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poner la naturaleza al servIcIO del hombre, a fin de que toda la gama riquísima de los recursos naturales contribuyan a mejorar la condición actual de los grupos humanos y a satisfacer adecuadamente sus necesidades apremiantes.

Por oira parte, la formación del cientlfi– co debe evitar la mutilación del especialis– ta/ el hombre es una unidad integral, espiri– tual y material, no puede ni debe haber con– traposición entre el espíritu y la materia, co– mo afirma el Profesor Idemburg "el espíritu necesita de la materia para encarnarse en ella". Así, las Ciencias Naturales son parte del saber humano junto coJ;l la Filosofía y las Ciencias Sociales y no pueden segregarse de la apreciación integral y humanista del mundo como una totalidad. El hombre par– ticipa en la historia como sujeto primario de la misma y en incesante labor de supera– ción, viene a contribuir a la propia supera– ción ele la humanidad.

Por otra parte sería necesario lograr me– diante el saber cientUico desarrollado, el do– minio de los prO~IlSOS llconómicos y sociales actualmente sometidos a desorientaciones anárquicas que escapan al control de la ra– >:ón; el dominio de tales procesos permitirá impulsar el desarrollo de nuestro país y con– vllrtirlo en un organismo de economía indus– trializad"" y planificada c¡¡.paz de atender, en un ambiente de liberiad, las más apremian– tes necesidades humanas.

Segunda Meta: "Llenar nuestro vacio espiri-

tual". .

Constituimos un país que está saturado de materias primas, de frutos tropioales, de máquinas importadas, de analfabetas y se– mi-analfabetas, cerebros ~erraelQs a toda inquietud espiritual, de hombres q'\1e no vi– bran ante la emoción estética. Frecl,lente– men:te . renegamos de nuestras traqie:iones y sushtUlmos ·el saber penetrante y ponderado por la simple impresión artificial, el arte co– mo expresión del sentir nacional, es despla– zado por los productos elaborados en Holly– wood o por revistas gráficas, carentes de ver– dadera orientación cultural. La vida huma–

na en nu~stro país es vida extrovertida que

se da haclB afuera y que carece de poca vida interior, de meditación y de elaboración in– terna.

Como consecuencia de tales considera– cioltes, el proceso educativo tiene que inspi– rarse en el. rico patrimonio espiritual que la cultura, unIversal ha acumulado en nlilenios de ~r~bajo paciente y depurado, patrhnonio espulÍual que a pesar del nihilismo contem– poráneo y de las crisis, presenta sus fulgores de auténtica belleza que como relátnpago se

destaca en la sombría cerrazón contemporá_

nea.

Esto significa que debemos superarnos para difundÍ!' la filosofía y el arie más allá de los límites actuales de la Universidad y de la Escuela Secundaria, para proyectar la in–

fluencia del espíritu, en su .más noble acep~

ción, en las entrañas mismas del pueblo.

Por otra parte el vacío espiritual de nuestra época no podrá llenarse si no orien_ tamos el proceso educativo hacia el descubri_ miento y desarrollo del venero fecundo que significan nuestros valores auténticamente

nacionales, para levantar la conciencia co– lectiva a los niveles de unificación y eohe.

sión que constituyen a una auténtica nación.

y en esta forma, mediante la reorienta_ ción educativa, por el sendero del desarrollo de nuestra propia cultura, podemos llegar a constituir una verdadera cultura salvadore_

ña, universal por su fonna, nacional por su

contenido y eficacia.

Tercera Meta: "Lograr crisializar en la per–

sona humana capacidad y valor cívico en grado tal que consolide la libertad, desarro– lle la dignidad humana e impida los abusos del poder".

Es un fenómeno universal el proceso de enorme concentración de poder que actual– mente tiene lugar como consecuencia de las iransforrrmciones económicas y técnicas, lo– gradas en los últimos veinte años. Las fuer– zas políticas imperantes, el capital, el ejérci– to, el clero, los trabajadores, etc., no están habituados al ejercicio pleno de la democra– cia y con facilidad se desvían al implanta– miento de regímenes de fuerza que atrope– llan los derechos humanos y son una nega– ción de l¡¡. vida democrática. Para impedir eslos excesos del poder y para lograr que di– cho poder encauce sus actividades en marcos

democráficos, necesitamos hacer surgir una

nueva generación humana, una barrera de

"honlbres de bien" como requiere en su pros–

peC±iva nuestra Escuela de Ciencias de la Educación, hombres que tengan suficiente– mente dignidad cívica para que puedan y sepan encontrar la manera adecuada de po– ner límites de justicia al poder y lograr el advenimiento de un mundo que, como recla– maba el malogrado Presidente Kennedy se desarrolle "bajo el imperio de la ley, en el que los fueríes sean justos, los débiles se sientan seguros y se preserve la paz".

Las tareas planteadas son enonues, las metas se proyeC±an lejisimas, pero la obra anhelada es digna de verdaderos hombres I

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