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comenzado con es:l:os cambíos una reacción en cadena en la búsqueda de lo excelente que acabará por cambiar radicalmente la

atmásfera del claustro uníversiiarío.

Se puede argumen:l:ar también que una empresa tan trascendente como es la de la reforma universitaria, no puede llevarse a efecio si no es después de una discusión y análisis exhaustivos de la filosofía de la edu– cación que haya de servirle de base.

Ante la observación conviene concrelar

y distinguir cierios conceptos En primer lu–

gar, es evidente que una levisión general de

iodos los curricula y de la organización mis–

ma de la Universidad no puede hacerse pre– cipitadamente y sin calcular bien cada uno de los pasos. Por otra parte, una Universi– dad democrática como es la nuesira uo pue– de prescindir de amplias consultas y discu–

siones con los alumnos, con los padres de

familia, con los propios profesores que inte– gran las distintas Facultades.

Es de especialísima importancia, natu– ralmente, el lograr la participación activa y hasta la compenetración con el proyedo de los profesores porque son ellos los que ha– brán de llevarlo a cabo y eS sobre ellos, co– mo vimos anteriormente, sobre los que des– canaa el éxito de la reforrna. Es más, pode–

mos asegurar que la reforma misma comien–

za a aduar cuando logra prender el fuego de la discusión de objetivos entre los profesores

universitarios.

Pero sería un error creer que después de cierlo espacio de tiempo, los profesores po– drían haber descubierto "la verdad" sobre la

enseñanza universilaria y estarían prepara–

dos para transformar de la noche a la ma– ñana una Univeüddad mediocre en una Uni– versidad que, en viriud de un cambio de cu–

rriculum o de organización, pasaría a ser de–

finitivamente una institución de calidad ex– celenie. En realidad, lo que debemos enien– del' como reforma es la comprensión de los miembros universitarios de que la inatitución debe dejar de ser un ente inerte y compueslo de paries separadas, con poca conciencia de sí mismo, de sus objetivos, problemas y nece– sidades Reformarse, en esie sentid" ",s pa– ra la Universidad pasar de una situación pa– siva a una situación activa, del esiado de es– tancamiento al de inquietud y esfuerzo, autoexamen y permanente evaluación.

Desde el punto de vista de la teoría de la educación universitaria esto significa que no debemos esperar a tener soluciones para todas las cuestiones antes de comenzar a po– nerlas en práctica; sencilla y primordialmen– te porque nunca tendremos solución a todas las cuestiones. Recuérdase que en filosofía nos encontramos en el campo de lo inverifi– cable y debemos atenernos más que todo El

la coherencia de nuestros razonamientos, a

D.-Actitud de Autoevaluación.

la iniuición direC±a de lo excelenle en sí, a la

relación de las teoría.s con lo que creemos So.

bre la naiuraleza del hom.bre, del mundo, de la sociedad.

Debemos exan\inar y discutir principios

pero al final terminaremos poslulando axio: mas como: "es deseable la mayor educación

para el n1ayor número", "es imporfante la

cOlnunir:::acióll inieleclual entre laG profesio_

nes", "es preferible la educación activa a la· pasiva", "la educación. es inversión más que gasto", etc.. Tal vez algunos de esfos prin_

cipios pueden verificarse experimentalmen_ te; no obstante, el plazo de tiempo necesario pcll"a que una lnedida educativa pueda ren– dir Írutos, asi como la diticullad de aislar la variable de muchísimos otros factores, (cómo se mide la bondad de un producto universi_ tario'?) nos hará depender fundamentalmen_ le del buen juicio de los profesores para in– iuir direciarnente la calidad de lo que estéll haciendo. Así pues es recomendable que des– pués de una prudente consideración de las principales implicaciones de una refolma académica, la Univelsidad se lance de lleno

a intentarla, a sabiendas de que muchas CO~

sas se harán mal al principio, de que muchas incógnitas iendrán que irse despejando poco a poco, de que iendrán que seguir discutien_ do y evaluando permanentemenle los conte– nidos de la reforma.

Esto que se dice parece una limitación (no lenemos toda la verdad, no sabemos to– das las soluciones). Pero en la práctica se

fransforn1.a en una fuente de entusiasmo, en un reto de emoción pala la acción, que acfua–

COlno corabustible y aglutinante para la la– bor de los profesores. Nada más fecundo

para un cuadro docente que el reunirse pe–

riódica y sistemáticamente a discutir sobre sus propios logros, sobre los objetivos coope– rativamente buscados, sobre melas y méto– dos, principios y medios de la enseñanza. Muy en particular esto es verdad de los pro– fesores de cada asignatura: año a ailo la dis– cusión de lo que se ofrecerá en el curso al año siguiente es una magnífica oportunidad de poner en iela de juicio los contenidos con– cretos de la materia, de punh1alizar con cla– ridad sus objelivos o sea lo que se busca que la asignalura cumpla en función del desen– volmiento personal e inlelectual del alumno.

Es esencial a un plan de esludios gene–

rales esta atmósfera de crítica consiante¡ CO~

mo lo es esencial también el cambio y modi– ficación de programas porque se trata de un programa vivo capaz de adaptarse a sí mis–

lTIO a las condiciones de evolución que irán

produciéndose en los profesores. La expe' riencia de todas las Universidades que se ha!, embarcado en este tipo de trabajo es coinCI– dente: los profesores comienzan desarrollan– do un tipo de programa omnicomprensivo, que tienda sobre todo a dar las ideas funda– mentales de cada campo de conocimiento. Muy pronto sin embargo comienza la auto'

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