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« Previous Page Table of Contents Next Page »1565 la entonces "opulenta y marítima" ciudad de Granada
"Estimo en lo que vale una botija de vino el tesoro
que llevo, en comparación tle haber reconocido esta plaza
(de Granada), 01 Lago y sus islelas y la isla do Omolopel,
y he de hacer todo esFuerzo para fomenta.' con JaJraicit o
Portugal me den genfe para ocupar estos puoYlos' desde
donde ha de dominar, con mucha fatilidad, loda la mar dol sur".
Las palabras de Davis las tradujo en hechos In– glaterra Sus corsarios se apoderaron de la Costa Atlántica nicaragüense e hicieron inumerables esfuer– zos por apoderalSe del Gran Lago, su corazón marina Grandes navegantes británicos, entre ellos Nelson -quien perdió su aja por una bala nicaragüense–
insistieron sin fortuna en esta empresa
l
a través de
doscientos años De una de esas batallas defensivas e imperiales surgió la heroína nacional Rafoela Herre–
ra, niño de quince años que comandó, al morir 'su
padre, la defensa del Río San Juan, venciendo al in– glés y deteniendo por muchos años la victoria de Trafalgor Rafaela Herre, a no defendió solamente a Nicaragua.
"Si el inglés se ha posesionado de este punto cru~
tial del Imperio, l. derrota ma,íIima de F.sl,aña -el eclipse de su poderlo colonial- se hubiera adelanlado
Ipor Inuchos anos.•. "
Doblemos la 101 ga página de la pi¡ atería, que tanta sangre, destrucción y lágrimas costó a los nica– ragüenses Saltemos un siglo y enfoquemos otro fe– nómeno histórico de América los Neg, eros Sólo e" un lugar pudo caber el extraño sueño o'neilliano de un imperio esclavista. Este lugar fue Nicaragua. El PI'ótagonista se llamó William Walker, extraño e in– quietante personaje de leyenda, que ya ha tentado a novelistas y poetas.
Walker, filibustero sureña de Estados Unidos fue contratado por uno de los partidos políticos niCara– güenses para combatir al otro, como es f,ecuente en los anales democráticos hispanoamericanos Llegó a Nicaragua cama simple capitán mercenario pero co– gido, como lo fueron los conquistadores y los piratas, por el vértigo de este ombligo del mundo, abrió su ambición y su sueño, se apoderó del ejército partida– rista que le habia llamado, venció a los contrarios y se hizo proclamar Presidente de la República Pero su ambición no se limitó a esta estrecha conquista provinciana Habia contemplado que la causa escla–
vista se veía amenazada en su propia tiel ro, por las
derrotas, cada vez más terminantes, que infligian los yanquis a los sureños Y quiso fundar en Nicaragua,
apoderándose de todo Centroamérica, el centro de un brutal imperialismo esclavista
Fue entonces cuando NicOl agua; con el au~ilio
de todo Centroamérica amenazada, libró su única y agotadora guerra nacional. Y el ot,o hé,oe nicara– güense, José Dolores Estrada, campeador de una guerra que fue llamada por Eliseo Reclus "el Marathón de América" surgió, igual que Rafaela Herrera, en
lucha y victoria contra una idea imperial, derrotando a William Walker, el Emperador negrero
De Walker podemos saltar otro siglo ---en favor de la brevedad- y caer en ot, o hecho, reciente y de dimensiones continentales el llamado "Imperialismo del Dólar".
El Aguila bursótil, cuyo ambicioso vuelo comer– cial amenazó a todo el continente lalino, es en el centro de América donde hundió sus gorros con más
violencia
Mientras en las otras naciones hermanas el im– perialismo yanqui hace su guerra en dentelles, en puntillas, envolviendo su violencia en pudores diplo–
máticos, en Nicaragua interviene abiertamente, a
bayoneta calada y con cínica voluntad de dominio
Por eso América ve en el
JJ
caso de Nicaragua N fa cris–
talización de su propio peligro Y por eso Rubén, cu– ya estrella cruza el cielo de América en la primera fase de esta sombría amenaza, deja escrita su pro– testa, sobre las alas de los inmaculados cisnes, Con estas palabros tan hondamente nicaragüenses:
USi en estos cantos h~y política, es porque aparece univclSal. Y si encontráis versos a un presidente, es
pOI'que son un clamor continontal',
Nicaragua no hace más que resumir y concentrar los universales que tejen y destejen el destino de Amé– 'icC! Y así, en la segunda y más violenta fase de la intervención yanqui, aparece el otro héroe nicaragüen. se, el selvático y mitológico César Augusto Sandino (i otra vez el héroe surge al llamado de un hecho im· perialD. Sandino, un campesino, un soldado sin le– tras, rodeC!do de románticos bandoleros, enciende su fogata de rebelde en un hosco rincón de las montaiías hicOlagüenses No ha acabado dé iluminar su fuego la espesa manigua, poblada de guitarras y fusiles, cuando ya toda América se enciende en aquellas lia– mos en un entusiasmo sólo comparable al que pudiera provocar una nueva apOl ición de Bolívar
I;sta es la historia,
Colán, Hernán Cortes, Contrelas, los piratas, Walker, Rafaela Herrera, Estrada, los yanquis, Rubén, Sandino han actuado bajo la influencia geocultural de este "Umbílicus mundi" Es un destino fatal, a veces g' andioso, a veces cruel y obsesionante como una tra– gedia griega. Destino que no sólo moldea la arqui– tectura externa de la geografía de Nicaragua, sino que se hunde dentro de la misma tierra hasta hacerse sentir en sus oscuros capas germinales En Nicaragua se encuentran y conviven las dos faunas y las dos flo– 'as, las de la zona norte y las de la zona sur, de tal modo que su materia felúlica sobe y está empapada de las intimidades vegetales y animales de todo el con– tinenle Digamos lo mismo de esa fusión contradic· torio, que se apera en Nicaragua, de los dos elementos antagónicos el fuego y el agua "País de los lagos Y
los volcanes" ha sido llamado por los geógrafos, y es en verdad una armonía áspera -como la califica Ru– bén- un extraño desposorio del ardor potente con la serena placidez.
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