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peligroso; y aunque hay tiburones en abun...
dancia que se deleitan de .manera especial en dar voliere±as en las olas, nunca he oído decir que un Caribe haya sido atacado. En
mi opinión, Jos liburones no se sienten tan atraídos por los negros corno por los blancos. En una ocasión, el Sr. B.. , aira persona, y yo, nos 8B.tábarnos bañando cuando uno de
e130s exdarnó, uDios mío, un fiburón, un iÍ–
burón!"; al escLlchar esta exclamación de ±e– rror, volvimos los ojos hacia el lugar que
él nos señalaba, y vÍ1nos, consternados, las
alelas negras del lTtons±ruo que Se encami– naba hacia nosotros velozmente. Aterroriza–
dos, corrimos hacIa la playa, y dichosarnen...
±e llegam.os a ella sin sufrir ni un rasguño.
Al llegar a Trujillo enconiramos a iodo
mundo en. aleria, las almas de fuego dispa–
rando en todas direcciones y algunos gl upos
se adentraban en la montaña para dar lTIuer–
±e a un Ugre feroz que había causado mucho
daño entre los cabros y cerdos de la aldea,
y hahía matado a dos soldados el día antes de la Navidad. Es±os soldados estaban a car– go de la bandera en la cumbre de una de las montañas, siendo su deber izarla cada
vez que divisaban un barco. Como no re–
gresaran al final de la sem.ana, se envió a un cabo para averiguar la razón, yalllegar
a la choza solitaria, vió con horror a sus dos
compañeros lnuerios. No esperó para ave– riguar la causa sino que huyó, prestando su
espanto velocidad a su huída, y rindió su
iriste informe. Un pelotón de soldados fué enviado inmediatamente, y pudieron cons±a– lar sobre el irillado camino, las huellas de
un gran tigre, aún frescas, que 110 dejaban
lugar a dudas de que habían sido hechas después de la visita del cabo. Al llegar a la
pequeña choza, enconiraron los cadáveres de los dos soldados bastanie mutIlados Se supuso que .fueron sorprendidos por el tigre
rrdel1.has dormían, porque estaban comple–
iamente desnudos, siendo Cos±u111bre entre
ellos dormir en esa fOrn1.R. Uno tenía a su
lado la bayoneia, y el airo asía firmemen–
.te su m.acheie. Su triste desiino causó rnu– cha pena; uno de ellos era originario de la
aldea, y era lnuy respetado. Se habían en– con±rado lnLlchas huellas, pero fué imposible enconirar al tigre. Mienilas fan±o, los solda–
dos posilivamenie rehusaron tomar el mismo
riesgo de izar la bandera.
A la mañana siguiente de nuesha llega– da, mis dos com.pañeros pudieron obiener un
guía, cogieron sus arnlas, y se fueron en bus–
ca del iigre Escalaron frabajosamenie a lo aUo de la montaña, y llegaron a la choza so– li±aria donde los pobres soldados habían en–
con±rado su dolorosa n1uerie, y se encontra–
ron con que se habían levantado unas cruces
en memoria de los difuntos. Después de una larga y cansada búsqueda, regresaron muy
desilusionados, sin haber encontrado nada
que pusiera a prueba su valentía.
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Debido, me supongo, al estado de desor– ganización en que se encuenira este país, los Ingleses no son vistos con muy buenos ojos, y iodos tratan de mantener su distancia, pa– ra en caso de un choque de fuerzas, poder evitar que se sospeche de que ellos los están apoyando. La gente ha comenzado asubIe.
varse y se sucede una insurrección iras otra,
y una revolución iras otra. El país entero estaba en agitación, y sin embargo, Trujillo
pennanecía sereno - no había reuniones
fuera de lo usual, fodo permanecía pacífico. Hubo una revuelia en Yoro, un sitio que que· daba corno a tres días de viaje de Trujillo, en favor de Morazán, y dos o tres personas resultaron muerias; sin embargo fué repri– mida. Hubo otra hace algún tiempo, e igual– mente fracasó; el jefe Morazanisia fué cap±u_ rado y condenado a muerie. Guardó prisión mieniras se llegaba el momento de su ejecu–
ción, y aunque se hicieron grandes esfuerzos
para salvarlo, no dieron ningún resuliado.
La gente no titubea en demostrar su en· cono hacia Ingla±erra, y especialmente los co– mercian±es en Belice, muchos de los hom. bres principales en el poder están fra±ando de evitar, hasta donde les sea posible, la en– ±rada de producios Ingleses a sus puertos, y Se dice que se han hecho propuestas a los Franceses y Americanos, para que esfablez–
can relaciones comerciales más íntimas con
ellos y así aislar lo más posible a los Ingle– ses. Pueda que llegue a suceder, pero mi opinión es que los comerciantes no van a po– der brindar a los pobladores del interior, los producios de calidad Inglesa a que éstos es– ±án acostumbrados, muchos individuos inde– pendientes, sin embargo, desaprueban de la· les medidas para excluir a los Ingleses. To– dos los Centroamericanos se sienien enfada– dos por la pérdida de Bonacca y Roa±an, que fué ±omada ilegalmente por los IngleSéS, y también porque los comercianfes de Belice les han impuesto la obligación de pagar una suma de dinero considerable por mercade–
ría, surna que ellos no pueden o no quieren
pagar, y por eso ellos desean vengarse de los Ingleses.
Si llega a suceder que los producioa In– gleses sean excluídos, o sometidos a impues– tos demasiado alias, esto sería ventajoso pa– ra Black River y ofros silíos sobre la Costa Mosquita, porque se podrían vender muchos producios a los habitantes del inferior; y Se haría mucho comercio en las diferenies al– deas. "O. W. Roberia, en su narración, publi– cada en 1827, dice que los habitanfes de los pueblos Hispanos de Manio (Olancho el vie– jo) afirmaron que la exclusión de los Ingle– ses de Black River había perjudicado tanto el comercio y la prosperidad de que habían go–
zado antes, que ahora esiaban tratando de
airaer a otros colonizadores".
El gobierno de Honduras no puede po– ner fin al contrabando porque el pueblo siempre compra, a pesar de las advertencias
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