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frarca que eslando un día Dante en el casli·

110 de (;an della Scala, mienlras el señor reía

orL SllS cortesanos de las payasadas de uno

~e sus bufones, se dirigió a Dante y le dijo: ". No eS exlraño que esle pobre idiola haga l;n lo por diverlirnos, rnienlras que tú, hom– bre sabio, :le sienlas allí, día a día, sin hacer lada por diveriirnos?" A lo que el poeta con– lesl ó : "No, no es exlraño. Debéis recordar el proverbio: Lo sernejanle atrae a su senle–

, te l "

Jan Aquel exilado de "mediana eslatura, as– pedo lrisle, aunque agradable y lleno de gra– vedad; pálido, enjuto y moreno el semblan– te; los ojos negros y grandes; la nariz agui– leña, larga y huesosa, corno loda la cara, el

labio inferior algo grueso y levantado i la barba prominente; la mirada penelran1e y

melancólica; el cabello negro y crespo; era lardo en el hablar 'l escaso de palabras, pero sulil y pronlo en sus respueslas; de gran be–

nevolencia y alegría en sus primeros tiem– pos, de lnelancolía profunda y cOITlunica±iva

en su úUima edad. Bien puede decirse, se–

gún le pintan sus contemporáneos, que su in–

genio, sus desventuras y su gloria habían pueslo el sello en su semblanle" (El Mar– qués de Molins).

Un día, en Verona, donde todo el mun–

do conocía su frabajo, especialrn811i.e "El In–

fierno", al pasar por un porlal donde eslaban

varias mujeres tejiendo y conversando, una

de enas elijo por lo bajo peTO suficien±emen–

te claro para que Danle la oyera: "Ves a ese hOlnb18 clue baja a los infiernos y vuelve

cuando le place, y frae noticias de aquellos

que eslán allí. abajo?" ü.tra de las mujeres

:38 persi9nó lápida1nelJ±e y rnusiJó "Debes de–

cir 'Terclad, pues veo su barba negra y cres–

pa y el color de su piel oscurecida por el ca–

lor y el humo de allí abajo?"

La COlTIedia está c:ompuesta de .tres can– ligas coJosaJef3: El Infierno, El Purgatorio y

El P81aíso. Cada cantiga, - si el plÍmer can– ±a de El Infierno se cuenta como prólogo -–

coniiene '":S3 ca.nros, y cada canto contiene

r.81c:a do 142 lhleas compuestas en "terza ri–

ma", un esquema rífmico - aba, bcb, cde!

rl8<1, v auÍ (:Il n delnnlü -~ lan lnlrincadarnell–

le di.{ícil que sólo Dante pudo don1inar sus dificultades.

"Dícese Comedia, porque el autor, en su

obra "De vulgare elloquio", había dislinguido

sólo lrcs clases ele escritos: tragedia, come– dia y elegía, y dió, consecuente consigo n1.is–

Tno, el ±Hulo de "Comedia" a una obra qne

eslá escrita de un modo humilde y en el len– guaje vulgar con que "las mujeres del pue–

blo se cornunican sus pen.'3amienios" :el

diclado de "Divina" le fue agregado por' uná– nime aclamación de toda Halia" (El Mar–

quós de Molins).

*

"El Infierno" es la l'YU:í.S emocionante de

las cantigas. Tal corno Danie lo concibe lie– ne la forma de un embudo. Las lerrazas

que circundan su superficie interna descien· den en una serie de condenaciones. En el

primer círculo, las sombras inoc..:enles de épo– cas anteriores a Crisl0 existen en paz. En las

siguienles cuatro las almas de los inconti–

nenies son a±olmentadas La herejí.a, la vio lencla y el fraude .tienen su rernunelación en el sexto, séptinlo y octavo círculo; y los ±rai

dores llenan el fondo del embudo, una re–

gión, no de eterno fuego sino de elerno hie~

lo.

En el call1ino de "El Infierno", Danle acompañado de VirgiJio como guía, se en–

cuentra con tres gigantes, treinta monstruos, docenas de demonios y cientos de espírifus a quienes llama por su nombre o atribulos:

AlÍs±óieles, Sócrates, Platón, Demócrito, Anu–

xágora, Diógenes y Tales, etc. etc. Tarnbién

se encuentra con algunos de sus mejores ami.–

gas, aunque a ellos los encuentra frafados

con baslan1e lenidad. Por ejemplo, a su maestro BruneHo Lalini, apenas quenmdo por su sodomía. Mienlras que los enemigos

personales de Dante son más nurClcrosos y luenOS afortunados; sus agonías las describe con hórrida alegría. Los asesinos nadan eter– namente en un río de sangre; los adulado~

res: los rufianes y las putas se revuelcan en Gxcrernen±os humanos

'I'aide es esa, la moza licenciosa

que al decille el cadejo: ¿Y por fal glacia

que me das? Respondió: La nlejor cosa y várnonos que fanto hedor ya sacia

(Infiel no, fin del 'Canto XVIII)

Por fin al llegar al fondo del embudo,

se encuen±ra con Satán, quien

Con los dienfes cual irillo de las parvas

en cada boca uu pecador fritura

el castigo a la vez dando a tres larvas

Allí ve, siendo lOliurados, a Judas Isca~

rioie, a Bruto, él Casio, ±raidores Luego, co–

giéndose del h01rible vello que cubreeJ cuer–

po elel Den1.ul1io, pasan al ofro lado del abis–

H10 infernal siguiendo el murmullo de un arroyuelo:

Mi guía y yo pOl esa seuda oseUI a

enharnos a volver al claro :rnundo¡ y ya el descanso sin :lener en CUt a,

subim.os, yo ptünero y él segundo;

tanlo, que en parle vi las cosas bellas qu",; el cielo Eldornan, por buzón rolundo;

y del salí a gozar ele las esh ellas

(Infiel no, fin del Canto XXXIV)

*

Si. el J nfierno ha sido el canio de la ira, el Purgatorio -es el canto del amor y la espe– rauzn. A las blasfeluias sucederán las ala– banzas a Dios, y a la furia de los dolores una

rlulco y 111elancóJica lrisleza El Purgalorio,

la más con1.pleja y psicológica de Jas ('a~l fi-

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