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y que Dios nos acompañe, sal.l:ó a su "doror"

y se dirigió a su casa Pasarnos sin novedad

el estrecho canal, y pronto arribamos a Do–

nacca; de allí zarpan"los en un bote de vela

p,opiedad de mi viejo guía, MacMilJan, lle– vándola cargada de cocos para nue,;±ro <:01"1–

sum.o en Black l1iver, y árboles de coco líet"– nos para selubrar Al poco raio de habetnoa

hecho a la mar, los nubarrones y la fuede

lluvia pronoslicaron 10 que s3-bí.amos iba a

ser inev1!able Toda la noche y iodo el día

llovió sin cesar, y el viento sopló con vioJen–

cia hasia que llegarnos al pueblo Caribe (o sea English Town) , y corno amenazaba '-ln

mal viento norte, y el embravecido mar se agitaha con violencia, decidimos n"te;or re–

gresar a la playa y esperarlos. Al llegar,

nuestra embarcación fué halada a un sitio seco y bien en alto por los nurnerOS05 Cad– bes qne se habían reunido; nosotros sona–

lUOS el caracol que sirve para llamar gente cuando se encuen..i:ra necesitado de ayuda,

para que nos llegaran a auxiliar. Cuando se

COll.1.pUSO el liernpo, reanudarnos nuestro via. je y pronto nos encon tramos en nuesfro deB~

ii.no, qne era FO.ti WeUington, donde ahora teníamos 16 viviendas, 14 cabezas de gana~

do, y basianies ce'cdos, cabros, aves de corral paios, etc., algunas tiendas de indispensables'

y una próspera plan.l:aci6n en la que se da~

ban con abundancia los plátanos, cocos, caña de azúcar, árboles de coco en la primer eta– pa de su desarrollo, írijo1es, eJ'e. iodo lo cual nos hacía pensar que muy pronto no ±en– dl"ÍalTIOS qne depender de los Caribes y Mos~

quitos para que nos suminisil'"aran granos pa– ra la fabricación de pan, lo cual habría suce–

elido desde n,ucho jiempo airás bajo circuns_

:,'-a':1cias normales Duran.te ¡ni estadla aquí dos mielnb:;os del grupo original, que salie~

ron de Jnglatelra en 1839 rumbo a la Cosía

ÑIosquita, fallecieron, uno de beber aguar–

dien.l:e en e~:ceso, y el airo ele hidropesía en

Abril de 1841.

CAPITULO XII

Un lclnto - La Costa Mosquita - Pmtida de alli - Aldeas Cmibes -- Habilidad de los Catibe3 para la navegaclOn en botef.l de yola - 'fibUloncs - Tllljillo - Sold.\dos ntUcrtoll llor un 'figle - DcsolganÍzación de Ccnho Amédca - AYeIsión a Inglatella - Exclusión de los IHoductos In gleses - Ventaja~ de la Costa Mosquita - Partida de Tru–

HIlo - "Deep HiVel" - Caoba - Tuhajr.dOlcs - b1so1adón - Modo de CUllJ.lla - Staun Clceh:" - Bcliee - Si–

tuación Insalublc - Habitantes Blancos - eJionos de Bclicc - Costnmlnc respecto a lo~ Africanos - Su Plimel

opinión de los Ingleses - e~)lnunicación euhe Inglatella y Black Hiver - Partida - Nueva YOlk - Casa.

Durante mi es~adía en Dlaclc Ril!er, dos Alemanes, habiendo oído hablar de la rique– za de las minas de Sania MarIa, la belleza de ~a l'egi6n, y los alIas salarios que paga– ban, abandonaron la Habana, donde esjabóln ganando bien, en busca de El Dorado, ion,a– ron pasaje en una pequerm goleta, y qesem– barcaron en Trujillo, de allí conlinual"on por

la cosia hacia Cabo Glacias a Dios, donde es–

peraban enconlrar alguna embarcación que los llevase hasia su desilno. A su paso por las aldeas Caribes, fneron bien recibidos por los habitanies, y al oír decir que habían unos Ingleses en Blacle River, empezaron a buscar el camino que los condujera allí. Desgracia–

clalnente

r

o entendieron lTIal las insh uccio– nes, o,

COTILQ viajaban de noche, confundie–

ron el camino, de modo que llegaron a la desen-mocadura de Blacle River, donoe pe1TI,a–

necieron hasta que amaneció, expuestos al sereno y a las fastidiosas moscas de arena. Al am.anecer no vieron señales de vida huma·

na; lanzaron unos cuantos glHos pero solo

el eco de sus voces les respondió, continua– ron lanzando más grifos pero iampoco obiu–

vieron respuesta. TIccogieron unos frozos de

bambú, que habían sido arrasirados por el

río en las crecidas y abandonados en la pla– ya, los ataron con "!ie-±ie", y echaron al

agu.a la balsa con la inlenci6n de cruzar la desembocadura del río, corriendo el riesgo de ser alacados por los lagados y tiburones con que según dicen, esián infesiadas las de-

selTlbocaduras de iodos los ríos de la Costa,

o de ser arras:l:rados al mar por la fuer– za de la corriente, después de una difícil

y irabajosa prueba, valióndose de pa– Jos corno ren,os, llegaron al airo lado. Pro–

siguiendo su viajG, recibieron ayuda de los na..i:ivos de las aldeas, e hideron la travesía po!" n1uchos ríos y lagunas en sus rusticas balsas. En la laguna de Brewer, ellos fueron los únicos que, por un milagro, se escaparon

de Ber arras1:rados hasta el mar. Continua–

ron el viaje hasla que a uno le aiacó la fie–

bre llllerrni±ente; .titilando y con escalofríos,

se desplomó en la arena y suplicó a su com–

pañe:ro que De quedara a BU lado, pero en vano, porque esta úllimo no ]e escuchó, y siguió su camino solo. Pocas horas después le pasó la fiebre, recuperó las fuerzas, prosi

w

guió hacia Caho Gracias a Dios, y obtuvo pronta ayuda de los Ingleses residenies ahí, pero no pudo obtener noticias de su infiel

compañero. Pasó sernana tras semana, y al

no l:enerse noticias de él, s~ supuso que o ha–

bía sido cogido por un laoado en la cruza–

da de un río, o habla sido arrasfrado al mar.

Un anciallo Mosquito, de nombre John

GreYl que iba hacia Belice, nos cOlnunicó a

su paso por FaTi "VelJingion, que sus hijos habían enconlrado el cuerpo de un hombre blanco en la playa, cerca de Cráia, cubierto de arena. Es n,uy probable que el pobre de– safodunado, después de separarse de SU

compañero, haya caído víciíma del mismo

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