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soñados Sus servicios a la Corona eran grandes, enOl– mes, pero ya les serían regateados en la COI te a la hora de solicitar las recompensas No, no había que ha– cerse ilusiones, el Rey no les daría mós que una dádiva para matarles el hambre, para que se calloran y no siguieran hablando de sus proezas Sí, habia que quedarse en estas tiellas, en este puís tun bello y de un clima tan agradable PeJO entonces que vengan

mujeles, i mujeres!, porque así no se puede vivir, estas

indias no son seres humanos sino lino nuevo especie

de animales ;Sólo a los frailes se les ha podido ocu–

rrir que estos indios 5011 seres iguales a nosotros~

i y qué costó que rectificara este criterio la mayolÍa de los conquistadores! La polémica entre éstos y los frailes se prolongó por varios años, hasta que los últi– mos recurrieron a la autoridad del Papa El Santo Padre, después de un minucioso estudio de la cuestión, declará, Urbis Orbe, que los indios eran gentes Sólo entonces se inclinaran hasta los más recalcitran– tes Entretanto habían llegada en suficiente númera las mujeres españolas, las esposas de unos, las herma– nas y las sobrinas de ahos Hasta Don Pedro de AI– varado trajo de España, al .egreso de su último viaje a la Corte, una factura de mujeres, cuya próxima lIe– godo a Goathemala anunció desde Puerto de Caballos, en carta dirigida al Ayuntamiento, en la cual se expre

sa en estos términos "Solamente me queda de decir

coma venga casado, y Doña Beat,¡z está muy buena, trae veinte doncellas muy gentiles mujeres, hijas de caballeros, y de muy buenos linajes, bien creo que es

mercadería, que no se me quedará en la tienda nada,

pagándomelo bien, que de otra mane/a excusado es

hablar de ello Nt/o Sr guarde o sus magnificas

personas, etc" De estas doncellas se colocaron doce al no más llegar, y las ocho restantes, que estaban para realizarse, perecieran en compañía de Doña BeatlÍz en la inundación de la primitiva ciudad de Guatemala

Entre los 300 españoles que v.noeron a lo con– quista de Guatemala, ¿cuántos de ellos eron hidalgos?

El número exacto no se conoce, pero síl sabemos que

fueron muchas, pues Remesal dice que Alvarado "solió de México con mucho y muy lucido gente y lo

más calificado y noble de todos los castellanos que alli se hollaron" De esta opinión participaba el Rey de España cuando enmendó el nombre que Don Jorge de Alvarado había puesto a la ciudad destinada a ca– pital de este ,eino SegCm Don Jorge debia llamarse "Santiago de Goathemala" y el Rey ordenó que se llamara "CiudCld de los Coballeros de Santíago de Goathemala" Como todos estos hidalgos hicieron venir más torde a sus familias, los guatemaltecos po– demos ufanarnos de haber recibido de España un caudal de sangre azul que no alcanzó en igual propor– ción ninguna otro de las colonias de América ¿No podríamos sacar de ésto algunas consecuencias que halagaran nuestra vanidad? Porque todos pallicipa– mas un poco de ese caudal El proceso de dispersión y esparcimiento de la aristocracia del Valle de las Va– cas, que hemos relatado en los prime,os capítulos de esta obra, no fue un caso único, idéntico proceso se

operaba al mismo tiempo en los otros valles que for– mabCln el COI regimiento de Guatemala y en las otros legiones del Reino, especialmente en aquilas donde se podio semb,a, trigo o Cl iar ganado y donde el clima

í uel a benigno La consecuencia que nos perece tne. nos aventurada, ya que hoy no se discuten las leyes

de la herencia, es cierta facilidad de llsilllilClción que nistingue al guatemalteco y que le permite odaptOlse

a medios de cultura muy superiol es 01 nuestro Du–

J ante los diez aíios que vivió en Europa el outOl de

esta obra, parte de ellos en Alemania y palle en Fran–

cia, oyó repetidos veces la apreciación que hacían los

observadores extranjeros} particularmente los franee.

ses, de los hispano-ame! iconos que se reunían en las

pensiones de familia donde habitabn el autor "Sólo

los guntemal¡ecos parecen europeos" -decían siem–

[1re- porque nuestros compatliotas elon generalmen–

te los más modelados Se entiende que a esas

pensiones sólo por excepción concurrían alguna vez

individuos de las clases supe. iores de la sociedad, que

en todas partes tienen costumbres y maneras Cosmo–

politas [sta cl!alidad aristocrática de la moderación, que en nosotros es general, llega en los hombres a la timidez y en las lllujeres se lIaduce en dulzura y sua– vidad

Pero ya nos parece oír el irénico repOlO de alg(m lector extranjero ilEsa moderación de que alardeáis

no se refleja en vuestla prensa, que peca más bien de

fO!1fanona, sobre todo en sus 4rónicas sociales" Y

éstO desgraciadamente es cierto Nuestros cronistas, por ese espÍl itu de imitación que también nos distin– gue, se hCln dado a copio, los modos y maneras de los

periódicos de atlas partes, de otros raíses cuyos nom–

bres no queremos recordar, y nos averqüenzan dia–

I iamente con sus "Aspectos Sociales" j Qué cantidad,

qué barbaridad de adjetivos! Un cómico remedo de las concursos ele belleza, que celebramos hace po–

co, fue calificado por esos cronistas como "una fiesta

digna de la Grecia" A cualquier casucho le llaman

"elegante lesidencio", todos los banquetes son "es–

pléndidos", todos los casamientos "suntuosos", todos los bailes L/versallescos" Todo buen señor es "muy

respetable y muy apreciado en nuestra sociedad", todas las damas son "muy bellas y muy distinguidas" Nadie se queda sin su adjetivo y algunos se llevan

dos o tres a cual más encumbrantes Una "cigüeña" muy cursi lleva a todos los hogares "preciosas nenas'l o "lindos chiquitines" Eso sí, pOI a que el lector no

vaya a tornar en sería estos diti,ambos (que aseguran

las susnlp'ciones 01 periódico), suelen illlstrar estos

"Aspectos'" con las fotografías de las personas a

quienes se favorece con aquellos eiogios Esto por lo general agrava el daño, porque los extranjeros se han

de fOlmo! una idea muy triste de nuestra raza

El despcrcio 01 dinero, ton c.omún en nuestro

pueblo, es otl a herencia bien mOl cClda de los antiguoS hidalgos españoles lJn Ministra de Cuba nos dijo

una vez "vengo de Jo<.otenongo, de lo Ferio, he pa~

soda largas horas obsel vando el juego de ruleta, y he quedado pasmado viendo la inniferencia con que los guatemaltecos pierden su dinero No pOI ece sino que

todos fueran ricos, los señores como las obreros, y, sin

embargo, era visible la pobreza de muchos, gentes que

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