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ASPf;CmS ~r.©NONlIf.©S DE tAS i\lAf.IOfoJAUZAf.I©Nf:S

¡.=~¡.;¡V!g>iU;S&§ l?IIIR'Ulmar¡ 'jf

mMll'lIt~¡¡ll.§ mIM~KVlRTR¡¡'UlEl!Il!l¡¡'§

Un sisien,a económico basado en sólo

empresas privadas y sin ninguna in1erven–

ción del Esiado en la Economía nacional (un perLecío laissez-faire) no ha existido nunca

en la América Latina ni en la histori.a moder~

na de las oiras naciones. Las ventajas eco–

nómicaa de la intervenci.ón del Estado e in–

cluso de la poseción estatal de un ciedo tipo

de en1.presas, son recol'locldas p(n~ casi iodos

los países de hoy. Por ello, el real proble–

ma que debernos enfrentar no es si lus Esfa– dos deben intervenir o no, si.no hasia qué

mites. Con airas pa]abras, menos prácfir.as,

pej'o tal veoz n'lás profundi2.adoras, el pToble

roa está en la lendencia, en la ori.entación: tania empresa plivada COITlD Bea posihle y

fanla en'1.presa estatal COttlO sea necesaria, o, al contrario, en1.pr esar; esia±alos ~odas las po– sibles y ernpresas privadas sólo las necesa–

rias?

Theodore Geiger, jefe de los esíudios in– ternacionales de la Na±lonal Planning Asso– ciaiion de los Esíados Unidos, en su inlroduc– ción a la inieresanle ob"a de Frank Bt'anden– burg, "The Developrnent of Laiin An,orlr.a Privale En±orprise" (1), responde a osta pre–

gunta con un análisis limpio y sólido. Aná–

lisis que, básk:arnente, seguü'~ a c0l1linu8–

ción.

Cualquier elTIpresa, sea privada o esía·

tal, debe ser capaz de utilizar los escasos 10–

CU1;SOS con qne cuenta en una founa ·cada vez

n1ás econó-mica y debe poder acun'tu1.ar, co–

mo fruio de sus propias operaciones o como adqnis1ciones lluevas provenientes de fuela

de ella, el capilal y la ciencia reql.\eridos pa–

ta lTIejarar V expandirse Estos requisi:l:os

imprescindibíes para toda buena etnpresa; San por oÍl o lado nada fáciles de <.;onseguil y mantener. Y esia es la gran tarea, la gran batalla, la gran hazal'ía de fado elnpresario

fal con10 lo concibe Shllmpeter Los posee~

dores y gerentes de las elnpresas deben ten el'

~lna rrto~iyación podelosa que los iDcJjne

él la

lnnovaClon sécnica, a la expansión dentt'o de

nueVUD oportunidades económicas y CJ la in

±roducción de más eficientes métodos de ope–

lRI; deben responder con rapidez y fino a los cambios internos y exiernos de la empre

Sa.

Estos requerimien.tos, necesarios Lauio

pata las empresas privadas como a las esia– tales, nos dan la hase para cOlnparar c\tál de

las dos es rnás eficaz.

l. iV.{Qgluaciólii\ e HlIle:f:l:fll2iuo:,¡;

1 . En l~ Empresa privarla conten,pol'ánea, e l11cenhvo primordial es la ganancia. Ase, gurar que la empresa gane una adecuada

cantidad sobre las inversiones, tanto para

compen~ar a los propietarios como para pro–

veer eL capital necesario para el mejoramien– lo y la expansión. El buen árbol se distin" gue ordinariamente por descollar en su aHu–

l~. La buena empresa se disiingue ordina–

rmmente por descollar en la altura de sus

ganancias, siendo éslas premio de sus mejo– res servicios Este general motivo primordial

en la actividad de las empresas privadas, no es afedado por el hecho de que la gerencia

esté en manos de los poseedores o no. La

existencia nusn1.a de::) la En1.presa depende de

IR 9él;nancia: por lo que el gerenfe, sea quien

5ea, Juega su propio interés con el interés de

la mnpresa. Más aún, juega su reputación

profesional, el aprecio de su habilidad como

hOlnbre de negocios.

. Los gerentes de las Empresas estatales

llenen el n1.isn'lo incentivo pala ilahajar 'Pe–

ro en temía! Y ésto constituye la crucial di–

ferencia en la motivación e incentivos En

Ieoría, para el gerente de las emplesas esia–

tales, es una n1isma cosa el fracaso de la em–

presa y la pérdida de su ganancia personal

y de su repuiac~ón. "PelO, en la práctica, lales COllsecuencass se áiguen rar8;s veces, si

es que se siguen" (2). Los subsidios guber–

nanleníales están siempre a mano para cu– brir los néfici.±s de las empreBas es±afales; los

privilegios de n,onopolios son fáciln,enie cone

cedidos a las empresas estaiales, incapaces

de afrontar la competencia de un mercado li–

bl e; eí capilal público, con frecuencia a bajo

interés o a ninguno, suministra recnrsos pe–

cu~ü:uios a las empresas incapaces de ganar

suhClenten1en±e como para la inversión de sus nuevos y propios capitales. Así, en la

práctica, los gerentes de las €l1upresas esia±a–

les son apenas acuciados por la necesidad de la ganancia hacia la más perfecia ejecución ernpresaria 1. Ellos saben que las deficien– cias pueden ser -y de hecho son- subsa– nadas por los recursos y el noder del gobier–

n().

Pod"\a Brgüü se que esio es verdad en lo qua concierne a la Empresa, pero no en lo

que conciej He a la persona del geyente: si BU

actuación es deficiente será reemplazado. De

nuevo, en Jeoría sí, en la práctica no. Por–

que con gran frecuencia los pues!os en las

Empresas estatales son concedidos por con–

,,'eniencias económicas y por conveniencias

polHicas! El gerente respaldado por los in– tOlesas políticos sabe que dif1cilmen±e será relnovido y que, en caso de serlo, fácilmenie

(1) Flank nlandenbm& TIte Develnpmen' of Latin AmCli· cn Plivate E'll(elplise (NationaJ Planning Association Wash-ingston D e 1964. Planl1il1g Pnmphlet 121). '

. (2) TheodOle Geigel Intloduccióll a la obla citada unte 110llUente. p. 9.

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