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« Previous Page Table of Contents Next Page »bien a la gente si cooperaban, lo cual prome–
fiet 011 hacer, e inrnedialan-len±e procedimos a sacar las cosas de donde estábamos pegados.
Aforiunadamente teniamos un pequeño "do–
rey" y antes de las doce, cinco o seis cargas
se habían desembBlcado en el Cayo de Media
Luna, COITlO a una milla y media de distancia;
pero esto fué realizado con gran d i.ficuUad y peligro, siendo echado a pique el Dorey dos o
jres veces, y lodas las cosas volcadas. Los
valientes Mosquitos habiendo hecho prmnesa
de que nada se perdería, se la.nzaron al agua
en su búsqueda a la luz de la luna, y los res–
cataron todos, pero no sin f?11fdr lt"lSpOnes y
acabs1
4 exhaustos.
A la una p.Hl , que nosalros calcularnos,
la marea €n"lpezó a subi.r¡ nuesira situación era Jo nufici.enternente n1.a1a anfes, sin G1TI–
bargo ahora era peOl", porque cada oleaje nOB
echaba a pique, haciendo gue luera muy pe–
ligroso que el "dorey" se acercara, rnien±ras 1an10 estábamos rnuerlofJ de cRusancio, incó~
modos, TIlojados y con frío.
Cuando regresó el "dorey", ]08 dos Mos– quitos, después de algunas dificuliades, logra– ron hacerse al lado de soiavento, y cuando noS disponíamos a cargarlo de lnás cosas, nos dijeron, tiNo más, no llevemos TnÓS, - veni–
moS por Uds.- las rocas nos corian mucho"; pobrecitos, ambos estaban bien heridos por los corales y rocas, al lanzarse al agua para rescatal las cosas que habían sido volcadas
El peligro de nuesira Gi±uación ahora aUJTIen–
Jaba, de lnodo que nada lnás podiamos hacer.
El Sr Up+on, por 1an10, desembarcó, llevándo– se consigo algunas cosas más, y dos o tres ob– jtos pequeños y algun03 papeles; los hombres pronleHeyon regresar inn1ediato.TI1.en±e. Al
par.±ir ellos, el lnarinero Tnglés, un Mosqui– to y yo, cerrarnos las coslillas, y colocamos
Jodo 10 que pudhnos al barlovento de la cu–
bierfa, y cuando iodo esto estuvo concluído, nos nenlamos, helic10s de cuerpo V.81111.a Al
eX8lninar nuestra s1(uación nos din'1os cuenta de que es1 ábamos en un escollo blanco de coral, y que a una distancia de dl~z yardas a sotavenio estaríamos en aguas azules pro– fundas, y fuvi.tnos lemor de ser ernpujados del escollo e inrnedialamen-te hundirnos, por–
que la poble goleta esJaba bastante rota. En
muchos sitios a nnes1ro alrededor pudirnos obs,elvar pequeños frozos de rocas, que pa– reClan esJar bailando alegrenl.en.te a los ra– yos de la luz de la luna, con1.O invitándonos
a u;:, fesJivaJ, y todo parecía Jan ex1raño, que
ca:>1 no podíamos creerlo. Se vejan muchos
ellZOS de mar en Jodas direcciones, y n080–
bos conucíamos bien el peligro de a cercárse– les, porque :l:ienen largas y agudas espinas,
que dan heridas profundas y peligrosas a los que por desgracia los pisan. Habiendo pa– sado un ±lempo considerable y el "dorey" nada de llegar, nos pusimos a trabajar, jun–
~ando los largos remos, los mástiles sobran–
des, efe para forn1.ar una balsa, para en caso
e necesidad fener algo a que confiarnos.
17
Habiendo unido los mástiles nos disponiamos
a atar un barril a cada exireITLo, cuando
oimos el saludo de bienvenida de "!'i:isar, l'\i–
sar, wop" (Apúrense) de nuestros fieles Mos– quitos, que nos sacaban de una situación ho–
rrorosa corno a las 3 a.m., y al llegar al cayo
sin ropa seca y sin cobija, nos acurrucamos
cerca de la hoguera que se habia hecho, y
nuestro cuerpo agotado pronlo encontró re–
poso.
Al examinar el cayo a la luz del dia, no encontrarnos nada de agua dulce, y por tan– to nos vimos obligados al consumo del agua
de coco, qne a pesar de ser refrescante, no
era sino un substituto indHerente. Al mode–
lnrse el viento, nuestros Mosquitos partieron
para la isla y trajeron abastecimiento de
agua de una de las más numerosas barran– cas de la 1s1a.
Corno Jenímnos un gran estoperol, hici–
lTlOS una tienda de call1paña, bajo la cual guardar las cosas, mientras suspendíamos
~1.ues tras haInacas entre los árboles de coco,
cuyas palmas amplias y gruesas nos prote– gian de sobra del sol de mediodia. Torna–
rnos la precaución de cor.l:ar los cocos gran–
des que colgaban sobre nueslras cabezas pa–
ra evi±ar consecuencias desastrosas. Uno de los Mosquitos, atrapó un gran pez, de una calne en extremo buena, con su vara cuando
éste se deslizaba muy tranquilo por el agua
cerca de nosoiros, que resultó ser un gran
regalo para nosolros, pues pronto lo conver– lÍlnos en esJofado.
Los Mosquitos, Wil1iam, Ben y yo, nos hi–
drnoB a Ja mar al ¿ta siguiente en el peque–
ño "dorey" y después de dos horas de re–
lU8.1, nos encontramos con el Escocés, resi–
dente en Cayo Francés, o Cayo Sheen. Pare– ció alegrarse de nuestra negada, y dijo que habia escuchado nuesJros disparos provenien– ies del bajío blanco, la noche que estuvimos en el escollo, pero le fué imposible ayudar– nos en nada, porque solo podia valerse de un brazo, estando imposibiliJado del otro a
consecuencia de una caída de un árbol. Es–
taba, por lo fanto, imposibilitado para pescar
o caZAr, porque no podía, con solo una ma– no, rentar su boie. A veces el pobre hombre se queda hasta ires o cuatro nleses solitario,
colocando sus redes en la época apropiada para cazar la tortuga verde, la cual consu– me en compañia de algunos hombres que se quedan con él un tiempo, y luego zarpan pa– ra Trujil1o, Belize, etc. Sus compañeros se
enconJraban, según sus palabras, al otro la–
do de la isla cortando árboles de pino, para llevar una carga de ellos a Trujillo para ven–
derla, y cazar jabalíes, antes de partir, salan–
do parte de la carne para la travesía, y ven– diendo la otra parte para comprar lo que era necesario para repararle sus redes. Corno la embarcación era lo suficientemente grande
para que alcanzáramos nosotros y las cosas
que logramos salvar del "Amify", para la
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