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« Previous Page Table of Contents Next Page »sigue "Quan'!a aquel piadoso héroe de la caridad, el f/ustlÍsima 5eno, Don Cayetano Francos y Monroy, de
ml1able recOIdoción, proyectaba en su magnánimo pe–
cho la fundación de las dos Escuelas de primelOs le– tras que con tanta utilidad de la tierna juventud
verr:os hoy establecidos a esmet os de su heroica cari–
dad juzgando (Dan Juan Fermín) que faltaban como
die; mil pesos, se los ofteció con instancia nueSftD
difunto, y mandó a uno de sus hijas se constituyese fiudor de los cuarenta mil que componen su capital, con el fin de contribuir por su parte a la utilidad pú– blica
/fCon este designio, y en fuerza de los deseos,
que tenía, de coopetOl al socorro de Jas necesidades
del público, dio por los años de setenta y ocho la cre– cida cantidad de treinta mil pesos para gastos efe la
guerra contra el Inglés, ofreciendo contribllil con oiras moyores, en caso de juzgm se necesarias para el
efecto"
Fray José Mariano se ,efirió también a la cuali– dad distintiva del Marqués, la modestia, que exaltó en
esta forma
"Os es manifiesto oyentes el Clímu/o de honores,
y tempalOles glol ias que hicielOn lespetoble al Señor
Marqués de Aycinena Vosotros sois testigos de la felicidad transitoria, que hizo admi,able su vida, y cuando todo junta se, ín sin duda tentación formidable, para cualquier otro que no estuviese dotado de su hu míldad de espíritu, él Se mantuvo inmoble a los vientos todos (ie la vanidad, y ambición, en tanto gra–
do, que pOlO desvanecer oficiosamente fas heces, que
de estos vicios pudieran introduciJ en su corazón hu–
milde de los exteriores aplausos, y generales obsequios,
refería pOI menor los sucesos todos, y acaecimientos de su vida, sin detenerse en hacel notorio su naci–
miento pobre, (aunque de distinguidos y piadosos padres) su educación humilde, sus trabajos, y peregri– naciones por hacer caudal, hasta sus mayores adelan– tamientos en él ¿Quóntas veces' le oisteis decir,
Señores, que no traxo otro capital al Reyno de México,
que trescientos o cuatrocientos pesos, que sacó de su
casa, con otros setecientos con que fue auxiliado por
un hermana suyo, y que no traxo a este de Guatemala
que el adquirido con ese romo, y su personal servido
,en los Almacenes de México, y en exercicios humil–
des? ¿Quántas ocasiones le oisteis ,eferir los viajes
que emprendió a las P/ovincias interiores de' Reyno, y
al Puerto de Acapulco, /levando consigo las alfO! jos efe
su viático, expuesto siempre a 'os ardores dcf S0', ex–
puesto siempre a los serenos de la noclle por asegurar
sus intereses con la custodia de su persona? ¿ Y
quántas le oisteis decir también, que educaba con la
historia de estos sucesos todos o sus amados hijos,
paro inspirarles sin duda, o 00'0 tlOnsfundil en ellos fa humildad de su corazón?'"
Los mismas híjos de Don Juan Fermín mandaron
public.or estq Dloción fúnebre, como una demostroción
de <1ue no olvidaban las enseñanzas de su padre Es–
tá inserto en el mismo folleto donde se hace la I elación
detalloda de las exequios del Marqués, folleto que se
encuentro en nuestra Biblioteca Nacional
l
ya menos desprovista de publicaciones nacionales de carácter histórico, gracias al celo inteligente de SlJ actual Direc-
(o,, Don Rafael ArévCllo Martinez '
*
Conocida la hístoria del umco marquesado que llegó
(J estas altlllas en el largo espacio de t. es siglos que dependimos de la COlono de Españp, llama la
atención que hoya escapado a la saña de Don Lorenzo fv\ontúfor, la ciJ cunstancia de r¡ue en realidad no fue
un solo Tí,ulo el que rer ibieron los nobles guotemal–
tec..es -tan vejados por él- sino niflgwl0 / ,polque Don
Juan FP.rmín había nacido en España y no de padres guatemaltecos sino españoles A los nobles de nues–
tra tien a no les alcanzó más que el relumbrón del
marquesado, que quieras que no les colocaba en situa– ción de infel ¡oridad Por eso se queda~on rnunnu-
•anda No todos, ciertomente, y 0lgun05 no podían alegor mejores derechos po. razón de su abolengo, pues había familias, C0l110 la de Beltranena por ejem– plo, cuyo apellino no figuraba, ni figura aún, en nin–
gLIn registlo nobiliario Bien es veluad q~e el plimel Beltranena que vino n Guatemala, se casó con una
dama que descendía de uno de los gloriosas soldados de la Conquista, Díego de L lanas Los qtros nobles,
para consolarse, evocaban, con fruición
l
su ilustre
plosopia, no de los conquistadOles, que por haber sído
tan menospl eciados por 10 Corona, no se les mencio–
naba, cuando en •ealidad era su mós auténtico sello de nobleza Los ascendientes de que más se hacía rnenClon eran Don Francisco de la Cueva, de la fa– milia del Duque de Alburquerque, Don Pedro de Partocanera, hermano del Conde de Medellín, Don Antonio de Rox"s y Sandoval, bisníeto del Duque de Lerma y a su vez bísabuelo del célebre Fray José Ra– món Roxos de Jesús María; Don Sancho Alvarez de las Asturias, hermono del vigés¡mo-q\linto Conde de Nava y Noroña, Don Isidro de Cepeda, nieto de Don Lorenzo de Cepeda y Aumada; que e. a hermano de )onta Telesd de Jesús -y éste sí que era un título glorioso, por lel' Scrnto en primel lugar y luego PQI lo antigüedad de su familia, de In cual se jactan de proceder los Duques de Alba-- Don Lorenza de Montúfar y Enri– quez de Villaco.ta, de lo farnilía de los marqueses de Selva-alegre; Don José Cecílio Carrillo de Albornoz, descendiente del Conde de Montemar y Bitonto, etc, etc "¡ Y elevar sobre todos nosotros a un noble del Valle del Bastón! ¡Qué injusticía' "
IX
EL CAPITAL DEL MARQUES
¿Qué se hizo el gran capital del primer Marqués de Aycinena? En su mayor parte i lo devoró el
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monstrljo de la política' En ,ésto se distinguió de otros capitales, que los forma la política y los destruye
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