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OI;RECHO mi PROPIEDAD y NACIONALiZACION

Eiica y Eco8'1olt1l.3a

Con frecuencia se pretende que la Econo– mía es un campo absoluto e independiente:,

sin conexiones con los airos campos de la VI–

da humanal sin conexiones, en concreto, con

la Elica. Iguales afirmaciones se hace;". so– bre la Política o la Sociología o la Medicina.

y es verdad si se enHende bien. Pero no

suele entenderse bien. Las diversas ciencias

o campos de la vida humana son absolutos

e independientes cuando se ieoriza sobre

ellos, cuando se estudian sus fines y mecanis– mos sin pre1ender llevarlos inrnediatameníe a la práciica. Pero cuando se 1rata de ana– lizar un aconíecirniento o planear una acción concreía, en la que en1ran en juego elernen– tos econó:micos, sociológicos, políiicos o cual– quier otros, aislar las diversas ciencias es ma– tarlas, es quilarles su auténíica orientación es despojarlas del elemento jerarquizador de valores. Por rechazar esia vct"dad, los divCl– sos carnpos de la vida humana han sido con– vertidos en campos de concentración donde se atormenta la iníegridad del verdadero hombre. R. H. Tawney considera que el hom– bre de hoy ha sido víctima de la supervalora–

ción econ6mica: "De un ser espiritual que, para sobrevi.vi.r, debe consagrar una razona–

ble atención a los intereses económicos, el hombre algunas veces parece haber venido a ser un animal económico" (3).

Los diversos campos de la vida hun"\ana,

con sus diversas ciencias, no pueden funcio–

nar independieníemeníe porque son paries de un todo l'nás importante y a cuyo servicio están: el hombre. La Política no es auténti– ca polííica si no sirve de veras al hombre. La EcononlÍa es sin seníido si no está toda ella orientada a un mejor ser y vivir del hombre. Tawney, gran economista y gran pensador, no puede ser más explícHo al defender que la orientaciÓn real de la Economía no es la producción y allí pun10 final, sino el bien del

hombre: "La eficiencia económica es un ele–

menío necesario en la vida de cualquier so– ciedad sana y vigorosa, y sólo un incorregi– ble sentimentalisía puede despreciar su sig– nificado. Pero convertir la eficacia, de un instrumenio en un objeto primario, es des– truir la eficacia lYusrna". Tiene que haber un "síandard of values... basado en alguna concepción de los requerimientos de la natu– raleza humana en conjunto, para la cual es vital evideníemente la saiisfacción de las ne– cesidades económicas, pero que demanda también la saíisfacción de otras exigencias, y puede organizar sus aciividades en un siste– ma racional en lanto en cuanío tiene una ela-

(3) R. H. T.wney. Religión .nd the Rise of Capitalismo Mentor Book) pp. 228-229. (la traducción es millo).

ra aprehensión de sus relativas significan_ cias" 14).

Tawlley encueníra, pues, en la naturale_ za del hombre el "síandard of values" reque_ rido para una sabia armonización de los di– versos campos del hombre. Con ello se colo_ ca eníre los defenzores del tradicional iusna_ iuralismo que mira a la naturaleza de las cosas y del hombre como el plano guiador

de la construcción de] mundo. Y ésto es pre– cisan1en±e Elica. La ciencia, o el arte, o fal

vez el p081na de ser hombre en todo nuestro actuar, de ajustarnos siempre al ser que he. mas recibido. Así piensa también Gilson : "El fundamento de la Moral es la naturaleza

humana misma .. La, naturaleza se comporta

aquí canto regla. Del mismo modo que ella hace que los seres sin razón aciúen según lo que son, la i~aturaleza coloca a los seres do– iados de razón delante de 1a tarea de discer· nir 10 que son, a fin de acluar en consecuen_ cia. "Lega a ser 10 que eres", íal eS su ley suprema: "Hombre, aciualiza hasta sus más extremos límiies las viriualidades del ser ra– cional que eres". (5).

Esíudiar los aspecios éticos de la nacio– nalización será precisamente comparar la na· cionalización de las empresas con la natura– leza del hombre y de las cazas, ver si están de acuerdo o si Se contradicen; una buena se– rie de prerrogaiivas de la naíura1eza huma– na parecen estar en contra de las nacionali·

zaciones. Si nacionalizarnos empresas, dón·

de queda el derecho. de propieda<;l privad.a? Dónde la liberiad? Donde la capaCidad de m·

novar, arriesgarse y ~esponsabilizarse, en

oíras palabras la capaCidad de ser empresa–

1 ios? Todas estas iníerrogantes y muchas

rnás que se podrían añadir, vienen a lecapi·

tulal"Se en el problema de la propiedad priva–

da; porque la propiedad privada es la condi– ción y el medio de ejercitar la libertad y la iniciaiiva responsable en el mundo de las aciividades económicas.

V,a Pli'OI,iedad Privada

1. Este derecho del hombre, respeíado y reconocido por casi todos los que noS prece· dieron, no es un derecho primario y absolu– to sino secundario y relaíivo. Es decir, está

b~sado en oiro derecho humano anterior a

él y para cuyo servicio está: el derecho al uso de los bienes libres y económicos.

El hombre, tiene por misión ceníral ser hombre, llegar a ser en acío lo que en. I?o– Jencia ya es, Misión que lo responsabilIza frente a Dios, puesto que Dios lo creÓ hombre para que fuera hombre. Sin embargo, esta alla y absoluta :misión -en la que coma eS

(4) lbid., pp. 232-233.

(5) Etienne Gilsón. Le tholnieme. pp. 288-284.

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