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¡'las el aumento de la eU1briaguez, y la faHa de buenos jefes que los esliJnulen; y tal es la condición degl"adada en qn", se encuen–

±ran, que den tro de unas pocas generaciones,

quedarán pocos para contar el cuento. Por

una parte Ion blancos avanzando en una di–

rección, y en la 01ra Jos Caribes con su po–

blación qne aurnel1.1a rápidan'1.enie, evelliual–

mente van a robar a los Illi.clos su fielra na–

ta 1, y la civilización exienderá sus brazos y

abarcará nna región que durante mi.lenios ha esIado hundjda en un eslado de ifJnoraneia

y superstición ciega. Sin embargo, de 10 que yo miSlno he podido observar, llego a la cou_

clusión de que si los Mosquitios tuvieran bUe~

nos lideres, y pudieran sel' sacados de su embriaguez, el espíritu de sus antepasados pronto revivirta entre ellos; y quizás sUs mentes estarían preparadas para absorber una educación. En la aciualidad su estado moral es lamentable: no tienen temor a la muerte, y la esperan con mucha más calma que cualquier filósofo de los nuestros.

CAPITULO IV

Pn1.tida del CalJo - Llegmla a Dlack HivCl -- 1\Ialos Vicnlos - Obligados n huir n la Isla (le BOllacca (BonallZ<l!) –

P.l UAmity" choca en un Escollo de ("mal - VaJenlía de los lIomblcs Mosquitos - Establecimiento en Ull Cayo ~

Escocés Solitiuio - Modo de Saltal TOI higas - PClClidos en el Bosque - Bellos Esceu31ios - Afecto rle los Hon\~

bies .l\IostJui(os -- Re1ato de 1a Pesca en llonncca - n~lla n patición ni fondo del Agua - Al lado de 10s Rsc.oHcs de COI nI - SaluDlÍdad de la Isla - Huellas de Habitantes - Arboles de Coco - l\Iauufnctm a del Aceite -r Vm ¡edades - Cochinos Ralvajes - Cal acoles -- Soldados _ ~CJ pien les - Llegada de la Eslizola Cm ¡be de Trllj~~ío - Zarpada

de }louncea -- Llegada a S<HchoyeJ. uua Aldea Calibe.

Después ue haber :tesidido unos meses

en el Cabo, y compl<"Jado todo lo que tenia

que hacer ahí, una pequcüa g-01e1a, el .. A1ni–

iy", COl1:10 de 1 f> joneladas, l'1er±enec iente al

Sr. Ii , fué Helado para BJuck Hiver, con

los pocos artículos que quedaban que no ha–

bien sido envianos ahí todavía. Nues-tro su– perinlendenie y aIras ele nuesfro reducido

grupo ya habían padido por 1ien'a con anti– cipación bDjo el cllidado del pemonaje prin– cipal de ese escuadrón, el General Lowry, pa–

ra comenzar las labores en el llIaele River.

Uno de n11s C01.11pañeros de viaje ele In– glaterra, Sr. W. Upton, residenle en el Cabo, aprovechó la oportunidad para acornpai1ar– me a explorar la región aledaña al sitio de la nueva colonia en Dlack Hiver. Zarpamos en Marzo de 1840 con una tripulación C01n–

pnesia del 7api±án y un n181inero I1lglés, y

fres MOSqUitos, pero nos aírasan10B varios días por los vien!os contrarios, cerca de la de–

s~mbocaclU1'a elel Río "lNanlm, no pudienelo clrcundar el Cabo PIillcipal; íinahnenle vino una brisa favorable y pronl0 llegan10s al Ballco de Arena de Black Rivel", petO nos pa–

reció arriesgado descargar, con el vién±o so–

plando furiosamenie del Nor-Esle, y sin pi·

loto a bordo; el General LO\oVry, que a veces

actúa como piloto, no fué encontrado en su

residencia cuando zarpamos en la noche. En

tal situación, el capitán decidió quedarse con

la esperanza de que se caltnara un poco, y

ele llegar al Río Plátano; pero al contrario,

Jos vientos y el JTlal" se enlb}~avecieron máB,

y por la :mañana nos enconh-al'nos con que es.!:ábamos mós

f) sofavenlo. Nllesfra agua de

beber se nos estaba agoiando, y no parecía haber probabilidad de llega1" él Black River, porque en cada viraje nuestra pequeña go– leta perdía la dirección; por 10 tan10 nos so– metimos a racionamiento, siendo siete a bor-

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elo. Hacia el anochecer el viento Se moderó

un poco, pero con los mism.-:'s resultados; no

quedaba oportunidad de <{ue el viento nos favoreciera de ningún modo si noS quedába,

mas en ese mismo sitio.

I Por la mañana el viento arreció de nue–

vo y el mar se ponía peor, inien±ras nosofros sufríam.os de insolación con solo una pinfa

de agua cada uno por dfa, y ."luestro capitán empeñ.ado en irse para algún otro puerro, y como Bonacca estaba solo a sesenta millas,

nos dirigimos a esa isla, y a la mañana siw

g-uiente fué divisada a lo lejos; el viento aún soplaba violento, y según las apariencias iba en aUffi.ento. Llevabamos tanta vela como le era posible aguantar a la goleta, ya las 7:00

p m., cuando aparecía la luna, pasamos el

primer cayo, y otro~ en rápida sucesión, sien–

elo la intención del capitán anclar a sotaven– to del Cayo Media 1.una. En poco rafo entra· mos al canal y pensábamos que lodo el peli– gro había pasaelo, estábamos a punto de con– gratularnos a nosotros mismos por haber pa– saelo el peligro del ventarrón que soplaba fue· ra, cuanelo el principal botalón se partió en dos, al destrizar, el toque de atraca se partió, y antes de que pudiéramos tirar el ancla, el pobre "Amity" se quedó atracado en u,,: esco– llo de coral. El viento, que soplaba d,recta– !nente sobre nosotros por el canal iba arras– hando marejadas con mucha fuerza contra la goleta, que le hicieron completas brech~9,

puesio que tenía su costo expuesto a su funa, un peñasco que se destacaba por sobre el agua estaba en su proa de sotavento, y otro a barlovento, de modo que no había forma de librarla. Enviamos señales de auxilio, ha– biendo oído decir que un Escocés vivía en uno de los cayos, pero nadie vino a socorrerno~.

En este percance, nos dedicBlTlOS a econo nu ·

zar las provisiones. Prometí recompensar

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