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hl Desconocimiento de la psicología de la adolescencia para canalizar los verdade– ros intereses y aptitudes de los educandos,

i) FaHa de relación entre los diversos integrantes del cuerpo docente de la escuela secundaria para una acción conjunta. Los prolesores trabajan por hOla, y hacen de .su

materia fin en s5 misma. Hay una especIa–

lización prematura de la cátedra, y

j) Acuerdos respedo a los sistemas de

evaluación, para ir restándole valor, o al rne–

nos darle su verdadero lugar, a los exámenes

finales. Es necesario normar los objetivos

del rendimiento escolar.

Por otra parte, una vez señaladas las fa– llas más notorias de la Escuela Secundaria,

es necesario apuniar fambién las que son

responsabilidad de la Universidad. Estima– mos como fundamentales las siguientes:

a) La Universidad, fuera de cri1icar las de– ficiencias de la Escuela Secundaria, no ha intervenido, en general, con medidas técnicas y científicas, en ofertas de solu–

ciones. Se ha limitado a exámenes de

admisión -no sien"lpre adecuados y téc–

nicos- y a cursos preparatorios para co–

rregir deficiencias;

b) La Universidad carece de un personal formado pedagógicanlente. Por tanto

su docencia no es la l"nás efeciiva para

el cumplimienIo de sus propios fines, y falsea, pOlO consiguiente, la supuesta co– rrección a la deficiencia de la escuela se– cundaria,

cl La Universidad no ha logrado, en unos casos, o no lo ha buscado en aIras, tener personal permanente en los consejos téc– nicos de educación, al menos en la sec– ción secundaria.

Señalado lo anterior, podría concluirse que el problema básico, radica en la faHa de unidad entre el Estado, a cargo de la secun– daria, y la Universidad que recibirá forzosa– n1.ente los elementos salidos de aquélla.

LA ESCUELA SECUNDARIA Y LA ESCUELA

DE ESTUDIOS GENERALES:

Se habrá adveTtido en las generalizacio– nes anteriores que el problel11.a de la Escue– la Secundaria y la Universidad es sumamen– te cornplejo y necesario de abordarse con

nuevos cri:lerios, acuerdos, investigaciones,

formación de profesorado, etc. Por ello mis– mo no creo que la sola creación de la Escue– la de Es±Udios Generales, vendrá a resolver

la aelual crisis y a modificar radicalmente el estado actual de la secundada. Algo más:

daríamos lugar a un nuevo error si confiá..

ral11.OS en un carobio capaz de ser provocado sólo a través de la Escuela de EsIudios Gene_ rales. A mayor abundan1.Íento: ésta última

influirá, indirectamente, según rrri criterio "esfimulando" cierias calTIbios -luego s~

indica cuáles-, pero hará siempre falta otras clases de acción por parie del Estado y de la

mism.a Universidad a través de organismos

iécnicos integrados por ambas partes.

Al esIablecer la filosofía de la Escuela de Estudios generales -en el caso del proyec_ to de Guatemala, al menos- partirnos de

es!a afjrmación: no Gerá. en ningún caso des~

tinada a corregir deliciencias de la Secunda_

ria. Por consiguiente la influencia la estimo así::

al Las exigencias docentes que se asig_ nan a la Escuela de Estudios Generales, pro–

vocará en la educac16n secundaria -estafal

y privada-- la necesidad de elevar el nivel

fonnafivo e informativo. De oira manera po– drí.an preverse lTluchos fracasos en el ingreso

y en la posibilidad de lograr éxitos en los estudios,

b) Como consecuencia de lo anterior, la Escuela de Secundaria tendrá que. mejorar sus cuadros docentes, dándole preferencia a los profesores con formación universitaria,

c) El tipo de enseñanza en ciencias bá– sicas y humanidades que se preste para la Escuela de Estudios Generales, obligará a call1.bios didácticos en la Secundaria, posible– lnente dirigidos hacia el mejoramiento pro– gramático -con mayor énfasis en lo fonna– tivo, a cambios metodológicos, y al incre– mento de laboratorios, equipo y biblioteca,

dI ElTenlualmente los catedráticos de la Escuela de Estudios Generales, podrían ser

uiilizados en cursillos, semin~rios o cursos

completos de formación del profesorado se– cundario, '{

el Los aluranos de la Escuela de Estu– dios Generales, podrían interesarse en la ca– rrera de profesor de segunda enseñanza.

EsIa es, según mi criterio, la contribu– ción de la Escuela de Es±Udios Generales al mejoramiento de la educación secundaria. Me parece obvio indicar que esle documen– to podrá perfeccionarse con las ideas, obser–

vaciones y experiencias de la Comisión pro

Estudios Generales Y una sugestión última: adquirir el compromiso de reunir la biblio– grafia que cada país ha producido en el ca~·

po de la escuela secundaria para lograr Vl–

sión integral, siempre en ámbito centroame– ricano, de este permanente problema.

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