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sookeah, porque existe la creencia de que si

así se hace la persona obsiruida el paso del

aire, y por consiguiente, al faltarles el aire, la madre y el niflO dejalÍan de existir, y si uno de los dos muere, la muerte dehe ser pa– gada, y el pago nunca Se rehusa.

Las niñas Sambas tienen la cosiurnbre

de comer carbon y arena. Yo he visto a mu–

chas empeñadas cavando en la arena, para

sacarJa ftesea y hÚTIleda, y parecen disfru–

larla con gran gusto. Acostumbran poner en

sus cabezas una substancia vegetal polvo–

rienta, esto, junto con el aceite que Se untan en el cuerpo, cauSa un olor desagradable, es– pecialmente cuando están agitadas por la danza o por el ü-abajo.

Los Sambas manejan sus pipantes con glan hahilidad en los veloces ríos, al igual

que sus doreys en ellTIar, y siendo muy bue– nos nadadores, si el "dorey" va a pique, uno

de ellos se va nadando a recoger los remos,

mienlras los otros Jo enderezan de nuevo y lo

achican1 sin perder nada de sus cosas, POy–

que toman la precaución de amarrar sus pa– quetes, "patakees" (1), y otros pequeños ar– tículos a los costados ele la embarcación. Un Inglés tiene poco que temer, cuando va a bor– do de un "dorey" con una tripulación de Sambas, porque en caso de cualquier acci–

dente, COInO un volcón en a11:a lnar o entre las olas al arrim.ar a la playa, éstos le salvarán

la vida si es posible, porque iienen la opi– nión de que si dejan que se ahogue un In– gliÍls, con seguridad el rey los ahorca. Los "do–

reys" hechos de cedro, esJ:án propensos a ra–

jarse en dos, de proa a popa al de~embarcar

en la playa, aunque esté protegido de piezas de madera o metal que por el exterior for– rnan ángulo, y por el interior una línea cur–

va, pero esios a su vez no cogen broma tan rápidamente conl.O los de caoba, que, si se

tienen en el agua poco tien,po, pronto se pu–

dren, los "doleys" de caoba, sin embargo, no

se rajan. Los hechos de jacinto oriental, (ma–

dera tuberosa), para servicio marífirno, son

decididalnenie los n,ejores.

Los Sambas cuentan con los dedos de las manos y piés, calculan los dlas por "dormi–

das", y los meses por lunas Sus viviendas

son fabricadas con rapidez; no lienen divisio–

nes en las chozas, sino que duermel1 en .. crickeries", las cuales se forman de dos pos–

tes de cuatro o cinco piés de alto, elavados

en la tierra, con varas de bambú encin1fi¡

pero a veces cuelgan hamacas de los postes Unas cuantas chozas son conshuídas pagadas unas con otras, formando una aldea. Los

uiensilios de la casa consisien de unas cuan–

tas ollas de hierro, tazones de madera, cu– charas y panas, calabazas y jícaras para el

agua, unos cuanfos "oushners", varas de pes–

car, arpones, y otros objetos de menor im-

(1) Un~ especie de canasto hecho dé catia

J

por los Ca libes,

y. constluldó en tal fOlma que el agua no pelleha en su illte~

llOro

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portancia; de vez en cuando un rifle o algún

ITlocasín rudimentario, y generaIInen±e unas

cabezas de plátanos O bananos atadas al ma– dero que 1m-mina la armazón del alero. Al– gunas de esas gentes tienen mucho arte pa– ra hacer cuerdas de caoba y hamacas de

cuerna, lanzas, arcos y flechas, arpones, y

adornos para "doreys" y pipantes. Son no– torios por su desireza en la caza y la pesca de la cual pueden de sobra vivir, mientra~

que otros menos diestros perecerían de ham_ bre Las mujeres sienten predilección aSom_ brosa por las cuenlas rojas, blancas, azules y negras, de las cuales hacen algunos collares

raros.

Las canciones de esta gente son hechas

a la inspiración del momento, en ocasión de

cualquier noHcia buena o lUala; y a veces es

conlnovedor oír los lamentos de una madre

que llama a su hijo desaparecido, que, oh desdicha, no volverá a ella jamás. Una vez

ITle senfí ITlUY conmovido porque la pobre

mujer parecía que hubiera tenido toda su al– ma y corazón centrada alrededor de este hi– jo que se había lnarchado. Ella olvidaba a los hijos que le quedaban en sus lamentos por el que había perdido. Los paroxismos de

sus penas son tan violenlos, que si no se les

intpide, se colgarían del primer árbol que en–

cuentran.

Lo que sigue es la leira de un canto, ema–

nadas del corazón salvaje, rudo e incultivado de un nativo,

"Keker mjren náne, warwar páser yam~

ne 1<roue1<an. Coope nárer mi koolkun I douk– ser. Dear máne 1<u1<er ele wol proue. I sah– béane wal moonter mopparra. 1',e1<er misére yapte winegan. 1'1:oker sombolo barnar lip– pun, lippun, lippnke. Koolunker punater bin biwegan. Coope nárer tánes I doukser. Coope nÉlrer mi koolkoon I doukser".

Oue se puede traducir de la siguiente

manera:

"Ouerü"a niña, me voy lejos de aquí. Cuándo nos reuniremos de nuevo para pa– sear juntos en la playa? Siento la dulce brisa

del mar soplar su bienvenida en mis mejillas.

Oigo el ruido distante del solemne trueno. Veo los rayos relucir en la cima de la monta– ña, iluminando todo a su alrededor, pero tú no estás junto a mí Mi alma esta triste y

adoloridai adioB

r

querida niña, sin me sien–

10 desolado".

Esta región eslá marcada en los antiguos mapas Españoles, como parle de la provin–

cia de Yucatán, y m.uchos de nuestros viejos

viajeros Ingleses hablan del respeto y reve– rencia que esos Jndios sentían por los Ingle– ses, y de su disposici6n perenne para luchar

contra los enemigos COl'Uunes, los Españolesl

son testigos Dampier, Falconer, Frobisher, Y muchos otros.

Los nativos se sienten enormemente atraídos por el arpa Judía, y la tocan extre– madamente bien. No tienen más que unaS pocas melodías, que se ejecutan invariable-

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