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¡Los conquistodo,es eran unos santos! -excla–

mará irónicamente el lector 01 enterarse de estos con–

si del adanes No señol, ni ángeles ni demonios,

hombles nada más, y como tales, con cualidades y con defectos, con vicios y con vil tu des Cometieron mu–

chas il1justicias, eso es indudable, pero en cambio nos

legaron el inestimable bien de la civiliz.ación, una ci–

vilización eminentemente espil ítualista, que tenía por

fundamento Y por ideal lo santidad del CI istianismo

¿Qué s~ hicieron los enormes caudales acumu– lados por los conquistadores~ Los albaceas testamentarios de Don PedlO de Alvorodo, cuando

procedielon a liquidar la herencia! encontraron que

los bienes no "Icanzaban a cub, ir las deudas Este es un hecho histórico perfectamente establecido ¿Na se ha acusado a Don Pedro de haber sido el mós co– dicioso de los conquistadores? ¿Qué hizo de todo el oro que les quitó a los indios? Emplearlo en or

ganizar nuevas expediciones, porque como buen hidal–

go era mós óvido de gloria que de dinero ¿Y los olros? ¿Se volvieron a España, a gozar de sus ga– nancias? Tal vez Don Jorge de AlvaraJo, los denlós

se quedO! on el eando tiquezo porque no la había,

pOlque este país, pese o sus muchos ,ecursos natura–

les, siempre ha sido pobre LabOlando la tierra con sus indios tributarios, importando ganado, explotando las pocas minas aprovechables y viviendo muy modes– tamente, lograron algunos realizar uno mediano for– tana ¿Cómo emplearla? ¿Intensificar los cultivos? ¿Quién consumirá las plOductos? ¿Cóma padrón ex–

portarse si nQ /lay barcos? ¿Volverse comerciantes?

¡Ah, no! Ellos eran hidalgos )' el comercio no era una ocupación digna de nobles Sin embalgo, tlae.

las mercaderías o la casa pUl a ofre(.erlas en privodo, sin poner tiendo, eso no es ser comerciante, es sólo

una manera de invertir dineros ociosos Y así co– menz(J/on y así continuaron haciéndolo hasta los últi

mas dios de la Colonia Por eso dice Stephens, no sin

cierta ironía, que lo nobleza de Guatemolo, era una aristocracia de príncipes comerciantes Y el escritor

francés Alfred de Valois, ya citado pOI nosotra.s en el capitulo IV de ésta ob,a dice "La nobleza guatema/–

teca fOlma lo que se llama el partido servil Ella vende madapo/am, cochinilla, añil y OtlOS praductos

c%niales En sus tiendas se encuentra, en un lugor

muy apOlente y escrito con gruesos curacte/es, la si–

guiente divisa, que no es muy heráldico "Aquí no se

lía" Letrera que el muy pérfida t, aduce al francés,

así "Aquí se desconffa ll

En los primeras capítulos de esta ob,a, hemos vista que los hidalgas que na pudieron sostener su ran– go en la capital se emboscaron en sus haciendas de campo, y ya sabemos en lo que paró aquella aristo–

cracia c..ampesina, en cochurecos, ésto es, en aquel/os

soldados de la facción de Carrera o quienes se tenía por indios salvojes Esa es la suerte de todas las aris–

tocracias, en América como en Europa no pueden

subSistir sin el auxilio del dinero, cuando se empobre– cen, lentamente van bajando en la escala social hasta Confundirse con la masa proletaria

I:n lo que aún se conservo de nuestro Archivo Colonial y en los papeles que guardan algunas fami–

lias antiguas, se encuentran numerosas probanzas de

hidalguía de los fundadores del reina de Guatemala Es indudable que en las filas de los conquistadores de México abundaban los hidalgos, no solamente entre

105 capitanes, -que ésto se sobreentiende en uno épo– ca en que pala avonzar en lo jerarquía militar había

que se, de reconocida nobleza- los había también entre los soldados, pues el caso del hidalgo Bemol Díaz del Castillo na era excepcional Cuando se con– cluyó la conquista del gran Impe, io de Monctezuma Hernón Cortés encargó a su principal lugarteniente: Don Pedro de Alvarado, que emprendiera la conquis– ta de los reinos independientes de aquel Imperio, es– tablecidos en lo que más tar de se llamó reino de Guatemala Para realizar esta emp,esa se ofrecieran en gran tl"mero los hidalgos Cie. tamente había en México oportunidades magníficas para hacer dinero, pero los hidalgos no habian venido a las tierras de América a ti abajar, a labrar burguesamente una for–

tuna, ellos querían enriquecerse, j claro está!, pero no por el tr abajo sino descubriendo teso' os maravillosos

como los encontrados en las palacios de los empera– dores aztecas ¿Y por qué no habían de hallarse oh os po. ecidos en los polacios de los reyes quichées y cachiqueles? iAsí da gusto hacer fortuna! jY luego la gloria de una nueva conquista' Vamos a

fatigo! a la Fama con nuestros proezas, para cosechar

mós tarde en nuestra patria los grandes honores. jU" Título de noblez.a! i Una Grandeza de Espa– ña! "¡Oh Gloria, Gloria, a cuóntos hombres hon–

lados precipitas! ~

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Los reyes y lOs pueblos quichées y cachiqueles no

demostraron poseer gl andes riquezas, pero muchí–

simo miedo, de suerte que lo conquisto fue relativa– mente fócil Las guatemaltecos hemos sentida muchas veces la necesidad de tener un héroe india como los mexicanos y hemos pensado en glorificar al

guerrero Tecún Umán Pero a ésto se opone una ra– zón matemótico. los indios, c<?n respecto a los espa–

ñoles, estaban en la p,oporción de mil contra Uno y o mo, didas hubieran debida acabarlos de no ser tan flojos La superiOl idad del armamento de los con– quistadores no es una excusa los arcabuces y los

mosquetes no eron OtrYlOS de precisión, /la eran ame–

tralladoras, se perdía mucho tiempo en disparar cada

tiro, el cañoncito hacía más ruido que desgracias ¿Podrían ser esos elementos una compensación ade

M cuada a la espantable superioridad numérica de con1– batientes indios? El susto que a éstos les causaran las caballos debió ser pasajero, jno debió afligirles tanto! Los indios mexicanos opusieron a los españoles

una resistencia mucho más vigorosa

Te, minada la conquisto y fundado el reino de Goathemala, se p,esentó para los hidalgos, compañe– tos de Alvarado, un problema angustioso ¿Qué ha– cer? ¿A dónde ir? ¿Volver a México? Ya todos los puestos lucrotivos, todas las granjerías, ha– bian sido ,epartidas entre los que quedaron alió ¿Regresar a España~ ¡Ah', ellos ya bien sabían que los méritos de los pobres na cuentan para los poderosas, y ellas estaban pobres porqlJe na encontraron los tesoros

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