la América ingenua que aún reza a Jesucris– lo, y su fe, en fin profeta, da alas a nuesfras esperanzas, nos infunde fortaleza, nos pre– para al ofro contacto, al de la amistosa ten– dida de mano, que el poeta contempla tam– bién, o más bien anuncia en 10 que era fu1u– ro lejano para el visionario y ya Se está ha– ciendo posible en nuestros días, al conjuro de ofro Roosevelt que, en ondas de buena vo– luntad, ha enviado el mensaje de la buena vecindad por toda la América, acogido al ca– lor del entusiasmo que despertara esa nueva política norteamericana. Nuesfro gran poeta nicaragüense la presintió en feliz momento de inspiraci6n, poetisándola en su "Saluta– ción al Aguila".

Bien vengas, mágica. Aguila, de alas enormes y fncItes

A extendCl sable el Sm tu gran sombra continental,

A tlaer en tus ganas, anilladas de rojos brillantes, Una palma de glolia, del COIOl de la inmensa cspelanza, y en tu pico )a oliva de una vasta y fecunda paz.

Pero al anuncio de esa gloriosa venida, con palmas de esperanzas y la oliva de la paz, recuerda el poeta las propias debilida– des, cons~ten±es en pennanecer "vigores dis– persos", y como llamándonos la atenci6n so– bre la fuerza de la mágica Aguila, nos señala en ejemplo su raiz:

E plUlibus unum. Gloria, victolÍa, ttabajo!

Tlaednos los seclctos de las labOles del NOlte,

y que los hijos lluestlo8 dejen de ser retores latinos

y aprendan de los yanquis la constancia, el vigor, el cal'áctel

No es pesimista el poeta al señalarnos ese ejemplo de constancia, vigor y carácter, revelados en el fecundo trabajo productor, recordando la garruleria latina: es por el con– trario, idealista en alto gradol porque al Sen– tir en su alma hincado el clavo férreo de la labor yanqui, le saca fulgores de luz. En el más sano de los optimismos le opone al Agui– la, símbolo del Norie, el no menos elevado del Sur, el C6ndor, hermanos en las al1uras:

Aguila, existe el Cóndor. Es tu heunano en las altulas, Los Andes lo conocen y saben que, cual tú, mira al Sol.

May this grand Union have no end, dice el poeta,

PUEDAN AMBAS JUNTARSE, EN PLENITUD, CONCOR–

(DIA y ESFUERZO!

Qué ideal de paz y convivencia más her– moso y practicable sugiere Darlo en esos ver-

salvador. Por eso, los que combaten la lcligión católica en Hispano Amélica, no hacen más que ablir las puertas a la

mOdelRa conquista. No lo olvidemos, Dios es nuestlO sal–

VadOl', Séamoslo fieles.

sos proféticos para las dos Américas, la del Norte y la del Sur, o por cultura la:lina,

Puedan ambas juntarse en plenitud, concordia y esfuerzo!

Para el poeta, que ve muy lejos siem– pre, la América Latina, deficiente hasía aho– ra en su grandeza, necesita la influencia del Norte para perfeccionarse y robustecerse. De– masiado explícito se manifiesta el poeta en este punto para dudarlo:

Salud, AguiJa! Extensn vÍl tud a tus inmensos l'evuelos,

Reina de Jos aZUles, salud, gloria, victolia y encanto!

Que la Latina Amélica reciba tu mágica inCIuencia

y que lenazca un nuevo Olimpo, lleno de dioses y héloes.

Ahora bien, 10 que nos toca a nosotros los hispanoamericanos, en el prop6silo de ha– cer de nuestro magno poeta un verdadero nexo espiritual del Con:linente Americano -poética expresi6n de la solidaridad conti– nental-, es dar a conocer a los americanos sajones el pensamiento de nuestro poeta, que debe ser oído como nosofros al menos, en es– ta América ingenua, hemos oido y oimos a sus pensadores. El mismo poeta, en la gran capacidad mental de su cosmopolitismo que es el eslabón que lo hace nexo espirifual del Continente, recibi6 la influencia de poetas americanos como Walt Whi±man, de que Da– rlo se reconoce deudor.

No olvidemos que el don de un verdade– ro poeta es una gracia de Dios, dada para el desarrollo de la cul1ura humana que se des– liza más fácilmente en las costumbres por las suaves cadencias del verso, el que rega– lando el oído con sus dulzuras, penetra hon– do en el corazón con sus fermentos divinos y

enciende la antorcha que ilumina la mente conductora del carro de la Civilización. Un poeta es un verdadero abridor de rutas, y en Rubén Darlo tenemos todos los americanos un inmenso guia. Sigámosle en su sendero de luz, porque él va

Adelante, siempre adelante. Excélsior! Vidal Lumblc!

Que se cumpla lo plometido en los destinos ten'enos,

y que vuestra obra inmensa las aplObaciones recoja Del mirar de los astlos y de lo que hay más allá.

Hacemos el voto, para terminar, que Ru– bén Darío sea más conocido como nexo espi– ri1ual del Continente Americano, en su colo– sal obra de vidente y de profeta, no sólo en su propia América, la América del Cóndor, sino también en la América sajona, la Amé– rica del Aguila, unidas ambas como están por el aliento pampero y marino de la Libertad, por la que esta perla de los sueños de Colón ha llegado muchas veces hasta el his±ezismo, de que se lamenta tanto el poeta.

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