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n
cia de las aguas. Cuando pasó la iuria de la tormenta, y el vienlo se calmó, y se cal– rnaron las aguas, los nativos y Caribes, jun–
Io con nosoiros, Iniramos eSlupefacfos y ape ss.durnblados, la pobre embarcacióI,lr casi
volteada completamente sohre sus vIgas, a diez yardas de disfancia de la cosla; hoy rna– dera inútil, ayer en ioda su glada; al ITllsnlo
tiempo nos alegrarnos rnlJcho al ver que na– die había perecido. La embarcación era de construcción muy sólida, y resisfió biell, por– que casi ni una regla fué arrancada Conto era absolutamente iITlposi.ble hacerla nave–
CJar de nuevo, sacamos las provisiones y ahas–
lecimien±os y ]a incenc1iaITlos para SRcar eL
cobre y otros metales La pérdida del "Ro– se" solo :fué una pérdida de dil1ero, y ahí ya– cía, mienlras la enfermedad sacaba el mejor padido de aquellos que habiem escapado de
la dEmlrucción a la cual ella estaba concle
nada La copa de arnarguras no estaba aún llena; en pocas SCJnRnas fueron puestos en su sepul±nra ocho de los pasajeros. SaloITlón dice: "No hagais vana gloria del lTIañana,
porque no sabéis lo que os puede tener depa– lado hoy".
Mr Houghion, un buen joven, rnmió a las cinco semana.s, habiendo si.do causada su muelÍe por super-preocupación, desgaste y
exposición al sol; con mucho dolor fuimos tes–
tigos de su fin pren1a±uro, y leíamos las be– llas oraciones funerarias para este joven que promelía. Luego otro, seguido de orro, y
oiro, hasta que ocho habían ido a su elerno
descanso. Otros huyeron horrolizados, unos vía Trujillo a [ngla±erra, afros a Roaián, eic. La fiebre tifoidea, algo desconocido en esta región, aiacó a algunos qe los que vinieron en el "nose", pero no a los demás; y es evi– denie que el origen de esa enfer:medad ±uvo lugar en la en1.barcación. Algunos de los pa–
sajeros sufrieron de fiebre inier.cni+enie, cau–
sada, en gran parle, por su propia impruden
cia. La rnayoría de ellos eran pobres, sin
medios de subs.isiencia aunque fuera P01" po– co fiern.po, no acos{urClbrados al trabajo que
se requería en esos climas, sin plovisiones
~an ]as que pagar a los nativos por su lraba–
)0, y corrtple:laITlen±e ignoranies de todos los
conocirnien±os que debGYían iener.
Cuando la embarcación llegó a Serebo– yer, un pueblo Caribe, COTILO a treinta millas
al oeste de Black Hiver, dos de los pasajeros uecidieron que era preferible continuar a pié
p~n la playa; quiJ:ánclose los zapatos y m.e
dlas, caminaron con las piernas desnudas, ex– puestos a la arena, agua salada, y rayos del s;>l, ~lllegar a otro pueblo Caribe, se les con– SIgUIeron caballos, pero ±enian ianto dolor en las piernas, que no pudieron montar, y
Se vieron obligados a caITlinar la distancia
restante hasta For± Welling±on soportando mucho dolor. Ambos fueron atacados por la
fiebre iifoidea; a los pocos días n1Ul"l0 uno,
el oiro dichosan1.enie recllperó. Entre los o1ros que I11.urieron, 8siaban dos personas ya
viejas, una rnuchacha joven IGcién alumbra– da y una joven c.omo de 15 Ó 16 años, de in– solación y de desgaste en atender a sus com– pañeras do infol:±unio, un niño, y dos bebés. Muchos de los que llegaron en el"Rose" nun– ca clebjeron J lsbet dejado sus casas, porque
lJO eslaban de] lodn preparados para vivir en una región üy,hanjera, y pOlque esperabRll
que iban a gozar de ladas las comodidades
de In vida sin esfuerzos de su parie.
Yo alribuyo esas desgracias
él. la inexpe–
riencia y a la falta de buen H1.anejo. Si el "Bose" hubiera ~3ido enviado a Cuba, no ha– b¡-ía iarclaclo 16 n"l8S8S en llegar; o sj Mr.
Houghlol1. no hubiera cargado 1anios anlIna–
j es y paBajeros, si.ele Españoles, en las Cana :das, la enl.barcación podría haber llegado
salO a (Otra el11barcE,ción fué fleiada de las Canarias ±arnbjén, con anÍlnales, e±c., para
Dlac1< nivet', pero nunca ]legó). Si so huble– la selubrauo cazabe dulce, no se habría co–
Bochado cazabc an'1argo. Si el Supeli±enden–
±e hubiera obedecido las órdenes de la Con'1– pañía las plan..taciones y viviendas habrían estado lIstas a Hempo Si nuestra ernbarcB– ción hubiera sido cargada con las provisio–
nes necesalias, se habría hecho lTLucho lTIás
trabajo, y si todos los empleados de la Com– pañía hubieran c.umplido con su deber
r
se habrían evitado lCluchos con±ratien1pos.
Si álguien se pregunia, que tiene todo esio qu~} ver con los que compran es±e libro
para inforroarH8 acerca de la región '? Yo con"
resiaría, que un relato del fracaso, y sus cau– sas, puede ser la advertencia más efecliva a.
los deITlás; y puede servir para deIT1os±rar a
la genle que cualquier persona carenle de
discrül.1.inacióu, buen juicio
r
pelseverancia, y
luedios suficientes es 111.ejor que no deje su casa.
Poco después de esos sucesos, un joven caballero, Mr. 8 ,llegó a 131ack Hiver con
dos sirvientes. Compró desde Londres, unos
TI1.iles de acres, y trajo consigo dinero y pro–
visiones Después de permanecer con noso–
1ros en Porl vVellington algún :tlernpo, formó su opinión con l1.1.ucho jujdo, se faI"niliarizá con fodo lo necesario
r
y lonló posesión de su
±ielra, siluada unas Hl.iJlas río anjba en la ribera :este de BJack River. Aquí, en medio de la selva, cOITlenzó a limpiar, a sembrar, y
a consirnir, empleando, a los Caribes y nali– vos para ese fin. Esle joven caballero, que :lcnJa una profesión, adopió esta vida, y lue
asegl.1ró que se sentia TIlucho luejor de salud,
que estaba muy conlen±o del cmnbio que ha– bía hecho, y que se iba a establecer allí sao iisfecho. Pasé TIluchor< días agradables en su co\npañía, y sus bondades pala conmigo en muchas ocasiones y a mi parlida de Black River, recoradré siempre con gran aprecio.
Cuando me fui, aún estaba haciendo progre-
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