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« Previous Page Table of Contents Next Page »"Todo hombre que haya pasado los cuarenta años es un bribón".
Si se considera la f, ase sin tomar en cuenta que su autor es un paradójico crónico, se advierte que no es sino un equivalente desagradable del traido verso c1ósico que asegura con igual convicción que "los fa– voritos de los dioses mueren jóvenes" Se imagina uno al malicioso vejete irlandés titubeando entle los
treínticinco, los cuarenticinco, los cincuenta y refu..
gióndose finalmente en el equilibrio de los cuarenta. Es a los cuarenta cuando el hombre comienza -a perder lo que no se recupera y a sustituirlo por lo que nunca se debiera haber recibido La confianza es sustituída por la desconfianza; la esperanza por la ambición; el amor por la galantería, y la camaradería, la convivencia, por un intercambio de vinagres ("Y he sabido que el vino de nuestra vida breve precipita hon– damente la ponzoña y la hiel" -del Retorno a la Tie– rra Natal)
Con más precisión y autoridad, la observación clínica nos trasmite los siguientes síntomas
"Alteraciones c1imatéricas a partir de los cua, enta
años. Nuevos cambios bio-psíquicos cuya importancia
justifica el calificativo de edad crilica que se ha aplicado a este periodo de la vida del individuo: en esta fase de la
vida se agría el car'cter, aparecen crisis de anguslias y de
ansiedad, de disgusto y mal humor y se propende a tomar
postura de crrtiea resentida, de pesimismo escéptico; ton–
dencia a la abstracción categorial (o sea: 8 no S8r amigo
de su vecino, sino a 8mar a la Humanidad; a fratar con
Insolencia y desdén a un artista oscuro, pero asegurando qUll la vida sin el arte es un desierto); impulso a la con· quista de fama y ,prestigio y afirmación de la voluntad de poder; mayor .propensión a la actitud ddlca ... "
Y can esto se presentan lós "pequeños cuidados" devarantes, la ignorable y precoz vejez; las pólidos achaques, el miedo; las falsas alegrías del espíritu' la cOmido sin hambre y bebida sin sed, las prevaricacio· nes; las furias vengativas, la negra melancolía, el adormecimiento de la conciencia, a su despertar a inú– til vigilia y papeleo narcisista, cuando el corazón hace psicologia en vez de hacer penitencia
Es satisfactorio observar cómo las revelaciones de este orden no se inician en la obra de Rubén Daría sino a partir de "Cantos de Vida y Esperanza". Leyendo
"Prosas Profanas", se encuentran, si se quiere, nume..
rosos versos alusivos a la muerte; pero no hay uno solo que hable del envejecer. Porque es un tema que le impone la propia experiencia, y estó lejos, más lejos que ningún otro sentimiento de la retórica o la "litera–
tura"
Los ejemplos, en nuestro trabajo, no son muy numerosos. No es de esperar que él -como esteta, que era- se sintiero muy atraído a redactar esos mo– mentos desagradables de su conciencia y de su físico. Inventemos un vocablo provisional. espejo-conciencia. Cuando fisonomía y carócter se van identificando, y el alma interna y todos sus actos son Como una arcilla que trabaja de dentro para afuera. Una mascarilla exógena. El espejo de nuestra conciencia y la con·
ciencia de nuestro espejo, es el lugar común dónde nos asomamos con nuestros ojos, y donde antes al menos florecía el animal de salud, y ahora sólo se marchita el hombre viejo. El Eclesiástico (Cap 19, versiculos 27-30) nos respalda ". el aspecto del varón, la risa de los dientes y los pasos del hombre revelan su inte–
rioridad"
Rubén Daría, en el retrato transparentemente autobiográfico de Benjamín Istaspes, en su novela inconclusa "Oro de Mallorca", nos confirma
"Se encontraba -dice de su héroe- a 10s cuarenta
y tanlos años fatigado, desorientado. .. Amigo de bien
pareear, de bien comer y de bien gozar como era; cansa.
do ya de una copiosa labor cuyo producto ~e habla eva. porado dla por dla; asqueado de la avaricia! y mala fe de
los empresarios, de 105 patronos, de los explotadores da
su talenlo; dolorido de las falsas amislades, de la igno.
rancia agresiva, etc., so vera en vísperas de enfrar en la veiez, temeroso de un derrumbamiento fisiol6gico, medio neurasténico, medio artístico, medio gástrico,' .."
Y en "NO OBSTANTE":
Oh terremoto mortal. Yo senil un dla en mi cráneo
como el caer subitáneo
de una Babel de crislal.
.. y vi lo que pudo ver cuando sintió Balldelaire "el .Ia del idiotismo".
Cuando Baudelaire siente el "ala del idiotismo", siente también el resabio, el gusto, de la nada El poema aludido es "Le Gout du Néant". Y porece– deben prestarse a esos versos un carócter particular– mente autobiogrófico; pues Baudelaire, también pre– cozmente espantado de su envejecimiento, confesaba algunas veces a su madre le¡ inquietud que experimen– taba del idiotismo, de verse decaer y agotarse Su verbo poético.
"Yo senti un dio en mi cróneo " Estas alu-siones al cróneo se repiten con frecuencia, en el Tercer Nocturno
"dontro de mi cr'neo pasa una suave tormenta"
"Epístola a Mme. Lugones".
"el sentir como un caracol en mi cráneo ..."
En "Poema del Otoño"
"iluEstro cráneo guarda el vibrar"
Estos dos versOs anteriores, aunque eX¡5r·esen una pasajera sensación de goce, dejan traslucir el estado de hiper-sensibilidad y de surmenage eh que se encon– traba.
En la "Epístola a Mme. Lugones" prosigue:
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