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eslruc±ura del curso unificado va a operar

corno el mejor luoiar para el progresivo per–

feccioncuniento de los profesores. y . su .entre– narnienlo en este parhcular y dlflCll hpo de docencia.

Muy en especial, la cantidad de alumnos

que deben ser atendidos en los cursos unifi–

cados exigirá el nombrarrlienÍo de varios pro–

fesores para atender cada cátedra; además,

será indispensable que estos profesores COO¡"–

dinen su labor, si el curso ha de marchar al

mismo paso en las distintas secciones que se

enfrentarán todas a un mismo exam.en final

Las dificultades que una ial coordinación

plantea son grandes, lom.ando en cuenta so–

bre todo que el grado y la naturaleza de la

preparación de cada profesor será posible–

mente di.stinta, su afición e interés in±eleclual

con glan probabilidad divergente en al¡:;una medida. Los profesores se verán así obli¡:;a–

dos a celebrar l'l1.UY frecuentes reuniones pa– ra hornologar esfuerzos: una vez por sernanR selÍa recomendable; en dichas reuniones se–

rá indispensable proyectar el desarrolJ o ,1e los temas del curso; pero será inevitable, y

hasta puede ser provocado conscienfeITlente,

una cornunicación inteleciual entre los profe– sores con vistas al desarrollo, alnpliación y

profundización de sus respectivos conoci–

mientos. Así., lo que podrla haber sido unR

simple junta administrativa se convierte en

un auténtico seminario académico que, con

buena dirección, puede llegar a adquirir ver– dadero caráC±er de trabajo inÍeleC±ual supe–

rior, con leciuras asignadas, preparación coo– perativa de antologías, invesHgaciones com–

rlementarias, integración recíproca de cono– cimiertios.

Eslo quiere realmenfe decir que "hacer 1". re~onna" no será nunca un aC±o idenfifica– ble con el acuerdo de c¡:eación de los Esiu– elios Generales o con la aperfura del curr;cu– lum modificado o la simple instalación de los depariamenios: hacer la reforma es iniciar un proceso de ",fedo acumulalivo que se irá

materializando en el Hempa confonn8 nneS–

Iros profesores vayan subiendo progresiva– mente en calidad. Y cuando se dice "nues– Iros profesores" se implica inevitablemente a

"nues±ros alurnnos" y a nuestros métodos de enseñanza.

Volviendo al tema de los profesores y a lo que el ambiente de reforma tiene de esií.–

mulan±e para su superación en servido, corn– plenlenlaria o preparatoria de formación aca–

:lémica superior, cabe punlualizar que el ITle–

Joramien±o será activado por :tres dislintas clases de "diálogo" a que el instructor está some±ldo: uno es el diálogo con sus compañe–

ros de cátedra; oiro es el <1i&lo¡:;o con los ¡:;ran–

~e~ autores al través de la lectura intensa; el ulhmo es el diálogo con los alumnos.

d . Con respecto a lo prim.ero, fenernos que

eelr que la naturaleza hUITIana misma con

~odo y sus flaquezas será una poderosa ayu– a para que el profesor, puesto en un equi-

po, comience a esforzarse mucho más que

nunca lo haya hecho; la presencia de los co–

legas en la retesa semanal del "seminario" actuará al l"niSlnO tiempo como es±í.mulo (ca– da uno 8Dseña algo a los demás, COITlO críti–

ca y como ocasión de muulación). La propia

vanidad incluso será la que haga que no que– ran1.OS quedarnos atrás de los ofros en am– pliación y avance cienlífico y será un acicate

constante para nlantenernos al día y profun– dizando.

El diálogo con los ¡:;randes maestros es

aira fuerza: :nues±ros docentes "pre-reforma– dos" pocas veces se esnJ.erzan por estudiar cons±al1±ernente, en parte por la siluación rnarginal que tlenen en la carrera docente,

abrumados por otras obli¡:;aciones de traba–

jo y los aprelnios econólnicos Pela en par– le lambién por una errónea idea de la posi– ción del docen1e universitario ante la ciencia

y el estudiante: se piensa generalizadamen±e que el ser profesor universitario implica un

status segurp de hombre logrado inteleciual–

n1.en±e que no necesita fundan1.enialmente conlinua;: €studiando. Nada lnás inexacto! So–

bre todo si recordanl.os que la misma etimo–

logía de Universidad se refiere a una asocia– ción de TI1.aestros y alumnos que persiguen

juntos la cOtlsecución de la verdad.

El tercEÍr diálogo se refiere precisamen– te al que se eniabla con los estudianies, en el aula de discusión y justamente sobre los texios de lo's grandes maesiros. El profesor aprende enormemente mientras hata de cum– plir su función de ¡:;uía y orientador del tra– bajo autóno.-no de los alumnos: muchas vQces es en el aula donde se cuajan las inte¡:;rqcio–

nes de estudios fragmentarios e ideas imper–

leclamente organizadas, donde se capta el senti<1o de unidad o la implicación lejana de los principios y los conceplos fundmuentales.

Esta nueva aciiiud del profesor lendrá

rorzosarnenie su con±raparie en una nueva

aciitud del alumno: al profesor-investigador,

es decir, que toma parte acfiva en el proceso

de su educación, que es capaz de estudiat por sí misn"lo, en la biblioleca o en el laborato–

rio, sin necesidad de depender constan±emen–

te de un instructor que le lleve paternalmente de la mano.

y al realizarse ese cambio de aciitud ha– brá cambiado también la esencia misma de

nuesfros Jnétodos de enseñanza: adquirirá

así verdadera jerarquía universitaria; no sólo

en el plan básjco, donde se inician los es±u– dios, sino en fado el cnrriculurn, porque fan–

to el profesor como el alumno pueden influir

en los años superiores: el profesor, corno ca–

tedráiico ele al¡:;un curso especializado. El

alumno, COTIlO un material universitario nue– vo que exigiIá mucho ITlás y actuará como

acicate sobre todo docente que se llegue a poner en conlacio con él. Para que esle efec– to multiplicador y cumulativo empiece nota–

blemen±e a hacerse senfir se necesitará Hem–

po: pero lo importante, es saber que se ha

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