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pinlaban con manchones rojos, amarillos y

negros; los danzarines avanzaban y retroce–

dían con un paso como de cangrejo, hacién–

dose reverencias e inclinando la cabeza oca–

sionahnenie de una manera ceremoniosa, pero tan cárnico que causaba gran risa enire la concurrencia, más aún al oírlos entonar la

canción, "Yapíe íarra, yaple íarra, pine yap– íe" (que significa: Abuela, abuela, buena abueliía 1. Los Indios llevan pequeños tubos en la boca, con los que producen un ruido muy curioso, prolongándolo a su aníojo. Cuando se cansaban los dos danzarines, oíros dos los relevaban, y procedían a danzar de

igual manera, escuchándose los miSrrlOS so– nidos monótonos toda la noche sin cesar has–

ía el amanecer.

En oíra parle, un número de los nativos se reúnen podando varas largas blancas, e inmediaiameníe con...ienzan a seguir al líder, baliando grotescameníe en torno suyo, gri– iando vigorosamente, "Ki1karo yapte ke, kil– karo yapíe ke", (que significa, íiburones con nariz de pala, mamá). Es inexplicable cual pueda ser su motivo para pedir el auxilio de los íiburones, y lo único que ellos saben es que como sus aníepasados pedían su auxilio, así ellos también. Al otro lado de la valla

se encontraba un número de hombres, mu–

jeres y niños, ataviados de la manera más variada, algunos con gorras y fracs rojos, oíros pavoneándose solameníe con una me–

dia camisa, uno tenía una apariencia Inuy

importante y respeíable, poríando un son...– brero viejo blanco y un chaleco desteñido, airo, con unos paníalones viejos y sombrero de palma parecía ir muy saíisfecho de su propia dignidad, por su paríe, los que lu– cían el atavío lujoso de las vestimenías típi– cas Indias, haíaban de deslumbrar a las herabras, con la esperanza de hacer alguna conquista para sus tiernos corazones. Al pre– guníarles yo "Cómo se llaman?", con una importancia indescribible respondían: "Sr. Almirante Rodney", "Sr. Coronel Pablo", "Sr. Lord Nelson", "Sr. Jim Sírapp". Al dárseles una señal, las jóvenes y las mujeres forma– ban un círculo, cogidas de la cintura con el brazo izquierdo, y con un coco en la mano derecha coníeniendo algunas cuenías. Algu– nas de las mujeres llevaban a sus pequeños sujetados por la espalda, asemejándose a la usanza de los gitanos. Eníonces empiezan a

inclinarse y a Illover el cuerpo simultánea– mente, y a re10rcerse de la manera más ex–

íraordinaria, agitando los cocos y cantando "Ahwee ah mah, ahwee ah mah, mah, mah", hasía que Se ven obligadas a parar por el cansancio, pero después que descansan un

poco, reanudan las dan z a s, cantando:

"Ideum, ideum", y otras melodías diferentes

Mientras los nativos se diveríían, pasán–

dose la "mushla" de uno a oiro, se escuchó

el latir de los tambores que se acercaban, y al poco raío llegaron varios coríadores de caoba, que acababan de concluir algunos tra-

bajos en planíaciones de caoba en la ribe_ ra del Río Wanks, consisíeníe de Criollos de Belize, y Caribes de Liííle Rack al oeste del Black River; quienes, después de saludar a

sus amigos Mosquitos, y de hacer reveren_

cias a los Ingleses, comenzaron a bailar Con eníusiasmo tocando los lambores muy bien con las palmas de las manos. La escena era algo totahneníe exíraño para nosotros, algo parecido a los burlescos de Old Drury, y al mismo liempo ían real y de colorido ían ví– vido, que resultaba extravaganíe y piníores_ ca; los Caribes con sus paníalones rojos y gorro, camisas blancas y piel bronceada; los Criollos con sus ropas blanquísimas, y sUs rostros brillanies, quemados y expresivos; los Indios color de bronce, y los caras pálidos In–

gleses. Las mujeres y niños estaban en CU~

clillas, fumando y pasándose la pipa de ma–

no en lnano, y de vez en cuando, se bebían

a grandes tragos las calabazas del néclar. La luz de las numerosas anlorchas de pino ilu– minaba el ámbito, y difundía sus rayos has– ía reflejarse en los arbusíos, en los que se podía escuchar el canío de las ranas, y la escena en general alegrada por la presencia de esos bellos inseclos, los cacuyos, danzan– do de un lado a otro con su luz de piedra

preciosa.

Las mujeres invariablemeníe esconden las arraas a los hombres por íemor de que después de las festividades, pueda haber al– gún desenlace írágico, porque es cosíumbre dejar las rencillas para cuando ya esíán em· briagados por la mushla; al no enconírar sus macheíes (tipo de cuíacha), eníonces se ponen a pelear en lo que ellos llaman "esli– lo Inglés", que resulta ser una imitación ab– surda, porque no tienen la menor idea de cuando ponerse en guarda o cuando deíe– nerse, sino que reciben y dan golpe por gol– pe hasía que uno de ellos se declara vencido.

Tienen varias ohas especies de licor, pe– ro ninguna ían iníoxicaníe como la hecha de casia. Ellos exlraen un íipo de bebida dulce de los plátanos maduros, a la que dan el nombre de "peto lire". Al exíracío de la ca– ña de azúcar dan el nombre de "caryu lire", y de muchas olras frutas y vegetales se las ingenian para obtener licores muy agrada– bles al paladar.

Duraníe nueslra esíadía en el Cabo, consíanten,eníe oírnos hablar de las supues– ías agresiones de los Nuevos Colombianos, Y particularmenie de que habían amenazado con íomar Corn Island, por 10 cual el rey Ro– ber! Charles Frederic estaba jusíameníe in– dignado, y uno de los jefes, Lowry Robinson, hizo la moción de que se les atacara, si se po–

dían conseguir lTluniciones y mosquetes para

armar a sus hombres. Uno de los mejore~

puedas del Inundo, (Boca del Toro), esíá, se– gún se dice, ilegalmeníe en manos de 108 Nuevos Colombianos, y estos últimos hasta se han alrevido a reclamar corno suya la c:os– ía Mosquita, hasta el Cabo Gracias a DIOS.

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