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El verso azul y la canción profana...
y muy siglo diez y ocho y muy antiguo,
y muy moderno: audaz, "cosmopolita",
Con Hugo fuerfe y con Verla.ine ambiguo,
y una sed de ilusiones infinila.
Argentina. región de la Auroral
Ohl fierra abierla al sediento
de liberlad y de vida,
dinámica y creadora 1
Oh! barca augusfa de prora
tri~-¡fante, de doradas velasl
De allá de la bruma infinlis, alzando la palma que agita
te ssluda el divo Cristóbal príncipe de las Carabelas.
Te abriste como una granada,
como una ubre fe henchisle, como espiga te erguiste, a toda raza congojada,
a toda hutnanidad triste,
a los errabundos y parias
que bajo nubes contrarias van en busca del buen trabajo, del buen comer, del buen dorntir, del fecho para descansar
y ver a los niños
1 eir,
bajo el cual se sueña y bajo el cual se piensa lnorir.
y ",qué le entusiasma al poeta en la re– pública Argentina? Los rasgos ampliados de su cosmopolitismo nicaragüense. En Nicara– gua el cosmopolita, como marino por la im–
posición de sus lagos, es viajero. En la Ar. genfina el cosmopolita permanece y Se ar– gentinisa, digámoslo así, por el proceso puri– ficador de la plata. El poeta nos lo sugiere en el hermoso "CANTO A LA ARGENTINA", en que resalta ese acogedor aspecto de la re– pública del Plata, glorificada como el crisol de todas las razas:
Si así es Argen:lina, tal como 10 sin:lió y
vió el poeta, nada de extraño tiene que la ha– ya querido como a su propia patria, hacién– dola amar a la vez de todos los nicaragüen– ses, por nuestro señor Rubén Daríol
Nicaragua le di6 su fuerza psíquica a Daría, la orientó Chile hacia la gloria y la consagró Argentina ampliando sus percep– ciones admirables de esa creación segunda del hombre que se llama Cultura, mundo en que Daría fué un glorioso artífice. Por Da– ría en cierta manera se ha unificado el alma hispanoamericana, pues sus versos, repetidos con cariño en todos los ámbitos de la Amé· rica ingenua de habla española,· unifican el pensamiento americano, forznan el cordón de seda que en apretado lazo une en verda– dero haz ecuménico los valores dispersos de la culiura continental. Rubén Daría, por só– lo el don mágico de su poesía, constituye el nexo espiritual del Continente Americano,
que munnura, para entretenerse o animarse,
sus líricos poemas, brotados en su alma al son de sus brisas o al ritmo acompasado de sus bosques, o al tronar del aquilón que pre-
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* * *
Bastan en verdad esas tres patrias de Da– río, que son en él una misma compenetra– ci6n sentimental, para comprender el valor trascendenialmente representativo de Rubén Darío como poeta e intérprete ecuménico.
De la América ingenua que nena sangre indíge–
na. que a'Lffi reza El Jesucrisl0 y aun habla en espa
ñol,
porque en Nicaragua, en Chile y en Argenti–
na, como en ±res puntos geonléfricos, Se pue–
de inscribir la cultura hispanoamericana en
sus esenciales características, que se encuen–
tran en los otros países como "vigores disper–
sos", lo que en ninguna manera quiere de–
cir que no les haya el poeta consagrado par– te de su pensamiento poético en imperecede–
ros cantos que fienen a Colotnbia, a México,
aun al Brasil, por tema de su inspiraci6n. Las pruebas esfán allí en las áureas cuerdas de su Lira, que son sus libros inmortales. Abrid– los, y de cualquier parte del Confinente que fueseis en sus bellas páginas encontraréis los ecos potentes de vuestra propia alma en vi– bración.
No fué sin su razón suficiente que este intérprete ecuménico de nuestra América ignota haya tenido por cuna a Nicaragua. Su caráefer de poeta universal, supuesto na– turalmente el don de su genio que como dá– diva perfeefa baja de 10 Alfo sin sujeción a ley preconcebida, le viene direefamente de la característica etnográfica de su tierra na– tal, por naiurales condiciones geográficas
,. cosmopolita" , No es lemeraria nuestra pro–
posición. La Patria de Rubén Darío se halla en el mero centro del Continenie, y por mu– cho tiempo fué la Calle Real del Universo. El tránsi:lo puso en coniaefo a Nicaragua con el mundo exierior en la inmensa variedad de todos los caraeferes humanos, de cuyos pol– vos fué amasado en cierta manera el carác– ter nicaragüense, andariego y aventurero.
El cual se remacha con la influencia psi– cológica de sus lagos, nuestras líquidas pam– pas de efeefos semejantes a las argentinas en la hiperestesia de un espíritu poético como Daría, que fué, arrastrado por esas influen– cias, cosmopolita errante, ardiente y lumino– so, Sonoro y ancho. Las caraeferísticas esen– ciales de su poesía se las debe Darío a la geo– grafía física de Nicaragua, rematada por la Argentina. No fué mera casualidad la dedi– cación de los "Cantos de Vida y Esperanza", conjuntamenie a Nicaragua y a la república Argentina. Hubo en ello un profundo senti– do de reconocimiento poético del autor, que le debió a esos dos pueblos 10 que hoy que– remos definir llamándolo "nexo espiritual del Confinente Americano": lo cosmopolita.
Rubén Daría se reconoce tal en su des– cripción poéfica de sí mismo:
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