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EL ACTA CONSTITUTIVA DE 1851
Después de leer los últimos capítulos y por el "mple título del presente, los lectores dirán que esta
~'o es una biografía, pue~to que no~ olvidamos del
ersonaje cuya vida ofrecImos escribir, y nos hemos
\xtraviado en una selva de comentarios, donde sólo
:"nridentalmente blilla por nistantes el nomble de Ca–
rrera. Nosotros, a la verdad, no sabemos a donde
vamos porque la ob, a nos la va dictando el autor
(1
medid~ que se venden los cuadernos Pero él dice que sí sabe a donde vá, él no se considera perdido, se
acuerda perfectamente que a Carrera lo dejó en la cuna ¿Cómo podl ía yo -dice el autOl-- seguir es– trictamente las huellas de los bióglafos modernos, si
éstos escriben sobre pel sonaje3 que han actuado en
países que conocen su propia historia, en tanto que la de Guatemala está aún por escribÍl se, pues la que
conocemos con ese nombre no es más que un tejido
de mentiras Bien está Carrera en la cuna, pues an
tes que llegue a la edad de ocho o nueve años nada
tenemos que decir de su vida y entre tanto podemos
rectificar muchos errores históricos que más tarde nos obligot ían a constantes e interminables digl es;ones
Conforme a la iécnica moderna, hay que seguir paso
a paso y sin interrupción el pensamiento de la persona biografiada, 105 influencias que determinan sus actos exlernos, y éstos resultarían inexplicables, en ,el caso
de Carrera, si tomamos por cierto los hechos relatados
en las histot ios oficiales, que son las ¡'micas conocidas
A tal punto se han telgiversCldo esos hechos y falseado
los personajes ql18 en· ellos intervienen, que la mejor
regla para averiguar la vel dad es darle vuelta a los
textos, leel blanco donde dice negro y viceversa
Sobre la polít ica que se ha seguido en Guatemala
con respecto a la historia nacional, el autor de estas
líneas esc! ibió en 1930 una serie de diez artíc;ulos en el "E:l Imparcial", y de esos escl itas tommnos el párra–
fo siguiente
1/
Dw ante más de cincuenta años la buroCt acia
IibelOl mantuvo una vigilancia estricta alrededor de las cuestiones históricas, a fin de que la juventud no
conociera oiras obras, ni tuviela otros mirajes, que los que convenían a la pres€/vación de{ régimen impe– rante Oc lo "Rcscfía Histática" de Don Lorenzo MOlltúfar hizo una especie de Biblia, en la cual debían inspirOl se los autores de manuales para {a enseñanza
primaria A través de esos textos, producto del odio
a los hombl8s y a los partidos contrarios al liberalis–
mo, los jóvcne3 tenían que fOI mm se un concepto fa–
vorable del sistema implantado por el "gobierno de la
refol ma", puesio que el a el 1 evel so de un pasado que
se les lop,osentaba como el conjunto de todas las ig– nominias y de todas las bajezas humanas Nutrida el alma de la juventud con el desplecio hacia el con–
servatismo, era natural que sus simpatías fuesen al
campo contlOrio, al liberalismo, que habia sacado al
país de los horrOles de la eclad media, de aquella edad media chapina tan calumniada como la otra la uni– v;rsal Claro está que la "HistOl ia" de Montúfar
solo puede envenenar las inteligencias de los hombres
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muy jóvenes, pata los mayO/es de edad, los efectos tienen que sel contraproducentes a{ objeto perseguido, por cuanto la impresión final que deja la aba es de
sirnpatia pOlo los conservadores y de desdén para los
liberales Y es natural que así sea, pO/que es huma– namente imposible que de una maneta constanie y
absoluta el Bien se reconcentre en un pOltido y el Mal
en otro, como pretende Don LO/ enza, que hace derivar
todos los bienes, de los liberales, y todos los males, de
{os canse/vadO/es El plocedimiento es demasiado
simple y clernasiado pobre la trama, pOlo que el lector
un poco avisado no caiga en la cuenta de que se le está engafíando"
El DoctOl Don LOI enza MontúfOl escribió su "Reseña Histórica" por orden y a sueldo del gobierno del General Don Justo Rufino Barrios Sobre la for–
ma en que desempeñó esta comisión, nos ha dado
curiosos detalles el pel iódico "Nuestro Diario" En el númelo correspondiente al 11 de Julio de 1929 y
bajo el título de /lAlchivos Nacionales", se encuentra
lo siguiente
"Un íoven libelOl, conocedor del despacho de
Re{ociones Exteriores, nos refería una anécdota el
Docior Montúfar preparaba sus papeles para la Rese–
ña Un día, cierto amigo le vio cómo rompía algunos
papeles autógrafos y, como el amigo le afeara su con–
ducta, Don Lorenzo lespondió con toda frescura "Yo
escribo la Historia de los liberales y no la de los ser–
viles, yesos papeles nos hacen daño"
En otro párrafo del mismo articulo agrega
I'Nuestro Diario"
"Los documentos que apurecen en {os fibt os de
MOIure y de Montúfar, son de gran aprecio Nos ha tocado revisOllos todos y en cierta forma, contribuyen
a una I ecol1strucción de sucesos Desde luego se
notan las lagunas, no aparecen documentos que de– bieron existir y que han sido ocultados o destruídos"
Estas mismas revelaciones las había hecho ya,
dos años antes, el citado diario, pero sin atl everse a
mencionar el nombte de Don Lotenzo Montúfar, aun
que precisando mejor la pelsona que le habíci hecho
la denuncia léase en el número con espondiente al
12 de Julio de 1927, el artículo titulado "Capítulos de
la Historia Nacional", del cucJl extlaemos el siguiente
pánafo
"Un amigo liberal que fuera SubsecretOlio de Re–
loe iones Extel iores en el régimen pasado, nos refería
que el OIchivo de Relaciones Exteriores fue mutilado por uno de los grandes pel sonajes del liberalismo que esctibió la Historia de nuestras revoluciones El cita– do historiador desalosaba documentos y los hacía pedazos Como alguien le preguntara por qué hacía aquello, respondió tranquilamente "EsClibo la defensa de los liberales y no la de los serviles, ¿puedo dejar comprobantes que hagan daño a mis clientes? ... "
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