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posición histórico-geogrófica, los ayudas prestadas por Nicaragua al Imperio Español, cuando más necesitada de auxilios estaba Nicaragua, es decir en sus primeros cincuenta años de conquista Para debelar la suble– vación de Manco Inca en el Perú, se usan ejércitos nicaragüenses Para aplastar el alzamiento de Gon– zalo Pizarra, Iievan contingentes nicaragüenses Para combatir la rebelión armada de Francisco Hernández de Girón -también en el Perú- Iiaman soldados ni– caragüenses. Los datos pueden resumirnos la angus– tia imperial de este centro nervioso de América, y también explicarnos, en la medida de la comparación, la inquietud hispanoamericana de nuestro Rubén De ese Rubén que en la última agonía del Imperio Espa– ñol -cuando la pérdida de Cuba en 98- va a Espa– ña a darle sus cantos de vida y esperanza, como la última ayuda de Nicaragua a ese viejo cariño impe– rial, a esa antigua nostalgia de su geografía y de su histOl ia

Luego, si pasamos el hilo, en puntada de con– tradicción, tenemos -inmediatamente después- el famoso levantamiento nicaragüense de los hermanos Contreras, hecho trascendental, continental, poco pro– fundizado por los historiadores y que fue el PRIMER paso o brote de Independencia en América, apenas en

1550 La historia es larga de contar e intensamente dramática, pero podemos resumirla en pocas palabras El levantamiento de los Contreras fue la expresión, concentrada de la protesta de los conquistadores con– tra las medidas antiaristocráticas de la Monarquía española Y su fracaso simbolizó el final trágico de la primera etapa de la historia de América Con los Contreras se apaga el estilo y el sentido medioeval de la Conquista, el ideal de un Imperio entre feudal y patriarcal de los Conquistadores, y se obré paso el q'uevo sentido moderno del Estado -burocrático y centralista- gracias a la victoria total de la Monol– quía yola imposición, por parte de ésta, de las teo– rías y tendencias lascosianas.

Cuando la Monorquía dictó las Nuevas Leyes de Indias y se dejaron sentir sus efectos contra los Con– quistadores, el descontento y la reacción fue general en América Nicaragua, puente de ejércitos, paso de soldados y antena del mundo nuevo, captó violenta– mente el malestar y la inconformidad de los dueños de América, fraguando entonces en su seno, en conexión can aquel latente descontento, un levantamiento para independizar a América del Rey y restaurar nada me– nos que el antiguo Imperio de los Incas, con rey his– panoamericano Los hijos del Gobernador Rodrigo de Contreras, Hernando y Pedro, se levantaron en ar– mas y asesinaron en León al Obispo Valdivieso, encar– nación del rigorismo acusativo de los lascasianos.

"AI salir Hemrmdo ~ la plaza, ya ~ometid() su crimen -';"t.Uétlta el cl'onista;.......;. fue etogiuo ton enfusiastZls ada..

In~tlalles 'fue clecr~n: IViva el príncipe Hernando de

Contrerasl ¡Viva el Capitán de la libertadl y constitu– yéndose ehfon~es los sublevados en ejército, que nombra– ron de la libertad, rindieron pleito homenaje a aquel hidalgo desesperado y sin freno, que tom6 el título de Príncipe de Cuzco (por ser esa ciudad el lúgar sagrado de

los Incas, eaI'ilal del Imperio que pensaba restaurar) y juraron todos no cejar hasta verle Rey del Perú".

Los sublevados se apoderaron de Nicaragua y su flota. Tomaron el puerto de Nicoya Luego, arma·

dos en corso, asaltaron Panamá, la tomaron y saquea–

ron Sus planes eran pasar de alii al Perú y con el Perú redondear la conquista de América, pues "de to– dos partes de Indias le acudiría tonta gente (al nuevo Rey incaico) que a donde quiera que llegase sería obe– decido y no hallaría quién le resistiese" Pero los leales al Monarca español, rehechos y refOrzados derrotaron 01 "Ejército de la Libertad" y los dos her–

manos Contreras, uno por tierra y otro por mar, desa–

parecieron misteriosamente para siempre El pueblo nicaragüense todavía teje fábulas y leyendas alrededor del extraño fin de aquellos dos hidalgos locos e impe–

riales que sintieron -en la ambición de su sangre–

lo que más tarde sintió Rubén en lo emoción de su lengua, cuando, haciéndole "todo el daño que le era posible al dogmatismo hispano", levantó su revolución personal de independencia poético, necesariamente imperial y conquistadora sobre América, para procla– mar, soñando también en un líriCO y sagrado trono in– dígena "Si hay poesía en nuestra América, ella está en las cosas viejas en Polenke y Utatlán, en el Indío legendario y en el Inca sensual y fino y en el gran Moctezuma de la silla de Oro"

Estas coincidencias o vinculaciones son revelado– ras Pero más que en ellas, debemos fijar nuestra atención en esa insístente tendencia de los sucesos nicaragüenses a desbordar io naCional y o producirse, cualquiera que seo su orientación e ideología, dentro de u'na categoría que podemos llamar, en lengua ru– beniana' imperial.

Si dejamos las páginds escritas con sangre y voces españólas, y buscamos el significado de Nicora' guo para otro lengua y para otra sentido de la histo– ria, el resultado eS el mismo La pirotería inglesa, el filibusterismo negrero, el imperialismo yanqui, todas las contra-corriel1tes qUe circularon y circulan alrede– dor del destino de América, han cerrado sus líneas de fuerza y dominio alrededor de este centro mediterrá– neo. y por el mismo motivo, (os grandes hechos

nacionales nicaragüenses, como sus grandes figuras, han surgido en reacciones contra estos imperialismos

y necesariamente han obrado también en un sentido supranacionol, encarnando a Amél ica, a lo hispanidad entera y a veces al mundo

La piratería inglesa -por ejemplo- que reco– rrió ,toda América, codiciando la vasta y rica herencia colonial hispánica, pero concretándose a la rapiña marítimo y afectando, salvo excepciones, solamente a mercaderes y a navegantes, es en Centroamérica don– de se concentra agudamente y es en Nicaragua donde echa anclas, con verdadel as intenciones de permanen– te dominio teJ'ritorial La piratería, apenas toca las playas ·mediterrálieas de NiCaragua, es cogida por nuestra geografía, y parada en tierra su errante oven– tura corsaria para solidificarse en un fenómeno impe– rial-antimperial Con bruscas palabras de pirata lo exprésa el famoso Davis, quien asaltó y saqueó en

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