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« Previous Page Table of Contents Next Page »se le otorgará otra poslclon importante con
igualo n\ayor retribución econónlica.
Por consiguienie, los motivos e incen±i~
vos que acucian al empresario privado por
presionar más en vivo el interés personal.
2. llJedsiones e ¡lilli~GU'atilOii.1e-s
Toda empresa o ioda gerencia de em– presa debe ser ágil y rápida para los cam–
bios y decisiones convenientes. l\/.fucha n1ás
en el caso de empresas en economí.as de de–
sarroJlo, corno las ele las naciones de Améri–
ca Latina. Suponiendo que los gerentes tie– nen habilidad innata para ello, cultivada por
educación y estudios especiales, todavía su capacidad de nuevas decislone3 será fuerle–
m.enie condicionada por el sis±e:ma burocrá~
:!ico en que la empresa ioda esié integrada.
Fuera de lada duda, la l<:mtitud y pesa–
dez de las enlpresas es±aiales es m.ucho ma–
yor que la de las empresas privadas Inclu–
so cuando las circunstancias exigen con ur–
gencia el cambio, la empresa estatal S8 li.1.ue–
ve y maniobra corno barco con demasiadas }émoras¡ al menos con lnás rérnolas que las
empresas plivadas. Dos son las razones prin–
cipales de esía diferencia.
En las Empresas estatales, las decisiones
finales suelen tomarse detrás de ITluchas puer–
tas. "Aún cuando los gerenies posean la
necesaria autoridad -lo cual a rnenudo no exisle- tienen todavía que pasar la respon–
sabilidad de la decisión final al ministro o
lninis±ros gubernaInen±ales, a quienes ellos están encargados; iales evasiones de la res–
ponsabilidad final --y asi del resuliado– parece ser inherente a la naturaleza de la bu– rocracia del gobierno" (31. Aunque esta fra–
se de Geiger parece excesiva si iru±a de ex– presar un defecio llinheren±e", incambiable,
la experiencia n1.ues±ra cómo iodo se reirasa en el laberinto de la.s diversas oficinas, inclu– so decisiones tan rutinarias conlO ordenar un nuevo abas.tecinlÍen±o o el leGtnplazo de una
máquina gastada. Cuanto más importante
es la decisión a ±omar, lnayor número de "vis–
to-bueno" exigido y más larga la espera.
Por el contrario, los gerentes de las em– presas privadas (en el nombre gerente in– cluyo no sólo al "gerente" sino a todo el equi–
po directivo), quienes a menudo son ±alTI– bién los principales propietarios, no tienen autoridades superiores a quienes transferir la
responsabilidad de la decisión final, por lo
que sólo a ellos podrá atribuÍ! se el fracaso de
una decisión 110 lonlada a fiempo.
La segunda razón que explica la mayor lentitud de las empresas estatales es la re– pugnancia, humana y natural, a tomar de–
cisiones que envuelven el riesgo de escarnio
pa'-a el que las lomó. La persona del fun–
cionario gubernamental estará sieITlpre pro–
legida n"lieniras se manienga dentro de las n"luraIlas de los procedimientos y reglas pre– eslablecidos: si algo va mal, el error está en
(3) Ibid 1'1' 10-11
los tales procedimientos y reglas, no en la
persona. En contraste, el pose-edor o geren– te de las 01npresas privadas, que se parapeta
lras el proceder consuetudinario cuando la naturaleza del problema exige una decisión
nueva, tendrá que recibir en su persona el
a.taque y las rnalas consecuencias de su ±ími–
da adrrtinistracián.
Ceiger señala, muy acertadamente, que
la relativa mayor fatalidad para la innova_
ción, en las empresas privadas, es de suma imporfancia no sólo para la empresa en sí
misma sino para la econon1Ía en general; so– bre Iodo si se .traia de economías en creci–
mienl0 corno las de América Latina. "El cre–
ciIniento económico es esencialmente un pro– ceso de iniroducir nuevas y más eficientes
actividades, técnica y producios dentro de la economía, a nl.edida que el desarrollo ya adquirido va dando opodunidades para ello.
El crecünien±o económico no Se realiza sin empresas y empresarios ansiosos y capaces
de incorporar las innovaciones tecnológicas
y de expand;rse den±To de las nuevas opor–
Junidades" (4).
3'. iln. CU:i':iílriJete:'11.da deJ XVlercado y eX MOi!opoRio
La motivación y los incentivos que im– pulsan a los gerentes de empresa, privadas o esiatales, son reforzados o debilitados por las
condiciones del mercado en el cual operan. Cuanta más compe.tencia, rnás presión para mejorar la eficacia, para introducir lnejores iécnicas y productos, para extenderse a nue–
vos campos de oferta a medida que la de– manda lo pen:ni±e.
Los beneficios econólnicos de la compe~
tencia son suficiell.ienl.enie conocidos para
volver a discu.tirlos Cuanto :más desarrolla~
do esté el mercado, los canlinos que cual~
quier empresa tiene para tomar ventaja son
solan"lente dos: m.ejorar el producto o bajar
los precios. AITlbos caminos son un bien pa–
ra la economía de la comunidad. La empre–
sa individual, en CGITlbio, no se beneficia con
la competencia El compelidor, lo dice el
nombre, es el rival económico; y cuanto más
complejo sea el lnercado, los elementos que afectan la economía de la empresa y que la
empresa no puede conlrolar, son más nume~
rosos. De ahi la lendencia de toda empresa
a eliminar o reducir la cOITlpe±encia, ya sea
fundiéndose con los rivales existentes, ya sea evitando el establecimiento de nuevas em–
presas.
Tendencia que es igual en las en1.presas
estatales y en las privadas. Pero --y de nue– vo la diferencia es cuestión de grados dentro de una misma especie- la empresa estatal
cuenta con n"lás recursos para eliminar, de
hecho, a los competidores. El Gobierno, a
través de sus diversas polílicas económicas,
puede modificar las condiciones del mercado
hacia una mayor o menor competencia. Es
obvio, las empresas estatales pueden pedir Y
(4) Ibid. l' 11
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